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Francia despide a los dibujantes de Charlie Hebdo

Las exequias por cuatro de las víctimas del atentado se han celebrado en París

El féretro del Bernard Verlhac, "Tignous", abandona el ayuntamiento de Montreuil tras su funeral.
El féretro del Bernard Verlhac, "Tignous", abandona el ayuntamiento de Montreuil tras su funeral.YOAN VALAT (EFE)

Una multitud de anónimos se concentró esta mañana en las afueras de París para arropar a los familiares y amigos del dibujante Tignous, asesinado la semana pasada junto a nueve compañeros de Charlie Hebdo y dos policías. Tras un sentido homenaje civil celebrado en el ayuntamiento de Montreuil, en el que la ministra de Justicia, Christiane Taubira, recordó que en “Francia se puede dibujar al profeta”, Tignous fue enterrado en el cementerio parisiense del Père-Lachaise. También este jueves fue inhumado su compañero Georges Wolinski, en el cementerio de Montparnasse, al igual que la psicóloga Elsa Cayat, otra víctima del ataque del 7 de enero. Los funerales de Cabu se celebraron el miércoles y los de Charb, el director de la publicación, serán este viernes.

En el interior del ayuntamiento de Montreuil, los amigos y familiares de Bernard Verlhak, alias Tignous, iniciaron su homenaje laico, con toques de humor y siempre con mucho cariño, rellenando de dibujos el féretro del difunto, hecho de madera clara y sin barnizar. Junto al ataúd, de aspecto frágil y cubierto ya de muñecos e inscripciones, como un mosaico de pintadas, el círculo íntimo del dibujante tomaba la palabra en un pequeño pupitre. “Han conseguido ponernos hoy con una rodilla en el suelo, pero no las dos… es esencial, nunca se sabe, no nos dé por rezar”, lanzó con semblante serio el humorista y gran amigo suyo, el muy irreverente Christophe Alévêque, antes de entonar un emocionado Bella Ciao.

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“Se puede dibujar todo, incluido al profeta, porque en Francia, país de Voltaire y de la irreverencia, tenemos derecho a mofarnos de las religiones”, recordó la ministra Christiane Taubira, quien rindió homenaje al caricaturista que cubrió un gran número de juicios. “Tignous y sus compañeros ahora inseparables –periodistas, dibujantes, economista, psicoanalista, corrector, guardia- eran centinelas, vigías, los guardias mismos que velaban por la democracia para evitar que dormite”. La ministra cerró su homenaje citando al poeta Paul Éluard: “tú soñabas con ser libre y yo te sigo”.

Su esposa Chloé, madre de dos de sus cuatro hijos, recordó por su parte al padre, compañero, hombre generoso y dibujante de compromiso. “No sé qué deciros… Lo extraordinario es recibir todos estos testimonios de amor, cuando no se cortaba con nadie. Se puede decir lo que se piensa y aún así ser querido”, recalcó, antes de recordar la importancia de continuar con su combate. “Debemos seguir, en nombre de nuestros hijos, defendiendo la laicidad en las escuelas, creo que es fundamental”, insistió.

En la plaza del ayuntamiento, pese al frío, el gris, el viento y la llovizna intermitente, cientos de anónimos, vecinos de este barrio multicultural de la periferia este en el que vivía Tignous, seguían los discursos desde unas pantallas instaladas entre las columnas del edificio. “Era importante para mí asistir a una ceremonia laica y pública, necesitaba estar con gente para hacer el duelo y entender lo ocurrido”, explicaba una emocionada Helia, profesora de 56 años. En la fachada, bajo las luces con la inscripción de ‘Feliz Año’ todavía colgadas, un retrato gigante recordaba a cuatro de los dibujantes de Charlie Hebdo asesinados y un cartel retomaba el nombre de las 17 víctimas de los tres atentados de la semana pasada.

Han matado a un hombre pero no a sus ideas”, señaló Elsa Wolinski, hija del dibujante

El féretro repleto de pintadas de Tignous puso rumbo luego hacia el cercano y famoso cementerio del Père-Lachaise, donde horas antes se rendía homenaje en una ceremonia privada a Georges Wolinski. “Creo que empiezo a entender que mi padre ha muerto, aunque lo he dicho y lo repito, han matado a un hombre pero no a sus ideas”, señaló a los periodistas su hija Elsa. El dibujante fue incinerado en el Père-Lachaise al son del jazz de Miles Davis, en presencia entre otros de la ministra de Cultura, Fleur Pellerin, y del exdirector de Charlie Hebdo, Philippe Vall. Sus cenizas fueron inhumadas por la tarde en la otra punta de París, en el sur, en el cementerio de Montparnasse.

Allí despidieron también a Elsa Cayat, una ceremonia que contó con la presencia de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, y del dibujante Luz, autor de la portada del nuevo especial de Charlie Hebdo que el jueves volvió a venderse en los quioscos en cuestión de minutos. Franck Brinsolaro, el guardaespaldas de Charb también fue enterrado el jueves en Normandía, en Bernay, y el economista Bernard Maris, en Montgiscard, cerca de Toulouse, en el sur de Francia. El propio Charb, el dibujante Honoré y el corrector de Charlie Hebdo Mustapha Ourrad serán por su parte enterrados el viernes y cierran así el baile de las despedidas.

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