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Bruselas exige a Grecia duros ajustes en el próximo mes

Los acreedores quieren que el nuevo Gobierno se ponga en marcha cuanto antes

Claudi Pérez
Seguidores de Syriza celebran los resultados de las elecciones.
Seguidores de Syriza celebran los resultados de las elecciones. Milos Bicanski (Getty)

Si la Gran Recesión fue la manera de enseñar al mundo un poco de economía, la crisis del euro obliga a los griegos a aprender que voten lo que voten —y es la cuarta visita a las urnas desde 2012— tendrán duros ajustes por delante. Pese a que los partidos reclaman una renegociación del rescate, Bruselas ha dejado claro que eso no sucederá, y exige más austeridad pero sobre todo un estricto calendario de reformas que el nuevo Gobierno griego debe abordar en las próximas semanas para evitar que resucite el fantasma del Grexit.

“Alexis Tsipras sabía que la salida de Grecia del euro era una opción aunque no se hablara de ello. (...) Si lo que hemos acordado no se respeta esta vez, la reacción de la UE y de la eurozona será bien distinta”. El último discurso del jefe de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, deja meridianamente clara la agenda del próximo primer ministro de Grecia, que no será otro que el propio Tsipras, a quien el presidente de la Eurocámara, Martin Schulz, fue uno de los primeros dirigentes europeos en felicitar anoche. “Ahora se necesita rápidamente un Gobierno sólido preparado para generar resultados”, escribió en Twitter.

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En la misma línea se expresó el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, que felicitó a Tsipras y pidió una rápida formación de un Gobierno para “proseguir el proceso de reformas”, al tiempo que mostró su disposición “para trabajar estrechamente con las autoridades griegas y para seguir acompañando a Grecia en sus ambiciosos esfuerzos reformistas”.

Los acreedores no van a renegociar el acuerdo firmado justo antes de verano; tan solo están dispuestos a hacer concesiones menores. Y quieren que el nuevo Gobierno se ponga en marcha cuanto antes para cumplir a rajatabla una agenda de reformas muy exigente, que incluye una treintena de medidas en apenas un mes. El nuevo Ejecutivo tendrá una especie de examen final tan pronto como en octubre o a principios de noviembre: la primera evaluación del rescate por parte del Cuarteto se adivina decisiva para el futuro de la saga griega.

Atenas tiene varios incentivos para no fallar. Uno: de esa manera llegarían 3.000 millones en noviembre. Dos: pasar esa prueba es condición necesaria para acometer la ansiada reestructuración de deuda. Tres: solo así los socios desbloquearán el dinero necesario para recapitalizar los bancos y acabar con la pesadilla del control de capitales. Y cuatro: si todo sale bien, el BCE podría comprar bonos griegos y desatascar la salida de la crisis. Nada de eso va a ser sencillo. La fatiga reformista de los griegos es evidente. Dentro de las medidas más inmediatas hay píldoras difíciles de tragar, como recortes en pensiones y duros ajustes en el sector financiero.

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La mayor parte de los analistas —y, sotto voce, muchos de los funcionarios europeos consultados— piensan que es posible que el tercer rescate descarrile y eso active la amenaza de Grexit que Berlín usó en la última negociación. “Tsipras debería involucrar a Nueva Democracia para compartir los costes que exige activar las reformas del tercer rescate y sortear los peores escenarios. Esta vez, los griegos saben de veras que no tienen otra opción”, apunta Theodore Pelagidis, del think tank estadounidense Brookings.

“Junto con la humillación que supone saber que en los últimos tiempos han gobernado partidos de todas las ideologías y nada ha cambiado en la política económica, Grecia es consciente de que el único escenario mínimamente optimista es una gran coalición que dé la estabilidad política imprescindible para acometer el próximo paquete de reformas”, dice el analista Protesilaos Stavrou. Daniel Gros, director del CEPS, es más optimista: “Los acreedores están más tranquilos esta vez: el programa tiene más visos de funcionar de lo que muchos creen”.

El capitalismo sin quiebra es como el cristianismo sin infierno: en el caso griego, lo más parecido a esa quiebra sería la salida del euro, más cerca que nunca a pesar de los 86.000 millones del tercer rescate. Grecia ha perdido un cuarto de PIB y sigue en recesión; los bancos están hechos trizas, hay controles de capitales para rato y el paro sigue en el 25%. Las dudas persisten, el Cuarteto sigue en Atenas y el último capítulo de la tragicomedia griega está aún por escribir.

Las reformas para el examen de octubre

  • Recortes en pensiones. Las reformas irán enfocadas a desincentivar la jubilación anticipada y a multar a aquellos que se retiren antes de la edad legal de 67 años.
  • Ajustes del sector financiero. Reestructuraciones, reformas contra la morosidad, cambios en el Banco de Grecia...
  • Privatizaciones. El Gobierno dará a conocer la oferta conjunta de los puertos del Pireo (Atenas) y Tesalónica antes de mediados de octubre.
  • Los incentivos de aprobar estas reformas son 3.000 millones de euros en noviembre. También abriría la puerta a cometer la reestructuración de la deuda, a desbloquear el dinero para recapitalizar los bancos y acabar con el control de capitales. El BCE también podría comprar bonos.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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