Un atentado en Kabul apunta a una nueva ofensiva talibán en el país

Al menos 15 personas murieron y cerca de 200 resultaron heridas, todas ellas civiles, a causa de la explosión la madrugada del viernes de un camión bomba en Kabul que destruyó varios edificios residenciales cerca de un complejo militar, según fuentes oficiales citadas por varias agencias de noticias. El número de víctimas podría aumentar ya que las ambulancias trasladaron decenas de heridos a diferentes centros sanitarios de Kabul. "Algunos [heridos] están en condición crítica, pero nuestra prioridad es atenderles y los detalles más exactos se ofrecerán a lo largo de la mañana", afirmó un portavoz del Ministerio de Salud Pública afgano, Wahid Mayar.

El portavoz aseguró que entre las personas atendidas en hospitales se encuentran al menos 10 niños y 27 mujeres, Varias viviendas de la zona quedaron destruidas y otras dañadas parcialmente, mientras que de un complejo militar cercano solo se vio afectado el muro exterior.

Ningún grupo se atribuyó de inmediato la responsabilidad del ataque, pero se sospecha que su autoría corresponde a los talibanes. El grupo armado, que libra una larga guerra contra el Gobierno afgano tras la invasión de 2001, no suele reivindicar los atentados contra víctimas civiles. No obstante, un informe de la Misión de la ONU en Afganistán (UNAMA) publicado esta semana les responsabiliza de la gran mayoría de la violencia contra civiles, que se ha disparado durante la primera mitad de 2015.

La matanza se produce un día después de que los insurgentes talibanes mataran a nueve personas en varios ataques contra objetivos policiales en el sur y el este de Afganistán, lo que sugiere el inicio de una ofensiva veraniega de los rebeldes siete meses después de que la OTAN pusiera fin a su misión de combate. A finales de julio, el grupo yihadista lanzó varios ataques contra puestos de control en el noreste del país, un nuevo ejemplo de que ha ampliado su ámbito de actuación.

Los talibanes se enfrentan a una creciente división interna después del nombramiento del mulá Ajtar Mansur como nuevo jefe del movimiento insurgente el pasado viernes, una vez anunciada la muerte del mulá Omar, líder indiscutible del movimiento desde hace 20 años. Estas tensiones en el seno de la milicia proyectan una sombra de duda sobre el futuro de las incipientes negociaciones de paz con el Gobierno, que tienen lugar en Catar.

Una facción del grupo ultraconservador, liderada por el hijo mayor del mulá Omar, Yacoub, se negó a jurar lealtad al nuevo líder, acusándolo de haberse coronado después de un proceso de nominación expeditivo y de haber mentido sobre el estado de salud del dirigente talibán. Según los servicios de inteligencia afganos, podría haber muerto realmente en abril de 2013 en Pakistán, pero el Gobierno pakistaní ha negado que falleciera en su territorio.

Como muestra de estas discrepancias internas, el pasado lunes dimitió de su cargo Tayeb Agha, jefe de la oficina política de los talibanes en Catar, lugar donde se celebran las negociaciones de paz con el Gobierno. Después de una primera ronda celebrada a principios de julio en Pakistán, una segunda reunión entre las dos partes estaba programada la semana pasada, pero se pospuso indefinidamente después del anuncio de la muerte del mulá Omar.