El Partido Demócrata se distancia de Barack Obama
El presidente cada día es menos líder de los demócratas
El Partido Demócrata prepara la era post-Obama pero todavía ignora quién lo liderará.
El viernes, una rebelión demócrata contra la política comercial del presidente Barack Obama provocó una de sus mayores derrotas en el Congreso desde que llegó a la Casa Blanca en 2009. Los legisladores rechazaron conceder a Obama poderes para negociar por su cuenta un ambicioso tratado de libre comercio con países de la cuenca del Pacífico. El tratado es una prioridad del presidente en el último tramo de su último mandato, que acaba en enero de 2017.
El sábado, menos de 24 horas después de la humillación de Obama a manos de los suyos, Hillary Clinton celebró el primer mitin de la campaña electoral para sustituir a Obama en la Casa Blanca. El Partido Demócrata abre otra época.
Obama es posiblemente el líder más trascendente del Partido Demócrata desde John Kennedy. Ha sido el primer presidente afroamericano, el hombre que en 2008 galvanizó a la izquierda. Hace años que el pragmatismo y las renuncias a las que obliga el día a día frustraron el romance. Pero el voto contra el tratado comercial es peor: hasta ahora las derrotas de Obama se debían al obstruccionismo republicano; ahora los republicanos son sus aliados y los demócratas, los rivales.
No es la primera vez que un presidente demócrata se enfrenta a su partido por la politica comercial. Le ocurrió a Bill Clinton en los años noventa cuando negociaba el acuerdo con México y Canadá.
El voto del viernes refleja el desencanto con el presidente propio de los finales de mandato. El republicano George W. Bush abandonó la Casa Blanca en 2009 distanciado de su partido. El Partido Republicano boicoteó en el Congreso dos proyectos clave de Bush: una reforma de la inmigración similar a la que después promovió Obama y el rescate bancario tras la caída de Lehman Brothers en 2007.
La derrota —parcial y todavía no definitiva— del tratado comercial no significa que Obama sea un pato cojo, es decir, un presidente sin margen de maniobra político. Con el acercamiento a Cuba y la negociación con Irán aspira a dejar un legado perdurable en política exterior.
Pero los demócratas han pasado página. En un sistema de partidos poco jerárquico como el estadounidense, el presidente suele ejercer de líder del partido. Obama cada día lo es menos.
El discurso de Clinton en Nueva York es un discurso para liderar al Partido Demócrata. Tan llamativas fueron sus propuestas detalladas, largas y a ratos tediosas, como las ausencias. El tratado comercial, que Clinton defendía cuando era secretaria de Estado con la Administración Obama hasta 2013, no mereció ni una mención. Pronunciarse en contra sería un desaire para Obama. Si lo defendiese, correría el riesgo de perder el apoyo de las bases progresistas y los sindicatos, necesarios en toda campaña demócrata para la nominación.
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