TeleKremlin se expande
Rusia refuerza su guerra propagandística contra Occidente a raíz del conflicto con Ucrania China contrarresta con noticias positivas las críticas y silencia las protestas ciudadanas
En la batalla global informativa, los medios rusos se encuentran entre los más activos y beligerantes. El conflicto con Ucrania ha llevado la guerra propagandística del Kremlin contra Occidente hasta niveles sin precedentes. Moscú acaba de impulsar una macroplataforma informativa en el exterior, llamada Sputnik, mientras el canal de televisión Russia Today sigue en expansión. También destaca China, que ha invertido miles de millones en el gigante CCTV, que decidió salir al extranjero en 2001 para dar a conocer la realidad del país (según el Partido Comunista, por supuesto). Este nuevo panorama se completa con medios impulsados desde Irán, Qatar y Venezuela.
RUSIA
La ofensiva tiene cara: Dmitri Kiselev, un popular presentador de televisión conocido por sus diatribas contra Occidente y los homosexuales, y por describir a Ucrania como un país dirigido por fascistas. El locutor, que se ha ganado el apodo de “propagandista jefe del Kremlin”, está al frente de Rossiya Segodnya [Rusia Hoy], un conglomerado de medios impulsado en 2013 por Moscú y que engulló RIA Novosti, una agencia de noticias estatal relativamente independiente. Su último lanzamiento es Sputnik, un servicio de noticias en radio e Internet para el mercado internacional dirigido a una audiencia, según Kiselev, “cansada de la agresiva propaganda que plantea un mundo unipolar y que quiere una perspectiva diferente”. “Ofrecemos una interpretación alternativa del mundo”, dijo durante la presentación del portal multimedia, presente en 34 países, en noviembre pasado. En la web se destacaban esta semana, entre otras cosas, aspectos positivos de la caída del precio del petróleo, aunque en realidad suponga un golpe para la economía rusa.
"Ofrecemos una interpretación alternativa del mundo”, asegura el jefe del grupo de medios ruso Rossiya Segodnya
El lanzamiento de Sputnik llega pocos días después de que otro de los pilares del Kremlin en el exterior, el canal de noticias Russia Today (RT), anunciara una programación específica para Reino Unido. Esta especie de anti-CNN, creada en 2005, dio un golpe de efecto en 2013 cuando fichó a un icono del periodismo para su edición norteamericana. “Tenemos un nuevo presentador. No se vayan a desmayar, por favor. Es algo que no hubiera podido ni imaginar hace 20 años, cuando era una niña. En fin, Larry King trabaja con nosotros”. Así anunció la redactora jefe de Russia Today, Margarita Simonián, en su Twitter, uno de los momentos triunfales del canal.Desde entonces, el veterano periodista, que fuera durante 25 años la cara de la CNN, ha repetido en numerosas ocasiones que nadie interfiere en los contenidos de su programa. Pero dos presentadoras de informativos de la cadena dimitieron el año pasado por la cobertura, a su juicio manipulada, que RT daba del conflicto con Ucrania, uno de los puntos calientes de la diplomacia rusa. “No puedo ser parte de una cadena financiada por el Gobierno ruso que encubre las acciones de Putin”, afirmó desde Washington Liz Wahl antes de dimitir en directo por “razones éticas”.
Medios de comunicación en ascenso
- RT (antes Russia Today). El canal original en inglés se lanzó en 2005. Ahora emite también en alemán, árabe y español (este año también en francés) y tiene canales específicos para Estados Unidos y Reino Unido. Cuenta con 2.500 empleados en un centenar de países, donde 700 millones de personas tienen acceso a sus emisiones, según las estimaciones de la propia empresa. Su presupuesto aumentará un 30% este año, hasta 313 millones de euros.
- Sputnik. Es un servicio de internacional de noticias multimedia (radio e Internet) que depende de Rossiya Segodnya, un conglomerado de medios que se creó en 2013 tras engullir RIA Nóvosti, una agencia de noticias estatal relativamente independiente. La financiación de Rossiya Segodnya alcanzará los 132 millones de euros, 2,5 veces más de lo que tenía RIA Nóvosti antes de su disolución.
