Dos terroristas muertos en Bélgica en una operación contra el yihadismo
La policía se despliega para desmantelar una célula que planeaba atentados
El escenario de la amenaza yihadista se trasladó este jueves de Francia a Bélgica. Ocho días después de los atentados organizados por tres islamistas en los que 17 personas fueron asesinadas en París, la policía federal belga lanzó una amplia operación antiterrorista en tres puntos del país que se saldó con dos muertos, presuntamente yihadistas europeos. La fiscalía aseguró anoche que había interceptado una célula compuesta por varias personas, algunas de ellas recién retornadas de Siria, con intenciones de cometer “un atentado de envergadura y de manera inminente” en el país, aseguró en conferencia de prensa el magistrado federal Thierry Werts.
Los hechos se produjeron en la localidad de Verviers, en la provincia de Lieja (este del país), poco antes de las seis de la tarde. Los sospechosos abrieron fuego con armas automáticas contra la policía cuando los agentes, que habían realizado una decena de registros en la zona, algunos de ellos en una céntrica panadería, accedieron al local donde se encontraban. “Los sospechosos fueron neutralizados y ningún policía ni civil resultó herido”, aseguraron los miembros de la fiscalía a la prensa. Sí se halla herido un tercer supuesto terrorista.
La operación en Verviers no fue la única desarrollada este jueves por las autoridades belgas. La localidad de Vilvoorde y el distrito de Molenbeek, perteneciente a Bruselas y de población mayoritariamente musulmana, fueron objeto de varias pesquisas para identificar a presuntos yihadistas residentes en el país. La policía hablaba a última hora de 10 operaciones abiertas, con disturbios en Molenbeek. Todas ellas están relacionadas. La fiscalía rehusó precisar más detalles para no frustrar los resultados de la investigación y se remitió a nuevos datos que ofrezca este viernes.
Ante la gravedad de los hechos, Bélgica elevó la alerta terrorista del nivel dos al tres para las fuerzas de seguridad y justicia, contra las que esta célula tenía intención de atentar, según la fiscalía, y la mantuvo en el nivel dos para el resto de los ciudadanos. Ese nivel tres —en una escala de cuatro— es el mismo que ha fijado España tras los ataques de Francia.
La fiscalía no confirma, de momento, la relación entre estas operaciones y los atentados de París, aunque el país permanecía en alerta desde los ataques del 7 de enero. La prensa belga ha informado estos días de que algunas de las armas utilizadas en los crímenes de Francia se adquirieron en Bélgica. Uno de los supuestos traficantes que vendió material a Amédy Coulibaly, autor del asalto a un supermercado judío de París, se entregó el miércoles a las fuerzas de seguridad.
El país es uno de los que registran mayor cantidad de los llamados combatientes extranjeros que viajan a Siria e Irak para alistarse en las filas de los grupos más radicales contrarios a Bachar el Asad. Las autoridades tienen contabilizadas a más de 300 personas, de las que un centenar al menos han regresado, con la consiguiente amenaza que representan para la seguridad. Con 11 millones de habitantes, Bélgica se ha convertido en el Estado con mayor proporción de yihadistas. En toda Europa se calcula que hay unos 3.000 combatientes de ese tipo.
Inquieto por las cifras, el Gobierno encabeza desde hace dos años una iniciativa de varios países europeos que intentan adoptar medidas rápidas para hacer frente al fenómeno. De estas reuniones han surgido compromisos para acelerar el intercambio de información policial y judicial, así como la convicción de que los gigantes de Internet deben cooperar para cercar a estos terroristas, que se radicalizan y comunican en buena medida a través de las redes sociales.
El asalto al local de Verviers se produjo entre un importante despliegue de seguridad. La policía acordonó la zona y, aunque no realizó evacuaciones, recomendó a los vecinos que no saliesen de sus casas. Varias ambulancias aguardaban en la zona, y los testigos aseguraban haber oído una gran detonación. Acostumbrados a la calma, los residentes no daban crédito a lo sucedido. Horas después de los tiroteos, seguían apostados en el mismo punto, en la confluencia de la Rue du Palais y de la Rue de la Colline, esperando poder atisbar algo entre dos furgones de policía y cuatro agentes fuertemente armados y con la cara cubierta.
Holil Benozil, un joven de unos 30 años, trabaja en un centro de lavado de turismos “a dos minutos a pie” del lugar de los hechos. “Estaba terminando mi jornada, escuché gritos y vine a ver qué pasaba. Solo se veía mucha policía corriendo de un lado para otro. Ni siquiera había ambulancias”, apuntaba.
Richard Coumont y Amime Lecelt viven a tres calles de la vivienda en la que se produjo el tiroteo. Oyeron una fuerte explosión y salieron a ver qué había ocurrido. Cuando llegaron, la policía ya había acordonado la zona. “Es un lugar muy tranquilo”, apuntaba Coumont mientras trataba de avistar qué había más allá del cordón policial. “No podíamos esperar que sucediese algo así”, añadía. “En Verviers la población musulmana está integrada y la convivencia es normal”, cerró este hombre de unos 50 años y poblada barba cana.
El Gobierno belga prevé aprobar este viernes un paquete antiterrorista que incluye la sustitución de policías por el Ejército en caso de urgencia y la ampliación de escuchas telefónicas.
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