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El niño boliviano prodigio del jazz que sedujo a Washington

José André Montaño es ciego y padece una leve parálisis cerebral, pero nada le impide conquistar audiencias y corazones

A sus diez años hace lo que a todo niño de esa edad le gusta hacer: chapotear en el agua, jugar video juegos, pasear en el parque. Con una diferencia: toca jazz como los grandes del género. Su ceguera no se lo impide.

De hecho, y aunque sueña con llegar a ser como uno de sus ídolos, Chick Corea, en muchos aspectos esos sueños ya se están cumpliendo.

José André Montaño, boliviano de Cochabamba, debutó la semana pasada en el afamado Kennedy Center de la capital norteamericana, un auditorio reservado para los grandes de la música. También interpretó frente a una audiencia llena en el Auditorio Preston del Banco Mundial. La organización multilateral enfatiza programas de desarrollo que promuevan una sociedad con oportunidades para todos, y en particular para las personas con discapacidades, que en América Latina y el Caribe son más de 65 millones, según diversas fuentes.

En su tierna década de vida, Montaño ha dedicado casi siete a la música. Comenzó a los tres con la batería y la armónica, y ahora frente al piano dirige su propio trío de jazz. He aquí su historia.

José Baig es editor online del Banco Mundial. Con información de Julio César Casma.

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