Segunda vuelta electoral, mil interpretaciones
Los votos locales dan tímidas señales sobre una elección nacional, incluso aquellos de la ciudad de Buenos Aires
Con la segunda vuelta se completó la elección de alcalde de Buenos Aires. Horacio Rodríguez Larreta, del PRO, sucederá a Mauricio Macri al frente de la capital argentina. La diferencia que obtuvo sobre Martin Lousteau fue mínima, un 3 %.
El ballotage permite mil interpretaciones. A favor de Lousteau: logró mostrarse como una alternativa sólida en la ciudad. Su imagen descontracturada y su inteligencia encajan en las nuevas demandas políticas. En contra de Lousteau: llegó a este punto por una simple adición de votos (kirchneristas y de izquierda) que encontraron en él la posibilidad de molestar a Macri pero que no le deben fidelidad alguna. Ahora llega el tiempo de definirse y trabajar por su definición. Si sigue con el “ni”, perderá respeto e imagen.
A favor de Rodríguez Larreta: derrotó a todos juntos, en una elección altamente politizada. En contra de él: las expectativas previas (ayudadas por encuestas reiteradamente fallidas) le quitaron brillo.
En el análisis de esta elección, hay otra mirada que no puede soslayarse: los resultados no pueden proyectarse a las próximas PASO. La oposición al kirchnerismo es mayoría clara en la ciudad de Buenos Aires, tal como lo reflejó la primera vuelta. Al igual que en Santa Fe y en la mayoría de las elecciones hasta ahora, 2/3 del electorado no quiere la continuidad del kirchnerismo.
En la mayoría de las elecciones hasta ahora, 2/3 del electorado no quiere la continuidad del kirchnerismo
Pero en medio de la polvareda, debe tomarse como un dato político central el discurso de Mauricio Macri como lanzamiento de su campaña presidencial.
Fue un discurso contundente en cuestiones programáticas y políticas que marcan un rumbo, inesperado para muchos y que será amplificado ad infinitum en los próximos meses. Basta ver la reacción del kirchnerismo en las redes sociales (“para votar ese programa, votalo a Scioli”) para entender que Macri avanza de tal manera hacia un terreno fértil.
El miedo—tal como sucedió en la campaña de Dilma contra Aecio—ocupa ya un espacio público y subterráneo al mismo tiempo en la política argentina. Quienes recorremos el territorio palpamos cotidianamente hasta donde el oficialismo trata de asustar a los pobres con miedos sociales y a los sectores medios con miedos políticos. A desarmar esos miedos contribuyen las definiciones tajantes de Macri.
El tiempo que viene ya esta planteado. El kirchnerismo, teñido por la necesidad de la presidenta de sostener su estilo y discurso en el tiempo, pondrá límites al intento de Scioli de proyectar su imagen bonachona. La agresión sobre la Justicia seguirá, a la luz del miedo oficialista por la cárcel futura. Los mercados aumentarán su sensibilidad ante cualquier perspectiva de continuidad dura como la que proclama Kicillof o ante el aumento ilimitado del gasto, restringiendo los grados de libertad del próximo gobierno. Se multiplicarán los conflictos sociales, en especial en el interior.
Macri propondrá polarización sin agresión (Cambio + Juntos es su nuevo mensaje) y abrirá su espectro ideológico con la propuesta de su discurso de anoche. Los demás candidatos serán anécdotas. Por todo lo anterior, es prematuro sacar conclusiones demasiado apresuradas. Todo esta abierto para un final donde el eje será la polarización, sin lugar para medias tintas. Los votos locales dan tibias señales. El partido mayor aún está por jugarse.
Eduardo Amadeo es candidato a diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires, PRO. Twitter @eduardoamadeo
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