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El tren cubano que España y la UE no pueden perder

Es necesario trazar una estrategia para reforzar los lazos con América Latina

Un joven cubano sentado en el malecó de La Habana con una camiseta de Obama.
Un joven cubano sentado en el malecó de La Habana con una camiseta de Obama. A. MENEGHINI (REUTERS)

 El deshielo de relaciones entre Cuba y Estados Unidos encuentra a España y a la Unión Europea enfrascadas en sus problemas domésticos y faltos del brillo que deslumbró en un tiempo al mundo latinoamericano. Mientras estadounidenses y cubanos reabren embajadas y entierran en el mismo féretro para la historia los últimos vestigios de la Guerra Fría, en el campo de la economía y la política surgen voces que llaman a España y a Europa a reubicarse en América Latina (AL). Piden un nuevo impulso de las relaciones con el subcontinente, convencidos de que la normalización de las relaciones EE UU-Cuba modificará el tablero de las alianzas políticas y comerciales y abrirá a Europa un panorama de oportunidades.

“La UE tiene que salir de su ensimismamiento y dar un paso decidido. Con el desplazamiento del eje económico mundial del Océano Atlántico al Pacífico y al Índico, América Latina ha dejado de ser periférica para ocupar un lugar central. Las relaciones trasatlánticas no deberían ser cosa de dos: UE-EE UU, sino de tres: UE-EE UU-AL”, plantea José Ignacio Salafranca, exeurodiputado del PP, patrón de la Fundación Euroamérica. “Siguiendo la peligrosa estela europea de abandono geopolítico de la zona, España ha dejado de contar en la mayoría de los ámbitos latinoamericanos”, observa Ramón Jáuregui, eurodiputado del PSOE, presidente de la asamblea parlamentaria euro-latinoamericana.

“La normalización de las relaciones EE UU-Cuba sitúan a Europa ante un nuevo horizonte. Es el momento de lanzar un ambicioso programa de colaboración industrial tecnológica con América Latina que nos permita competir con China y EE UU. Para España, este es un asunto estratégico de la mayor importancia. Habría que llegar a un pacto de Estado y liderar decididamente las relaciones de Europa con la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños)”, propone el presidente de Petronor, Emiliano López Atxurra.

Un cambio de dimensión regional

Desde esa perspectiva, se da por descontado que la pacificación de las relaciones EE UU-Cuba influirá a medio plazo no solo en la política interior de la isla, sino también en el conjunto de la región, e incidirá, particularmente, en la negociación de Colombia con las FARC y en el rumbo futuro a adoptar por el Gobierno venezolano de Nicolás Maduro. Cabe igualmente pensar que la normalización de las relaciones con Cuba, bastión de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), y la previsible evolución de la isla hacia una mayor tolerancia política removerán a medio plazo o, al menos, restarán virulencia al discurso antiestadounidense y llevarán a algunas fuerzas políticas a revisar su molde ideológico.

 “El ascenso de una corriente de integración regional menos ideológica y sectaria que la que predominaba hace algunos años favorece el reposicionamiento de España no solo en Cuba, sino también en toda AL y el Caribe”, constata el historiador cubano Rafael Elías. “Va a ser un acontecimiento de la mayor importancia porque contribuirá a la normalización en este amplio y heterogéneo continente de las Américas y acercará a los países de AL y del Caribe”, indica Benita Ferrero-Waldner, excomisaria europea y presidenta de la Fundación Unión Europea-América Latina-Caribe. Analistas, empresarios y políticos creen necesario repensar la acción exterior española ya que juzgan agotado el actual esquema de relación de nuestro país con AL.

"La Posición Común nos hizo perder todas las opciones ante la creciente presencia de Rusia y China", dice el eurodiputado Ramón Jáuregui"

“El giro de la política de EE UU obliga a España y a la UE a recuperar el tiempo perdido y acelerar sus movimientos en América Latina”, afirma Michael Shifter, presidente del centro de análisis Inter-American Dialogue. Pero para esta misión habría que recomponer la imagen de España y situarla en el centro de su política exterior de Estado, más allá de las coyunturas políticas.