- CCTV. La Televisión Central China fue fundada en 1958 pero no dio el salto internacional hasta 2001. Depende directamente de la Administración Estatal de Radio, Cine y Televisión china (SARFT) y, a través de ella, del Consejo de Estado, el Ejecutivo chino. En China dispone de 42 canales, 25 abiertos y 17 de pago, la mayoría de entretenimiento con una cuota de pantalla del 30%. En el exterior, sus emisiones en otros idiomas cuentan con 135 millones de espectadores (100 de la edición en inglés, 15,5 en español, 12,2 en francés, 6 en árabe y casi 1 millón en ruso, según datos de finales de 2013). Está presente en 121 países.
- PressTV / HispanTV. El Gobierno de Irán lanzó PressTV en inglés en 2007. Su plantilla inicial de 400 empleados se ha triplicado. Además, desde 2011, ha añadido el canal en español HispanTV, con otros 800 trabajadores y donde los redactores, sin contrato ni seguridad social, ganan 1.000 euros mensuales.
- Al Jazeera. Fundado en 1996 por el Gobierno de Qatar, es el principal canal de noticias del mundo árabe. Desde entonces se ha convertido en una empresa con una veintena de canales, incluidos varios infantiles y de deportes, que cuenta con 3.000 profesionales, 400 de ellos periodistas, de 60 nacionalidades distintas y 80 oficinas distribuidas por todo el mundo. Su presupuesto, controlado por el Estado catarí, no es público.
- Telesur. Inició sus transmisiones en 2005. Venezuela es el principal accionista de la cadena con un poco más de 51%, seguido por Argentina (20%), Cuba (19%), Uruguay (10 %) y otros tres países con presidentes afectos al Gobierno de Caracas. La programación no tiene cortes publicitarios porque no los necesita. Los Estados financian todas las operaciones. Para este año, el Ejecutivo de Nicolás Maduro ha asignado 169 millones de bolívares, casi 27 millones de dólares, según la tasa de cambio más favorable. En julio Telesur expandió sus operaciones al presentar su programación en inglés para llegar al público de Estados Unidos. Según una nota de prensa distribuida al momento de lanzar la señal en inglés, Telesur tenía una audiencia de 492 millones de espectadores en 110 países.
EE UU es uno de los países en los que Russia Today se ha hecho fuerte. En San Francisco, Chicago o Nueva York es la televisión extranjera más vista. El canal de noticias ha tenido desde 2005 una importancia estratégica para Rusia y ha conseguido una gran penetración. Emite en inglés, árabe y español. En Reino Unido es seguido por más de dos millones de telespectadores, con lo que ha llegado a figurar como la tercera cadena de noticias, tras la BBC y Sky News. Pero no son pocos los críticos que, en la prensa británica, acusan a RT de su tendencia a hacer circular teorías conspirativas. El 10 de noviembre, Ofcom (regulador del mercado televisivo en Reino Unido) consideró a RT culpable de violar el código ético por su “parcialidad” en la cobertura de la crisis ucrania de marzo de 2014. El organismo advirtió al canal de que, si se producían más vulneraciones de ese código, podría perder su licencia.
“Nuestros canales los ve la gente que está cansada de la imagen parcial del mundo y prefiere un contenido televisivo de alta calidad, una alternativa a la corriente principal occidental”, se defiende Simonián (pese a que son empresas diferentes, la periodista es redactora jefa de RT y de Rossiya Segodnya). El canal de televisión también ha aumentado su presencia en América Latina, otro de sus objetivos diplomáticos. Más de 900 operadores de televisión de pago transmiten su señal. “En estos países la gente está cansada de la agenda que dictan los canales españoles de CNN y BBC”, dice.
