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Cinco muertos en un atentado a un bar de clientes occidentales en Mali

Los fallecidos son tres europeos y dos guardias de seguridad locales

José Naranjo
Un guarda vigila el bar atacado este sábado en Bamako.
Un guarda vigila el bar atacado este sábado en Bamako. REUTERS

El primer atentado terrorista que tiene lugar en Bamako, la capital de Malí, desde que hace dos años se desencadenara un conflicto contra grupos yihadistas en el norte de este país africano, se ha cobrado cinco víctimas mortales, entre ellos un ciudadano francés y otro belga, y nueve heridos. Fue en la calle Princesa, el corazón de la ‘movida bamakoise’. Pasada la medianoche del viernes, un coche se detiene junto al bar-discoteca La Terrasse, muy frecuentado por occidentales. De él se baja un hombre encapuchado que sube las escaleras del local y, tras abrir las puertas, comienza a disparar con su fusil automático contra las personas que se encontraban a esa hora en la barra y pista de baile. Según testigos presenciales, el atacante grita “muerte a los blancos” justo antes de disparar. Posteriormente, baja las escaleras, sube al coche donde le esperaba su cómplice y se da a la fuga. En el camino se tropiezan con una patrulla policial con la que tienen una escaramuza.

Los fallecidos son un joven francés de 30 años que trabajaba para una empresa estadounidense, un militar belga contratado como responsable de seguridad por la delegación de la Unión Europea y un policía y un guardia de seguridad malienses. Del quinto fallecido no se ha revelado su identidad, aunque las autoridades aseguran que también es de nacionalidad malí. Entre los heridos se encuentran tres militares suizos y dos expertos de Naciones Unidas en la desactivación de minas que pertenecían a la Misión de la ONU para la Estabilización de Malí (Minusma).

Inmediatamente después se produce una operación policial para tratar de detener a los autores del ataque que da como resultado la detención de dos sospechosos que, según fuentes próximas a la investigación, podrían tener alguna información de los hechos, pero no serían sus autores materiales. Desde que en el año 2012 el norte de Malí fuera ocupado por grupos yihadistas y el Ejército francés pusiera en marcha la operación Serval para expulsarlos en 2013, la posibilidad de un ataque como este en la capital del país era barajada por las fuerzas de seguridad. De hecho, hace dos años se desarticuló en esta ciudad una célula durmiente del Movimiento para la Unicidad del Yihad en África Occidental (Muyao).

En un comunicado, el presidente francés François Hollande ha mostrado su solidaridad con su homólogo malí Ibrahim Boubacar Keita, mientras que la Embajada gala en este país ha pedido “prudencia” a sus ciudadanos. El ministro de Exteriores, Laurent Fabius, ha condenado este “acto odioso y cobarde”. Las embajadas occidentales en Malí han alertado a sus ciudadanos de que no frecuenten lugares públicos en Bamako en los próximos días, mientras que algunas ONG han solicitado a su personal expatriado que se reagrupe y permanezca en sus casas.

Por otra parte, el noreste de Nigeria ha vuelto a ser el escenario de una nueva cadena de atentados aún no reivindicados pero que llevan el sello del grupo terrorista Boko Haram que ha provocado unos 50 muertos y casi 150 heridos. Al menos fueron tres explosiones, en dos mercados y en una estación de autobuses, en la ciudad de Maiduguri, capital del estado de Borno. El atentado más mortífero tuvo lugar en el mercado de Baga, donde fallecieron 36 personas y hay unos 70 heridos. Se sospecha que fueron provocadas por terroristas suicidas, aunque la investigación está en curso.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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