Los intentos de paz en Ucrania monopolizaron este jueves la cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno en Bruselas, en principio convocada para hablar de terrorismo. El alivio que mostraron la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, por la mañana en Minsk se fue transformando en cautela —incluso en escepticismo— por la fragilidad del alto el fuego, que ni siquiera ha entrado en vigor. “Hoy todavía tenemos esperanzas de una solución pacífica, pero la prueba real será el respeto del alto el fuego. El primer acuerdo de Minsk no fue respetado”, recordó el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.
El representante de los Estados miembros compareció con el presidente ucranio, Petró Poroshenko, que relató a los socios europeos su versión de la maratoniana negociación para alcanzar un pacto con Moscú. “Han sido unas negociaciones muy difíciles y no esperamos que la aplicación del acuerdo sea fácil”, explicó un nada entusiasta Poroshenko ante la prensa. Una señal de esa falta de confianza en lo pactado fue la alusión del presidente ucranio a las muertes registradas poco antes de firmar el pacto y la resistencia de los rebeldes a aplicar el alto el fuego de inmediato, como pedía Ucrania.
Con estas perspectivas, los líderes comunitarios se inclinaron anoche por mantener intactas las nuevas sanciones contra Rusia, que entrarán en vigor el lunes. Se trata de un castigo bastante limitado: la inclusión de 19 personas y nueve empresas en la lista de sancionados por la UE, lo que implica imposibilidad de viajar a Europa y congelación de bienes en territorio comunitario. Pero los ministros de Exteriores habían retrasado una semana su entrada en vigor para no entorpecer la negociación entre Rusia y Ucrania. Con la idea de publicarlas el lunes, Bruselas traslada el mensaje de que no cabe pensar en relajar —al menos por el momento— las medidas restrictivas.
Merkel y Hollande contaron a sus socios los detalles del diálogo de Minsk. “Ha habido un acuerdo, y podría haber habido un fracaso, pero el acuerdo no garantiza que en los próximos días haya un éxito duradero; esto supone que vamos a continuar vigilantes”, resumió Hollande.
Más esperanzada, la alta representante para la Política Exterior Europea, Federica Mogherini, instó a introducir “medidas concretas” que garanticen la puesta en marcha de lo que se ha aprobado. La jefa de la diplomacia europea eludió hablar de sanciones para centrarse en las esperanzas de paz. No hicieron lo mismo los líderes más críticos con la actitud del presidente ruso, Vladímir Putin. “Debemos ser claros con Putin y decirle que si no cambia su comportamiento, las acciones que tenemos en marcha no serán modificadas”, zanjó el primer ministro británico, David Cameron.
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