El objetivo real de estos medios es lanzar una estrategia de desinformación para dividir a Occidente, afirman el periodista británico Michael Weiss y el productor de televisión ruso afincado en Londres Peter Pomerantsev en un informe realizado para el Instituto de la Rusia Moderna, con sede en EE UU, cofinanciado por familiares de Mijaíl Jodorkovsky, antiguo magnate ruso del petróleo y rival de Vladímir Putin que acabó en la cárcel. Los autores ponen como ejemplo un reportaje de RT en el que se aseguraba que había judíos huyendo del antisemitismo de Ucrania o lanzando teorías conspirativas sobre el accidente del vuelo MH17 de Maylasia Airlines que fue derribado en julio pasado en Ucrania. Este tipo de manipulación, según Weiss y Pomerantsev —considerados “rusofóbicos” por algunos en Moscú—, responde a un nuevo uso de la información como arma.
Pese a las dificultades económicas, los presupuestos públicos para estos medios siguen al alza. Para este primer año, Sputnik dispone de 132 millones de euros. Mientras, RT contará con 313 millones, un 30% más que el año anterior. “La cuestión es si los esfuerzos tendrán algún efecto, porque estos medios no son fuentes de información de confianza para el consumidor occidental”, opina el politólogo Dimitri Oreshkin. Konstantín Eggert, comentarista de la radio Kommersant FM, estima que en un futuro la eficacia de la propaganda estatal se debilitará. “En tiempos de crisis las personas están más dispuestas a confiar en la realidad y menos en la propaganda televisiva”, dice Eggert.
La OTAN se prepara para el contraataque. En diciembre pasado, produjo un vídeo —disponible en Youtube— sobre una ciudad ucrania que, según Moscú, está llena de fascistas violentos, Lviv. En él se pueden ver las tranquilas calles de la localidad y sus educados residentes. Una joven, por ejemplo, explica al reportero que tiene alojados a desplazados por el conflicto en casa de forma gratuita.— C.GALINDO / E. VICÉNS
CHINA
El presidente de China, Xi Jinping, dejó clara su concepción del papel de los periodistas en ]su primer discurso tras ser nombrado secretario general del Partido Comunista: “Amigos de la prensa, China necesita aprender más del mundo y el mundo también necesita aprender más de China. Espero que continuéis esforzándoos para profundizar en este entendimiento mutuo”. Reporteros sin Fronteras recupera este fragmento en su último informe sobre el estado de la libertad de prensa en el planeta para resumir la filosofía informativa de Pekín: “Ay del periodista que pensara que el dirigente recomendaba ‘describir con rigor la realidad’ cuando lo que quería decir es ‘seguid la propaganda del partido al pie de la letra”.
La televisión estatal china CCTV es uno de los principales instrumentos para este fin. La expansión internacional del ente, que se define como “un portavoz importante del Partido, el Gobierno y el pueblo chino”, comenzó en 2001. Hoy cuenta con departamentos que gestionan las versiones en inglés, castellano, francés, ruso, coreano y árabe, y tres grandes redacciones en Pekín, Nairobi y Washington. El objetivo es “que personas de otros países conozcan el mundo desde una perspectiva china”, describe Chen Yongqing, del Departamento de Difusión y Desarrollo en el Extranjero de la televisión. “CCTV está comprometida a construir un medio internacional de primera clase y esto pasa por seguir desarrollándose en los mercados extranjeros”, explica.
La cobertura de asuntos considerados delicados repite la línea oficial, como ocurre con la violencia en Xinjiang o la situación en Tíbet. Otros asuntos, como los aniversarios de la matanza de Tiananmen, directamente se ignoran. Basta buscar la palabra Tíbet en la web de CCTV América: cuesta encontrar menciones a las protestas. Las noticias se centran en destacar la iniciativa de Pekín en temas por los que el Gobierno suele ser criticado en los foros internacionales, como la contaminación. La programación para el consumo doméstico tampoco se libra de las críticas. Un grupo de intelectuales chino ha acusado a los responsables televisivos de utilizar sus programas de ficción e informativos para lavar el cerebro a la audiencia. Y los seguidores de la serie Juego de tronos advirtieron en 2014 que el canal había censurado un cuarto del contenido (escenas violentas y de sexo, básicamente), lo que acaba dificultando el seguimiento de la trama.
La cobertura de asuntos considerados delicados repite la línea oficial, como ocurre con la situación en Tíbet
La publicidad cubre casi exclusivamente los 2.108 millones de euros de su generoso presupuesto que permite disponer de medios excepcionales para sus coberturas y contratar profesionales extranjeros reputados, especialmente para el canal en inglés, el que goza de mayor autonomía.