 Desdibujada por la crisis y la corrupción, y con el capital de credibilidad que le aportó en el exterior la transición política bastante debilitado, España necesita un nuevo relato y una imagen que se superponga a la de “los nuevos conquistadores” acuñada en los años del aterrizaje español en AL. “El reto para España es hacer que la asociación estratégica de la UE con AL y el Caribe se convierta en realidad. Tiene que europeizar la agenda de AL en la UE que hasta ahora depende exclusivamente del impulso español. Su inversión debe ir más allá de los mercados. Debe invertir en capital político”, sostiene Benita Herrero-Waldner.

 El hecho de que España se juegue tanto en el tablero latinoamericano le exige desenvolverse con habilidad entre la hispanofobia y la hispanofilia latentes en muchos países. “Son caras de una misma moneda. No es una realidad estática, son actitudes cambiantes en función de las coyunturas político-ideológicas de cada momento. Existen vasos comunicantes entre la hispanofobia, que tiende a aumentar con los gobiernos de izquierda, y el indigenismo. Hay que ser extremadamente cuidadoso con el lenguaje”, aconseja Tomás Pérez Viejo, profesor de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México.

 Politólogo e investigador, Pérez Viejo hace una aseveración que da que pensar: “España y la UE están perdiendo la batalla de la imagen. En el caso español, es un error basar la diplomacia en función de las empresas. Fue la atracción que suscitaba España durante la transición política lo que facilitó la presencia de sus empresas; no al revés. Los intereses económicos forman parte de un proyecto mucho más amplio y por paradójico que pueda parecer se defienden mejor no colocándolos en primer lugar, sino supeditándolos a ese proyecto global. Lo que es bueno para las empresas españolas no es necesariamente bueno para nuestro país” asevera el historiador español.

“España sigue teniendo una posición privilegiada por la historia y la lengua, pero no le saca todo el provecho. Debería contribuir más en el campo tecnológico, petroquímico, turístico y de desarrollo industrial y hacerlo por la vía de las relaciones bilaterales, país por país, porque los foros multinacionales rara vez van más allá de los discursos. Si se produce el cambio político, Venezuela bien podría ser el territorio de oportunidad para tantos jóvenes españoles de buena formación y en paro. Aquí, hay mucho por hacer”, dice el venezolano Humberto Calderón, expresidente de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo).

Cuestión de imagen

 La recuperación económica española en curso es en, sí misma, el mejor activo a la hora de recomponer la imagen, pero además de reivindicarse como sendas historias de éxito colectivo, libres de desgarros internos, España y Europa deben hacer valer el peso de su conexión cultural y el de su modelo económico social. “La historia, los lazos personales y la cultura son más sólidas que miles de declaraciones. Hay que avanzar en la constitución de un espacio de educación superior, en el intercambio de tecnologías, en movilidad del talento y en la apertura de un debate honesto ciudadano sobre la traducción de principios y valores en derechos sociales, políticos, que son mil veces más eficaces que toda la retórica diplomática”, señala Anna Ayuso, analista del think tank CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs).

 “El papel de España como articulador de redes culturales iberoamericanas siguen siendo muy apreciables en la región”, subraya, a su vez, Rafael Rojas. Es lo que Jesús Andreu, director de la Fundación Carolina, define como la “comunidad emocional” de una lengua de la que España es el tercer país hablante, detrás de México y EE UU.

"El reto para España es hacer que la asociación estratégica con AL y el Caribe se convierta en realidad", opina la excomisaria europea Benita Herrero-Waldner

 El margen de maniobra de España y de Europa en AL ha estado fuertemente lastrado a lo largo de estos años por la denominada Posición Común —adoptada por la UE en 1996 a instancias del Gobierno de José María Aznar—, que condiciona toda colaboración con Cuba a la adopción de medidas de democratización. “Los derechos humanos son imprescindibles en las negociaciones de la UE, pero está claro que la iniciativa de Aznar nos hizo perder todas las opciones ante la creciente presencia de China y Rusia en la región”, afirma Ramón Jáuregui. Es una opinión bastante compartida entre los analistas.

 La expansión creciente de China en el subcontinente puede explicar el brusco giro estadounidense. Entre los años 2000 y 2012 la participación de EE UU en las importaciones y exportaciones latinoamericanas cayó del 50% al 38% y las de la UE del 20% al 13%, principalmente a causa de la irrupción china. “EE UU ha apostado por incrementar su comercio en la región, pero ese propósito choca con el frente bolivariano que alimenta el discurso antiimperialista y con las reticencias no disimuladas de Brasil, que lo considera una intromisión en su área de influencia”, observa Anna Ayuso. Adelantarse a los acontecimientos requiere interpretar correctamente las señales en un tablero complejo y tornadizo en el que, como indica Carlos Malamud, analista del Real Instituto Elcano, “sabemos que van a pasar cosas, pero todavía no sabemos qué cosas van a pasar”. ¿El levantamiento del embargo traerá consigo a la vuelta de unos años la transformación política del régimen castrista? ¿Los militares cubanos aceptarán que el control de la economía pase a otras manos?

