La CSU renuncia a obligar a los inmigrantes a hablar alemán en casa
La canciller rechaza la idea de los bávaros socialcristianos y destaca el bilingüismo
La tormenta política alemana del fin de semana amaina. Se diluye la propuesta de los aliados bávaros de Angela Merkel, los socialcristianos de la CSU, de obligar a los inmigrantes a hablar alemán en casa. Los propios socios de la canciller han reculado y admiten que deben reformular su propuesta tras el aluvión de críticas, que llegaron desde todos los flancos. También de la propia Merkel. “Conocer el alemán es un requisito para la integración. Pero considero una ventaja para los niños crecer bilingües”, dijo la jefa de Gobierno y líder de los democristianos de la CDU. Poco antes, su portavoz había recordado lo obvio al asegurar que esta propuesta no forma parte del contrato de coalición firmado por los tres partidos que gobiernan —CDU, CSU y los socialdemócratas del SPD— ni entra en los planes del Ejecutivo.
La polémica surgió durante el fin de semana, cuando se conoció el documento que la CSU prepara para su congreso que celebrará el viernes y el sábado en la ciudad bávara de Núremberg. “Quien quiera vivir aquí a largo plazo debe hablar alemán, tanto en los espacios públicos como en sus hogares”, sostenía el borrador. “Ridículo”, “irrisorio” o “peligroso” fueron algunos de los adjetivos que llegaron desde las filas socialdemócratas y verdes. “Regulación estatal sobre lo que está permitido en la sala de estar. Pensé que esos tiempos habían quedado atrás”, dijo el secretario general de la CDU, Peter Tauber.
Los responsables de la propuesta dijeron durante el fin de semana que estaba bien pensada y que no pensaban modificarla. Pero tras el rechazo unánime han dado marcha atrás y ahora admiten que deben reformularla. “Cada uno debe poder hablar en casa como le parezca”, aseguró el vicepresidente de la CSU, Peter Gauweiler. Según esta nueva versión, nadie había pensado en imponer el uso de una lengua en el ámbito doméstico, sino en animar a los inmigrantes a aprender alemán, como llave para la integración en el país. Suena improbable que los impulsores de la iniciativa creyeran que iban a poder sacarla adelante en el Gobierno de gran coalición. Más bien parece un ejercicio de consumo interno para el electorado bávaro más conservador. En las últimas elecciones europeas, la subida de los euroescépticos de Alternativa por Alemania castigó especialmente a los socialcristianos de la CSU.
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