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Giovanni Maria Vian | Director de 'L'Osservatore Romano'

“Iremos viendo más cambios”

El periodista pronostica que el papa Francisco realizará grandes reformas en el Vaticano

El director de 'L'Osservatore Romano', Giovanni Maria Vian.
El director de 'L'Osservatore Romano', Giovanni Maria Vian.AP

Nada más ser elegido papa Jorge Mario Bergoglio, a Giovanni Maria Vian (Roma, 1952), director de L’Osservatore Romano desde 2007 y reconocido experto en historia de la Iglesia, se le ocurrió hacer un parangón entre Juan Pablo II y Francisco: “Cuando Karol Wojtyla salió al balcón de San Pedro por primera vez, dijo que los señores cardenales habían dado a Roma un obispo de un país lejano. Y Jorge Mario Bergoglio dijo que los cardenales habían ido a buscar al obispo de Roma casi al fin del mundo. Y pensé que de la misma manera que Juan Pablo II contribuyó a derribar los muros entre el Este y el Oeste, Francisco iba a contribuir a derribar los muros entre el Norte y el Sur. Y es lo que está pasando. Ahora habrá todo un juego político para llevar a buen término el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba, pero la señal es muy fuerte. Muy fuerte. Es la ventaja de la periferia, que tiene un punto de vista diferente”.

Además de su conocimiento de la historia de la Iglesia, el director del periódico de la Santa Sede es un testigo privilegiado de la transición entre Benedicto XVI y Francisco. “Por resumirlo en una frase”, explica, “se podría decir que el nuevo Papa es un Papa nuevo. Por muchas razones y algunas tan claras como que desde el siglo VIII no había un Papa que no fuese de Europa —entre el siglo VII y VIII hubo los últimos papas que vinieron de Oriente— y que nunca había venido un Papa de lo que antes se llamaba el Nuevo Mundo. Es verdad que tiene orígenes europeos, pero Francisco es americano y se siente americano. Tiene toda una idea de la patria grande”.

“Por resumirlo en una frase”, explica, “se podría decir que el nuevo Papa es un Papa nuevo”

La novedad, según Giovanni Maria Vian, se vio enseguida. Desde el nombre elegido —“que no viene de la tradición cristiana ni judía, pero que es el más cristiano de los nombres”— al hecho de escoger la isla de Lampedusa como destino de su primer viaje. Pero también, al pedir que los fieles reunidos en la plaza de San Pedro rezasen junto a él, “en la relación entre obispo y pueblo, que es la versión argentina de la teología de la liberación”. “Y después está el hecho”, añade, “de que es jesuita, una orden tradicionalmente expuesta en las fronteras, ya sean geográficas, como los jesuitas de los siglos XVI y XVII, o también espirituales, porque están para asegurar la presencia de la Iglesia en el ámbito de la cultura profana o de la ciencia. Pero si yo tuviera que elegir solo una palabra para definir a Francisco diría que es un misionero. Para él lo importante es la misión. Y es su manifiesto electoral. Cuando él habla tres minutos [durante las congregaciones generales previas al Cónclave] dice que la Iglesia tiene que salir de sí misma, que la Iglesia existe para anunciar el Evangelio y para dar testimonio del Evangelio. Y aquí hay un enganche muy fuerte con el papa Benedicto”.

Vian es de los que están convencidos de que, en contra de lo que pudiera parecer, existe una continuidad “muy fuerte” entre los dos Papas. Sobre todo porque Jorge Mario Bergoglio aterriza en “un Vaticano trastornado por la fuga de documentos, los escándalos repetidos, y se da cuenta inmediatamente de que el único del que se puede fiar con los ojos cerrados es de Benedicto. Nos lo cuenta en el viaje de regreso de Río de Janeiro. Dijo que su antecesor le había entregado todos los documentos y que le había contado todo porque lo guardaba en su memoria. En aquel ‘me lo dijo todo’ había un mensaje clarísimo que no estaba dirigido a los periodistas, sino al interior de los muros del Vaticano, un mensaje que quería decir ojo, sé lo que ha pasado”.

“Lo que va a cambiar mucho y, de hecho, ya está cambiando es todo el aspecto de la corte”

El director de L’Osservatore ve semejanzas entre Francisco y Pablo VI, quien también hizo grandes reformas en el Vaticano. “Francisco ya ha dicho que habrá cambios, pero que no serán inmediatos. Teniendo en cuenta su historia, lo que va a cambiar mucho y, de hecho, ya está cambiando es todo el aspecto de la corte. Ya Pablo VI hizo mucho de esto en el año 68. Ahora no nos acordamos, pero fue un gran cambio. Francisco va en esa línea. Por ejemplo, no considera oportuno que un cura forme parte de la corte detrás del Papa. Y, por eso, se confía a dos seglares, sus ayudantes de cámara, un empleado del Vaticano y un antiguo gendarme, Sandro Mariotti y Pier Giorgio Zanetti, dos gigantes con la bondad reflejada en la cara. Al Papa le gustan porque son gente normal. Le gusta la gente normal. Como el secretario de Estado, Pietro Parolin, quien combina una gran tradición diplomática con ser un verdadero cura. Iremos viendo más cambios, pero no inmediatos. Pablo VI necesitó cuatro años”.

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