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Las mujeres quieren hablar de paz

Representantes de las víctimas de la violencia en Colombia cuentan sus casos y piden participar más en las negociaciones con la guerrilla

Leonora Castaño y María Eugenia Cruz, el pasado lunes en Madrid.
Leonora Castaño y María Eugenia Cruz, el pasado lunes en Madrid. SANTI BURGOS

Leonora Castaño y María Eugenia Cruz nacieron cuando su país, Colombia, ya vivía en guerra. Desde entonces han transcurrido casi 50 años y ellas han sido protagonistas de ese conflicto. Castaño se exilió en España a causa de la violencia y Cruz fue víctima de agresiones sexuales a manos de grupos armados. Saben en carne propia cómo se vive la guerra cuando las mujeres son las afectadas.

Por eso se unen para llamar la atención del Gobierno colombiano, que negocia con las FARC en La Habana. Quieren que la presencia de su género sea más fuerte y que sus opiniones y la forma cómo quieren ser reparadas sean tenidas en cuenta en los acuerdos que allí se pacten. “El cuerpo femenino ha sido el mensajero de las guerras entre uno y otro bando”, afirmó María Emma Wills, asesora del Centro de Memoria Histórica de Colombia, en una conferencia realizada este pasado lunes en Madrid y organizada por la ONG Mujeres de Guatemala, que tenía como fin reflexionar sobre la importancia de las mujeres en los procesos de paz.

Cruz habla de lo que vivió como miembro del primer grupo de civiles víctimas que se reunió con las FARC y los representantes del Estado en Cuba. Lo hizo como vocera de quienes habían sufrido la violencia sexual en el marco del conflicto armado.

“Fui abusada cuando tenía 17 años, pero por el temor y la incertidumbre de no saber si tenía el respaldo de las instituciones, no me atreví a denunciar”, dice aún con un nudo en la garganta, pero con el orgullo de que a raíz de su caso se llenó de valentía para crear la corporación Mujer sigue mis pasos, que promueve procesos sociales para la denuncia de la violencia sexual.

El cuerpo femenino ha sido el mensajero de las guerras entre uno y otro bando": María Emma Wills, asesora del Centro de Memoria Histórica de Colombia.

“Cuando me dijeron que vería de frente a guerrilleros, a personas que habían hecho tanto daño, me asusté, creí que no sería fácil, pero pensé que si todos, Gobierno, víctimas y FARC, estábamos sentados, dispuestos a hablar, era porque íbamos por la vía correcta, la de la paz”, cuenta Cruz.

Para Castaño, el camino ha sido diferente. Hace 12 años tuvo que abandonar Colombia por las amenazas de los grupos armados. Ella era una reconocida líder que luchaba por la modificación de leyes agrarias y por los derechos de las campesinas para que lograran la titularidad de la tierra.

“Fundé la Asociación Nacional de Mujeres Campesinas, Negras e Indígenas, desde donde 100.000 mujeres encontraron respaldo para garantizar sus derechos”, dice. Pero en el 2003 un mensaje que le amenazaba con la muerte de sus hijos la obligó a dejar su país. Desde Alicante se unió a otras mujeres que habían tenido su misma historia y ahora es parte del Comité de Mujeres Refugiadas y Migradas de España. “Más de 600 mujeres ya han denunciado que fueron víctimas de agresiones sexuales en el marco del conflicto y faltan muchas más que tuvieron que huir”, asegura Castaño.

La voz de las mujeres es respaldada por instancias tan importantes como la de la Corte Constitucional que sentenció que la violencia sexual contra la mujer, que incluye explotación y abuso, “es una práctica habitual, extendida, sistemática e invisible en el contexto del conflicto armado colombiano”.

Por eso, el año pasado el Senado aprobó un proyecto de ley que permitiría que quienes han sido víctimas de este tipo de violencia tengan más opciones para que quienes cometieron el delito vayan a la cárcel. Establecieron que estos no prescribirán. Según la organización Casa de la Mujer, de Colombia, el conflicto de ese país ha dejado al menos a 500.000 mujeres víctimas.

“Las mujeres somos un botín de guerra. Y sin embargo, siempre hemos escuchado solo la voz de los hombres, con ellos es con quien se negocia la paz. Somos un país con más de 20 millones de mujeres que también queremos también hablar de paz”, concluye Castaño.

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