Así fue la primera fuga de 'El Chapo'
Oculto en el carrito de la ropa sucia y sobornando a policías, el capo mexicano escapó en 2001 de otra cárcel de máxima seguridad
La última maniobra escapista de Joaquín El Chapo Guzmán para zafarse de la cárcel de máxima seguridad de El Altiplano –un túnel de 1,5 kilómetros con ventilación y luz eléctrica– deja a su anterior fuga a la altura de los talones. El 19 de enero de 2001, el capo mexicano del cartel de Sinaloa escapó de otro fortín, el Puente Grande, oculto en el carro de la ropa sucia y acompañado por funcionarios sobornados que empujaron el carrito hasta el garaje de la prisión.
Guzmán, uno de los mayores narcotraficantes del planeta, había sido capturado apenas ocho años antes y sentenciado por delitos de asociación delictiva y cohecho a más de 20 años. La prisión de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, pasaba por ser uno de los centros penitenciarios mejor blindados del país: dos guardas por cada convicto, cientos de celdas de aislamiento y un sofisticado servicio de vídeo vigilancia.
Más de 60 funcionarios de la cárcel participaron en el plan de fuga, según la investigación oficial del caso. La fortuna de Guzmán, considerado entonces como uno de los hombres más ricos del mundo según el listado de la revista Forbes, abrió la puerta de su celda, desactivó el sistema de vídeo y empujó aquel carrito hasta traspasar tres niveles de seguridad, seis puntos de control y llegar al aparcamiento donde le esperaba el vehículo que lo sacó de la cárcel. Cinco funcionarios siguen hoy cumpliendo condena por aquello. El director de la prisión, Leonardo Beltrán Santana, sentenciado por cohecho y evasión de reos, salió en libertad en 2010 tras una reducción de pena.
Más de 60 funcionarios de la cárcel participaron en el plan de fuga
Durante la investigación, las declaraciones de los policías del reclusorio revelaron cómo era la vida del capo detrás de las rejas. Eran habituales las fiestas –en las que incluso llegó a contratar a bandas de música para que tocaran para él–, las visitas de mujeres a su celda y un menú de comidas exclusivo y a su gusto.
Las quejas de otros presos motivaron la visita de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) a las instalaciones del penal. El mismo día que un equipo de la CNDH paseaba por los pasillos de la cárcel para comprobar los sistemas de seguridad, El Chapo escapaba agazapado en el carrito. Hasta su detención en febrero de 2014, el caudillo de la organización criminal más importante del país continuó extendiendo su poder por 17 estados mexicanos, ensanchando las rutas hacia EE UU de cocaína, marihuana y metanfetamina.
La primera fuga se produjo apenas unas días después de la victoria del PAN (la derecha mexicana) en las elecciones de diciembre del 2000, quebrando la hegemonía del PRI después de más de 70 años. El recién elegido presidente Vicente Fox dijo entonces: “La perversa influencia del dinero sucio ha infectado las estructuras del Estado de derecho y ha vuelto deshonestos a los funcionarios”. El dinero negro ha vuelto a demostrar su poder, cristalizado esta vez en un túnel con ventilación y luz eléctrica en el subsuelo de la cárcel más segura de México.
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