El presidente de Yemen pide la ayuda árabe para frenar a los Huthi
Arabia Saudí desplaza armamento pesado y artillería a la frontera con el país
Dos aviones sin identificar han vuelto a bombardear este miércoles el complejo presidencial de Adén donde se alojaba el presidente yemení, Abdrabbo Mansur Hadi, desde que huyera de los rebeldes Huthi en Saná, la capital. Hadi había abandonado el lugar poco antes, al saber que esa milicia se encontraba a las puertas de la ciudad. La Liga Árabe va a reunirse mañana jueves para estudiar su solicitud de una intervención militar árabe. De aprobarse, el conflicto yemení corre el riesgo de convertirse en una guerra abierta entre Arabia Saudí e Irán.
No está claro el destino de Hadi quien, según un diplomático yemení consultado por EL PAÍS, había huido a Riad, la capital saudí. A pesar de los desmentidos de su entorno, que insistía en que el presidente se encontraba en Adén y no tenía intención de irse, la población de esa ciudad no ha querido correr riesgos y quienes disponían de medios se han apresurado a marcharse.
Los Huthi son un grupo rebelde del norte de Yemen y de confesión chií zaydí (como un tercio de los 24 millones de yemeníes) con escaso respaldo en el resto del país. Sin embargo, en su expansión están contando con el apoyo de las fuerzas leales al expresidente Ali Abdalá Saleh, quien nunca ha encajado su salida del poder en 2012 presionado por sus vecinos árabes.
El miedo se desencadenó después de que la cadena de televisión Al Masirah, afiliada con los Huthi, anunciara que ese grupo había “asegurado” la base aérea de Al Annad, a las afueras de Lahij, la capital de la provincia del mismo nombre. Esas instalaciones albergaron hasta la semana pasada al último contingente de fuerzas especiales de Estados Unidos, un centenar de militares que asistían a los yemeníes en la lucha contra Al Qaeda. Desde allí hasta Adén apenas hay 60 kilómetros.
También los países árabes que apoyan a Hadi han evacuado a sus diplomáticos, poco antes de que cerrara el aeropuerto internacional. Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Egipto instalaron simbólicamente en Adén sus embajadas después de haberlas cerrado en Saná, a raíz de que los Huthi tomaran el poder a principios de febrero.
Para esos países, en especial Arabia Saudí, la actual situación de Yemen no es un mero problema interno. Tras el avance Huthi ven la mano del Irán revolucionario, al que perciben en un momento de expansión regional tras haber consolidado sus posiciones en Irak, Siria y Líbano. De ahí que se hayan volcado con Hadi, a pesar de que no tienen mucha confianza en él.
El nerviosismo saudí ante la perspectiva de que un movimiento proiraní controle su vecino del sur es tal, que el lunes pasado su ministro de Exteriores, Saud al Faisal, advirtió de que el reino tomaría “todas las medidas necesarias” si la crisis no se resolvía de forma pacífica. En ese contexto, la petición de ayuda de Hadi (primero a la ONU para que autorice la intervención militar extranjera y ahora a la Liga Árabe) tal vez encuentre eco.
De hecho, fuentes del Gobierno estadounidense han filtrado a Reuters que Arabia Saudí está desplazando armamento pesado y artillería a su frontera con Yemen. Pero una intervención directa contra los Huthis sólo alentaría un mayor apoyo a ese grupo por parte de Irán, hasta ahora más un observador que un actor, además de abrir la puerta a un enfrenamiento directo entre los dos rivales regionales.
“Incluso si los saudíes deciden ir a la guerra contra los Huthi, necesitan una estrategia política”, señala no obstante Sir Richard Dalton, investigador del centro de estudios británico Chatham House. “La campaña aérea no es la respuesta, sólo es una táctica para ayudar a la negociación, resulta un proceso lento de desgaste”.
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