El futuro Ejecutivo de Portugal deberá aplicar recortes económicos
Los principales partidos asumen el plan dictado por Bruselas
Si hubiera que puntuar la mejor campaña de las elecciones portuguesas, esa sería por unanimidad la de Catarina Martins, la líder del Bloco de Esquerda. Suyo es el resumen de lo que los portugueses han elegido: entre “austeridad y “austeridad moderada”. La primera la representa el primer ministro, Pedro Passos Coelho; la “moderada” la representa el socialista António Costa.
Ella, el Bloco de Esquerda, y el Partido Comunista están por el fin de la austeridad. Sin embargo, el futuro Gobierno va a tener que navegar entre esas dos posibilidades, sí o sí, como no esconden sus propios programas electorales y las promesas (pocas) hechas durante los últimos quince días. La situación del país es la que es y los compromisos con Bruselas los van a cumplir cualquiera de los dos partidos ganadores
La coalición gobernante PSD-CDS ha dicho que lo peor ha pasado, que el país va con rumbo por una senda segura y por eso promete rebajar 1,5 puntos la sobretasa de 3,5 que aplicó en el impuesto de la renta para hacer frente al programa de saneamiento económico dictado por la troika. Pero no quitarla. También ha prometido devolver en cuatro años los recortes aplicados a los funcionarios. No ha repartido ni un caramelo más entre los ciudadanos. Su apelación más recurrente durante la campaña atractiva ha sido recordar la herencia que les había dejado la megalomanía de José Sócrates. O yo o el caos de los socialistas fue el argumento electoral más socorrido.
Los socialistas representan la “austeridad moderada”, que dice Martins. Efectivamente, el programa económico diseñado por Mario Centeno, una economista de Harvard especializado en estudiar las desigualdades de los trabajadores, tampoco promete el edén. Lo más espectacular lo anunció su líder Costa: bajar el IVA de la restauración del 23% al 13%. También anuncia que acortará a la mitad la devolución de los recortes a pensionistas y funcionarios, en dos años en lugar de cuatro.
La promesa más arriesgada -que hasta el Bloco y PC critican- es una rebaja de la contribución de los trabajadores a la Seguridad Social pero con la contrapartida de que en el día de su jubilación su pensión será también menor. La idea es poner más dinero en el bolsillo de los ciudadanos para que así consuman más, se cree más empleo, etcetc. Un círculo virtuoso arriesgado pues puede fallar la premisa inicial: que con más dinero el ciudadano consuma más, en lugar de optar por ahorrar, algo que ha hecho el portugués incluso en los peores años de la crisis.
Ni Bloco ni PC quieren saber nada de más austeridad. Cualquier hipotético pacto con los socialistas pasaría por acabar con los recortes. “Si el país va tan bien” replica el comunista Jerónimo de Sousa al primer ministro, “que se devuelva a los trabajadores todo lo que le quitaron con la crisis”. En el caso de Catarina Martins, simplemente, pide que si gobierna el PS pare los 1.600 millones de euros previstos en recortes sociales y que pare el proyecto del despido amistoso. Ambos también piden renegociar la deuda, que supera el 128,5% del PIB.
Sin embargo, los portugueses han elegido mayoritariamente las dos opciones: seguir con la austeridad y eso implica rebajar una deuda que sube al 128,5% y rebajar el déficit presupuestario por debajo del 3%, objetivos imposibles de alcanzar si se relaja la recaudación impositiva.
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