Pero no hay libertad de criterio. Los trabajadores de CCTV en China están sujetos a un fuerte control gubernamental y a la censura. En las ediciones en otros idiomas, los trabajadores raramente tienen espacio para la producción propia y en muchos casos se limitan a traducir y editar las noticias que llegan desde el canal en inglés. “La calidad depende de la región en la que se ha producido y lo delicado que el tema resulte en Pekín” apunta Anne Nelson, de la Universidad de Columbia (Nueva York) en un informe para el Center for International Media Assistance.— MACARENA VIDAL LIY / XAVIER FONTGLÒRIA
IRÁN
A pesar de prohibir las parabólicas dentro del país, las autoridades iraníes respondieron a la competencia informativa de BBC, CNN o Al Jazeera International con el lanzamiento de la televisión por satélite PressTV en 2007. El nuevo canal en inglés se convirtió en el proyecto estrella de IRIB, la Radiotelevisión de la República Islámica de Irán, con el objetivo declarado de expandir su alcance global en un momento de creciente presión de EE UU. Desde sus inicios, PressTV ha estado acusada de antisemita, de dar cancha a quienes cuestionan el Holocausto y de hacerse eco de teorías de la conspiración. Denuncias presentadas por la Liga Antidifamación y otras entidades hicieron que varios satélites europeos y americanos dejaran de transmitir su señal.
Financiada por el Estado, su presupuesto anual era de 250.000 millones de riales (casi seis millones de euros) en 2009, el último dato publicado. Su director general lo nombra el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei. A los 1.200 trabajadores de su canal en inglés se suman desde 2011 los 800 trabajadores del canal en español HispanTV —emite Fuerte Apache, el programa de Pablo Iglesias, líder de Podemos—. En ambos, todas las noticias pasan una revisión ideológica antes de su emisión.
De hecho, los profesionales de la información consideran ambas cadenas instrumentos de propaganda del régimen iraní, cuya visión de los problemas regionales difunde. Aunque su objetivo es la opinión pública occidental, no parece que haya conseguido una cuota de audiencia significativa más allá de los estudiosos de Irán, periodistas o el ocasional televidente con curiosidad.La verdadera prueba de fuego de la cadena fueron las protestas que siguieron a la reelección de Mahmud Ahmadineyad en 2009. A partir de ese momento, PressTV perdió cualquier viso de credibilidad al alinearse sin el menor cuestionamiento con la versión oficial que tachó a los manifestantes pacíficos de “sediciosos al servicio de potencias extranjeras”. El canal se prestó a transmitir las confesiones autoincriminatorias de algunos de los detenidos, como si fueran entrevistas en exclusiva. Los intentos de EL PAÍS por hablar con un portavoz resultaron infructuosos.— ÁNGELES ESPINOSA
QATAR
Desde su lanzamiento en 1996, Al Jazeera ha sido percibida como un instrumento de la política exterior de Qatar, un pequeño pero ambicioso emirato con las mayores reservas de gas natural del mundo. Su fundación por un decreto del entonces emir, el jeque Hamad, garantizó que contara con envidiables medios técnicos y recursos humanos. Destacados periodistas del servicio en árabe de la BBC formaron su plantilla inicial. Diez años más tarde, Al Jazeera International también atrajo a conocidos profesionales de televisiones anglosajonas como el ahora fallecido David Frost, Jackie Roland o Stephen Cole.
