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El Estado Islámico se aprovecha de la porosa frontera turca

La oposición exige dimisiones por no prevenir el atentado de Suruç

Andrés Mourenza

“Ahora no se les ve tanto, pero todos sabemos que están aquí”, afirmaba hace unos meses un comerciante de Reyhanli, localidad turca fronteriza con Siria que ha sido castigada por el terrorismo con sello yihadista, como ayer sucedió en Suruç en un atentado cuya cifra de víctimas mortales se elevaba hoy a 32.

El autor del atentado suicida de Suruç -primero se dijo que era una chica de 18 años, pero las últimas informaciones apuntan a un hombre- “se mezcló con los jóvenes”, unos 300, congregados en el patio del centro cultural Amara “aprovechando que la mayoría de ellos venía de fuera de la ciudad y no eran conocidos aquí”, explica un portavoz municipal.

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“Las actividades del EI en Turquía y la tolerancia del Gobierno (turco) del AKP (islamista moderado) han provocado muchas bajas civiles en Turquía”, denuncia en un comunicado el Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP, pro-kurdo), poniendo como ejemplo el atentado de Reyhanli en 2013 –el más grave de la historia de Turquía-, la bomba en un mitin electoral kurdo en Diyarbakir el pasado junio o el reciente de Suruç: “Está claro que Turquía y su frontera se han convertido en una base logística para las milicias del EI”.

Pero, tras años de políticas ambiguas, ahora Ankara teme que el terror yihadista se vuelva en su contra. La pasada semana se filtraron a la prensa turca informes de los servicios de inteligencia según los cuales el EI habría introducido seis terroristas suicidas en Turquía, algo que –junto a presiones de Washington- llevó a las fuerzas de seguridad a incrementar su vigilancia y detener a docenas de militantes locales y extranjeros.

Sin embargo, no ha sido suficiente para evitar el atentado de Suruç, por lo que hoy varios representantes de la oposición han exigido al Gobierno “asumir responsabilidades políticas” y que “dimita” la dirección de los servicios secretos por sus “deficiencias”, en palabras del diputado socialdemócrata Veli Agbaba.

Las autoridades confirman la identificación de un sospechoso

AGENCIAS

Las autoridades de Turquía han identificado a una persona como sospechosa del atentado suicida que mató el lunes a 32 personas en la localidad de Suruç, cerca de la frontera con Siria, ha anunciado este martes el primer ministro, Ahmed Davutoglu.

Davutoglu, que ha acudido a la provincia de Sanliurfa, donde se encuentra
Suruc, ha confirmado la identificación de un sospechoso y ha asegurado
que las autoridades intentan aclarar ahora su posible vinculación con
la explosión, por la que más de cien personas resultaron heridas.

Los medios locales han señalado que se trataría de un hombre originario
de la región de Adiyaman, también en el sur, si bien oficialmente no
hay nada confirmado. El lunes, varias fuentes apuntaron a que podría
tratarse de una mujer suicida.

El Gobierno se defiende alegando que se trata de una frontera de 400 kilómetros, muy porosa y difícil de vigilar, pero el hecho es que, desde que hace dos semanas incrementó su presencia militar en la zona que va desde Karkamis a Kilis -la porción de terreno que, al otro lado de la frontera, controla el Estado Islámico-,la infiltración de yihadistas se ha hecho más difícil. Existe otro problema, y son, como explica el exasesor militar Metin Gürcan en Al Monitor, “los vacíos legales del sistema turco” permiten que los militantes detenidos sean liberados rápidamente. Los gendarmes y militares turcos exigen una reforma del código penal ya que el actual les impide presentar cargos por terrorismo contra estos presuntos yihadistas pues, si no van armados ni han cometido delitos en Turquía, sólo se les puede aplicar una falta administrativa por tratar de cruzar ilegalmente la frontera. Como apunta un oficial turco: “Los militantes del EI conocen muy bien sus derechos y saben explotar estos vacíos jurídicos”.

El movimiento a lo largo de la zona fronteriza y de un lado a otro de la línea que separa Turquía y Siria es sencillo, como muestra el que la práctica totalidad de los occidentales que se han unido al Estado Islámico (EI) lo hayan hecho desde suelo turco. Otro ejemplo de esta libertad de la que gozan los combatientes de los diversos grupos inmersos en la guerra civil siria –no sólo los islamistas- es el robo de coches. “Recibes una llamada y te dicen que tienen tu automóvil en Siria y que para recuperarlo, tienes que pagar 5.000 dólares. Si no pagas se lo quedan para usarlo en la guerra”, se queja Naime Turunç, contable de la provincia de Hatay. En la provincia de Urfa, donde se encuentran Suruç y el paso de Akçakale a Tel Abyad (el más utilizado por el EI hasta que el pasado junio fue reconquistado por las milicias kurdo-sirias YPG), las compañías de alquiler de coches también han denunciado robos similares. Y todos los vecinos consultados por este medio aseguran que, a lo largo de la línea fronteriza se ha incrementado el número de “barbudos” extranjeros que pululan a sus anchas.

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