La coalición exige a Irak políticas inclusivas hacia la población suní
Ministros de 20 países se reúnen en París para revertir el avance del Estado Islámico
El Estado Islámico controla ya un tercio de Irak y media Siria. Una extensión de unos 300.000 kilómetros cuadrados. Los 4.000 bombardeos de la coalición internacional en nueve meses no han detenido su avance. La toma por los yihadistas de Ramadi y Palmira el mes pasado han hecho saltar las alarmas. Por eso, 25 representantes de países de la coalición fueron convocados este martes en París para revisar la estrategia. Proseguirán los bombardeos, pero ahora hay una mayor apuesta por las vías políticas en ambos países.
Bajo la presidencia conjunta del ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius; el secretario de Estado adjunto de Estados Unidos, Anthony Blinken, y el primer ministro iraquí, el chií Haidar al Abadi, los reunidos exigieron a este último una política “más inclusiva” con los suníes. Las tribus de estos muestran enormes recelos ante las tropas iraquíes, con mayoría de mandos chiíes, y sobre todo ante las milicias armas y protegidas por Irán.
Abadi declaró tras la reunión en el Quai d´Orsay que se compromete a realizar “reformas”, pero que la amenaza yihadista no es solo para Irak, “sino para toda la región y para todo el mundo”. Por eso, exigió una mayor colaboración no solo para formar y rearmar a su Ejército, sino también para frenar el flujo de combatientes extranjeros –“son el 60%”, dijo- y “la reventa ilegal de petróleo”. “Pienso que es un fracaso de la comunidad internacional”, había dicho en una rueda de prensa previa a la reunión en la que también se quejó de recibir insuficiente ayuda militar: “Hay muchas palabras, pero pocos hechos sobre el terreno”.
Blinken anunció una próxima entrega de armas anticarro a Bagdad. Fue una prueba más de que la coalición tiene decidido mantener su estrategia militar. “Nuestra determinación es total”, aseguró Fabius, aunque la batalla será “larga”. Los bombardeos son “una buena estrategia”, señaló Blinken.
Pero ambos defendieron también “la opción política”. En Bagdad, para esa “inclusión” de los suníes, de la misma confesión religiosa que los yihadistas del EI. Y en Siria para que se cumplan los acuerdos de Ginebra-I, es decir, para llegar a acuerdos con grupos rebeldes y con el propio régimen sirio, con la premisa de que del pacto final quedará excluido el dictador Basar el Assad, quien, además, “no tiene capacidad ni voluntad para frenar al EI”, precisó Fabius. Sin esas vías políticas, sostiene Fabius, será imposible que Siria e Irak sigan existiendo como países.
Pero para esas vías políticas, con vasos comunicantes en ambos países como una “estrategia global”, es fundamental el papel que juegan Rusia e Irán. Ambos sostienen hoy al régimen sirio y, en el caso de Irán, su estrategia se mezcla con la compleja fase de las negociaciones sobre su desarrollo nuclear. Fabius afirmó que hay contactos con Rusia. “No creo que quieran un caos indescriptible”, añadió.
Para que cuadre esta nueva estrategia político-militar, el tablero se complica día tras día. A las divisiones religiosas, las milicias o grupos rebeldes diversos, el papel de Rusia o Irán, se suman las diferentes tácticas que siguen en la zona Turquía o Arabia Saudí, entre otros que, aun siendo miembros de la coalición, sostienen por su cuenta a aliados en la contienda multilateral.
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