Lo mismo sucedió en el verano de 2013 con Al Jazeera America, que se llevó a Ray Suárez de la PBS o a Morgan Radford de la CNN. Eso no se consigue sin ofrecer buenos salarios y condiciones laborales atractivas. Pero las cuentas de Al Jazeera son un secreto mejor guardado que la fórmula de su éxito. La cadena en árabe contó con un préstamo fundacional de 500 millones de riales cataríes (unos 112 millones de euros) que, a diferencia de una ayuda, tenía que devolverse con la publicidad. “Al Jazeera fue la primera televisión independiente del mundo árabe”, señala un portavoz por correo. “Su enfoque periodístico global y en profundidad, junto con su compromiso de dar voz a los sin voz, le ha hecho merecedora de numerosos premios”, subraya. Esa independencia ha sido especialmente cuestionada a raíz de la primavera árabe, cuando la cadena, como la familia real catarí, se alineó con las revueltas. No obstante, su enérgico seguimiento de estas en Egipto, Túnez y Libia, no se extendió a las monarquías vecinas de Qatar. Las protestas en Omán, la ciberdisidencia en Arabia Saudí, pero sobre todo la sublevación de la mayoría chií en Bahréin, quedaron relegadas a la cola de los informativos. Rara vez informa de asuntos internos del emirato, como se evidenció durante el incendio de un centro comercial en 2012.
Pero eso no ha impedido que se haga con una amplia audiencia internacional que para la cadena en inglés alcanzaba el año pasado “260 millones de hogares en 130 países de seis continentes”, según sus estimaciones. Los más críticos afirman que simpatiza con el movimiento de los Hermanos Musulmanes. Esa asociación fue uno de los factores que pesó en que Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin retiraran sus embajadores de Doha el pasado marzo, aunque recientemente parecen haber aparcado sus diferencias. “La red de Al Jazeera tiene una estructura editorial independiente y sin ninguna interferencia ni dictado de la política exterior de Qatar. Nuestra política editorial es independiente para nuestros diferentes canales”, desestima el portavoz sin entrar en la polémica.— Á. E.
VENEZUELA
La apuesta de Telesur, un canal de televisión dirigido a América Latina creado en 2005, tenía sentido dentro de la lógica del entonces presidente Hugo Chávez. Se trataba de asignar fondos de la renta petrolera venezolana para crear una señal transnacional que difundiera la cosmovisión del Gobierno. Al fallecido líder le disgustaba la cobertura de las señales internacionales latinoamericanas sobre su revolución bolivariana y sus aliados. Como la definió recientemente el actual presidente, Nicolás Maduro, “Telesur es hoy la más importante realidad comunicacional que rompe la dictadura mediática y los paradigmas falsos de la comunicación del mundo occidental”.
La intención, más allá del propósito declarado de dar a conocer la agenda oficial de los países de América del Sur, era hacer contrapeso a las cadenas internacionales de noticias, pero especialmente a CNN en español, con quien Chávez mantuvo grandes polémicas.
Nueve años después Telesur mantiene el esfuerzo de presentar una programación que responde a la visión geopolítica de los Gobiernos socios. Muchos ejemplos lo ilustran: en la última incursión israelí en Gaza la cadena escogía presentar y reprobar, en primer término, las consecuencias de la acción militar entre los civiles palestinos. Con ocasión del Mundial de fútbol celebrado en Brasil transmitieron el programa De Zurda, que mezclaba el fútbol y la política, conducido por Diego Armando Maradona y el periodista uruguayo Víctor Hugo Morales. El histórico futbolista argentino se regodeaba en su amistad con el presidente Nicolás Maduro y con Fidel Castro y demonizaba a Washington. Ambos han respaldado al Gobierno de Argentina en su disputa con el grupo Clarín. Una nueva temporada de este programa se transmitirá en 2015. Y las noticias sobre Venezuela siempre prefieren mostrar el lado épico que Maduro ha tratado de darle a su empeño de rebajar la inflación y la escasez endureciendo los controles a la economía.
Después de estudiar los contenidos de Telesur, el investigador de la Universidad Católica Andrés Bello, Marcelino Bisbal, encontró un patrón: al igual que los medios oficiales venezolanos, más de la mitad de la oferta de la señal internacional está destinada a transmitir noticias que complacen los intereses de los Gobiernos accionistas (Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Uruguay y Venezuela). Se trata, en palabras del docente, de “una agenda sociopolítica en sus distintos contenidos programáticos como el único camino para alcanzar la integración latinoamericana”. El pasado año, Telesur inauguró un canal en inglés, que se emite desde Quito, con la idea de entrar por satélite en EE UU.— ÁLFREDO MEZA
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