Lo que se sabe es que las potencias globales y regionales están tomando posiciones en la isla caribeña, particularmente, desde que en el 29 de marzo de 2014, la Asamblea Nacional de Cuba aprobó la ley de inversión extranjera para atraer capitales foráneos que, además de garantizar que las inversiones no serán expropiadas “salvo por motivos de utilidad pública o interés social”, contempla la exención del impuesto sobre los ingresos personales a los inversionistas extranjeros socios en empresas mixtas o partes en contratos de asociación económica internacional. Rusia condonó en julio del año pasado el 90% de la deuda de 35.000 millones de dólares contraída por Cuba durante la era soviética. También Canadá, Italia y otros países han condonado total o parcialmente la deuda. China ha firmado una veintena de acuerdos de cooperación que incluye la TV digital de matriz china; Brasil invierte en infraestructuras, en la modernización de las azucareras y en la construcción de contenedores en Puerto Mariel; Venezuela sigue con los 100.000 barriles de crudo diarios que ahora peligran. Los presidentes de China, Xi Jingping, y de Rusia, Putin, han cursado visitas de Estado a la isla.

La expansión creciente de China en el subcontinente americano puede explicar el brusco giro de Estados Unidos

 El 12 de agosto último, al hilo de la segunda ronda de las conversaciones con Cuba, iniciadas el 10 de febrero de 2014, la UE añadió 50 millones de euros más a los 90 aportados desde 2008 en el marco de la colaboración. Desde noviembre de 2008, España negocia con Cuba una deuda bilateral contraída por el país caribeño que en enero de 2014 ascendía a 2.304 millones de euros. Con todo, la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales sostiene que nuestro país debe mantener el liderazgo en las nuevas inversiones planificadas en el sector turístico —13 de las 17 cadenas hoteleras son españolas—, y considera un objetivo deseable a largo plazo la inversión en los sectores estratégicos de la energía, las comunicaciones, el transporte, las infraestructuras, además de los servicios de suministro y/o gestión de la electricidad, el agua, los aeropuertos, los residuos urbanos y las energías renovables.

 Potencial de inversiones

 Con la mirada puesta en el día después, José Luis Curbelo, decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Económicas de la Universidad Camilo José Cela, añade a ese listado la necesidad para una Cuba abierta al mercado y competitiva de crear un sistema financiero y de intermediación, un sistema judicial operativo y una reforma del mercado laboral que liberalice la relación salarial. “Necesitarán que la comunidad internacional despliegue en el país programas de reforma del Estado y creación de nuevas instituciones”, apunta.

 “Todo está por hacer y o lo hacen los americanos o lo hacemos nosotros”, plantea Ramón Jáuregui. Aunque Europa es el principal inversor en los países de la CELAC —505.700 millones de euros en 2013, más de un tercio de todo el capital inversor en la región—, su posición parece amenazada por el peso creciente de China que ha prometido destinar 222.000 millones euros en los próximos 10 años. “China se mueve en plan caballero galante que acude a rescatar a la princesa de las garras del dragón, aunque está por ver qué pasa con ese gigantesco proyecto suyo de ferrocarril que debe atravesar Chile y Perú a través de 25 túneles bajo los Andes.

La presencia china está cada vez más cuestionada”, indica Carlos Calamud. Parece obvio que Europa no puede pretender competir en cantidad con China ni EE UU, pero sí, quizá, en calidad. Dice Rafael Elías que el momento actual es propicio para una mejor asimilación regional de las políticas públicas asociadas al Estado de bienestar, a la reducción de las desigualdades y la ampliación de los derechos sociales. Ahora que la economía de la región ha entrado en reflujo, puede que el modelo sociopolítico europeo de mayor cohesión social y política redistributiva sea un valor a considerar. “Lejos de ser un lastre, el acervo cultural europeo es nuestra gran ventaja competitiva”, subraya Emiliano López Atxurra.

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