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Desconcierto por los fallos de seguridad en Francia

Los terroristas fueron controlados hasta meses antes de realizar los ataques

Carlos Yárnoz
Policías y soldados franceses, durante una operación de vigilancia, este lunes en el barrio judío de París.
Policías y soldados franceses, durante una operación de vigilancia, este lunes en el barrio judío de París. R. M. (ap)

Los hermanos Chérif y Said Kouachi, autores de la matanza en Charlie Hebdo el miércoles pasado, y Amedy Coulibaly, que mató a una policía municipal y a cuatro judíos en los dos días siguientes, habían estado vigilados hasta poco antes de cometer sus crímenes por los servicios antiterroristas, pero la vigilancia se interrumpió hace unos meses. La Asamblea Nacional y el Senado han anunciado la apertura de una comisión de investigación conjunta.

Said fue controlado entre noviembre de 2011 y junio de 2014, es decir, hasta siete meses antes del ataque a la revista satírica. Chérif, por su parte, tuvo el teléfono intervenido entre noviembre de 2001 y finales de 2013.

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Los servicios secretos estadounidenses, además, habían advertido a los franceses a finales de 2011 de que Said había estado en Omán en el verano de ese año y que, al parecer, había pasado a Yemen durante varios días. Ese mismo año, sospecha ahora la policía francesa, los dos hermanos estuvieron en Yemen y recibieron entrenamiento militar. Chérif estaba entonces a la espera de juicio y, por tanto, no podía abandonar territorio francés. Ambos, además, ya habían sido investigados por su relación con el grupo de Buttes-Chaumont, una red de captación yihadista de París.

Los datos conocidos estos días sobre Coulibaly son igualmente sorprendentes. En un vídeo póstumo difundido el domingo por la mañana, este yihadista, que se declara “soldado del califato”, confirma que ha actuado de forma “sincronizada” con los Kouachi y que en los últimos años ha recorrido numerosas mezquitas de Francia, especialmente las parisinas, en busca de musulmanes dispuestos a sumarse al combate. En efecto, la policía ha comprobado que hizo esa labor de proselitismo.

Coulibaly, condenado en 2013 por intentar la evasión de un salafista argelino, salió de la cárcel en marzo pasado y hasta mayo tuvo que llevar una pulsera electrónica para controlar sus movimientos. Sin embargo, pudo realizar desde 2010 esas labores de proselitismo.

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La difusión del vídeo ha puesto aún más en alerta a la policía, que busca ahora al cómplice o cómplices que, en Francia o en el exterior, contactaron con Coulibaly para difundir la película, que dura más de siete minutos. Su compañera, Hayat Boumedienne, salió hacia Estambul, vía Madrid, el 2 de enero y, según el Gobierno turco, pasó a Siria el 8, el mismo día que el terrorista mató a la agente municipal en París.

Tanto Coulibaly como los Kouachi han utilizado cámaras de vídeo durante sus atentados en París. La policía encontró una en el interior de uno de los coches que emplearon los hermanos en su huida tras los asesinatos en Charlie Hebdo. La policía ha encontrado otra, junto con un ordenador, que llevó Coulibaly al centro de comida judía que atacó.

Ahora, los servicios antiterroristas analizan otros extraños sucesos supuestamente relacionados con la oleada yihadista en París. En la noche del día 7, horas después del asesinato de la policía municipal, un desconocido tiroteó a un hombre que hacía deporte corriendo en Fontenay-aux-Roses (Altos del Sena), cerca de París. El herido, que según la policía fue elegido como objetivo al azar, se encuentra muy grave. Los disparos se realizaron con una pistola de origen ruso idéntica a las empleadas por Coulibaly. Esa noche, y en un lugar no muy alejado, dos coches de un concesionario aparcados en la calle volaron tras una potente explosión. El yihadista asegura en su vídeo póstumo que había dejado explosivos en el maletero de un coche.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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