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La vejez pasa factura a Portugal

El país tiene la tasa de natalidad más baja de Europa y elevada inmigración

Mariana Mortágua, del BE, participa en una protesta por los cortes educativos.
Mariana Mortágua, del BE, participa en una protesta por los cortes educativos.PATRICIA MOREIRA (AFP)

Lo que más le preocupa al presidente del Colegio de Economistas portugués no es la economía, sino la demografía. “El mayor desafío al que se va a enfrentar en las próximas décadas el Gobierno de Portugal es el envejecimiento de la población”, afirma Rui Leao Martinho. Portugal, donde hoy se celebran elecciones, es el sexto país más viejo del mundo. En 40 años, su tasa de natalidad ha pasado de ser la más alta de Europa a la más baja, según los datos del centro de estadísticas europeas Eurostat. El pasado año nacieron 7,9 niños por cada 1.000 habitantes. Esa tasa en España es del 9,1.

De mantenerse la tendencia, Portugal llegará a 2060 con 8,5 millones de habitantes, según el Instituto Nacional de Estadística luso; pero si se perpetúa la actual tormenta perfecta de corriente emigratoria sumada a una baja natalidad, el país descenderá a 6,3 millones de ciudadanos, cuatro millones menos que hoy. La población, además, habrá envejecido notablemente, con el consecuente impacto en el gasto sanitario y en el sistema de pensiones. Un país insostenible.

“El dinero que nos ha prestado Europa se lo estamos devolviendo en forma de mano de obra cualificada”, dice una profesora de la Universidad de Lisboa

Aunque el escritor Fernando Dacosta recuerda que nunca fue más poderoso Portugal que cuando tenía tres millones de habitantes, olvida el pequeño detalle de que en aquellos tiempos el Estado no tenía que pagarles jubilaciones, escuelas o seguridad social. Hoy son 3,6 millones de pensionistas, el 35% de su población. En España representan el 19,5%.

El envejecimiento de la población pone en riesgo el Estado del Bienestar. La solución para el economista Martinho es el “envejecimiento activo”. “Hay que cambiar las mentalidades de los empresarios”, ha declarado a la radio TSF. “Si tiene condiciones físicas y mentales, el jubilado que quiera seguir trabajando debe seguir haciéndolo”. La demógrafa Maria Joao Valente Rosa coincide: el problema no es demográfico sino la inadaptación de la sociedad al ritmo de las nuevas dinámicas. Por ejemplo, Portugal tiene menos niños que nunca, pero los mismos maestros de siempre.

El envejecimiento de la población es un problema de Europa y de los países desarrollados en general, pero a diferencia de otros países, Portugal no atrae inmigrantes; todo lo contrario, el portugués emigra. El pasado año perdió el 1% de su población, y el anterior, también. En los sesenta, los portugueses emigraban para ocupar una portería de París, hoy lo hacen como enfermeras y médicos de los hospitales de Londres.

El 61% de los emigrantes no estaba en paro en Portugal, quería una mejor proyección profesional

Portugal va a ser el país con menos jóvenes: en 2050, solo el 11,5% de la población tendrá menos de 15 años. Y será también el más viejo: el 19,9% de la población tiene hoy más de 65 años, un punto más que en España, pero en 2080 será ya el 35,7% (ocho puntos menos al otro lado de la frontera).

Al final de esta legislatura, el Gobierno aprobó algunos incentivos para la natalidad, alargando permisos a madres y padres y rebajando impuestos. Algunos Ayuntamientos, además, han rebajado el Impuesto sobre Bienes Inmuebles a parejas con hijos. Pero los problemas demográficos no se solucionan con un decreto-ley. El portugués no está dispuesto a quedarse en su país a cualquier precio o de cualquier forma. No es tanto el paro (un 12,4% y que afecta al 30% de los jóvenes), como los bajos salarios. En una economía global, a Inglaterra le es más barato fichar enfermeros portugueses que formarlos ellos. Un salario hasta cuatro veces mayor es irresistible.

Fuga de cerebros

“El dinero que nos ha prestado Europa se lo estamos devolviendo en forma de mano de obra cualificada”, dice Luísa Cardeira, profesora de la Universidad de Lisboa y coautora del estudio Fuga de cerebros: la movilidad académica y la emigración portuguesa cualificada. En uno de sus mítines, el socialista António Costa se rodeó de jóvenes con camisetas donde se leía “No quiero emigrar”.

Si gobierna, Costa ha prometido recuperar esa masa gris, pero no ha dicho cómo. No es fácil, el actual Gobierno promovió en marzo el programa VEM, que Cardeira lo mira con mucho escepticismo. “El 59% de los que se van son solteros, por lo que es fácil que creen su familia en su nuevo país”.

El primer ministro y candidato, el conservador Pedro Passos Coelho, recibió críticas cuando se mal explicó sobre las ventajas que tenían los jóvenes para irse al extranjero. “Lo que dije es que no podemos estigmatizar a los que, no teniendo oportunidades aquí, buscan en otras economías para encontrar empleo”, aclaró. “Deseo que el país crezca a un ritmo que pueda ofrecer trabajo a todos los jóvenes”, dijo. De momento, el 30% está en paro; de momento, el 1% de la población se va cada año fuera; de momento mueren más portugueses de los que nacen.

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