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El Estado Islámico ya ha tomado y aterroriza la ciudad libia de Derna

Human Rights Watch contabiliza desde el verano tres ejecuciones sumarias, tres decapitaciones y flagelaciones

Javier Casqueiro

Ejecuciones sumarias, asesinatos políticos, decapitaciones y flagelaciones. La ciudad libia de Derna, de unos 150.000 habitantes y situada al este del país, hacia la frontera con Egipto, ha sido tomada hace meses por el Consejo de la Shura, una franquicia local del Estado Islámico. Los radicales ya tienen bajo su control la seguridad y sus propios tribunales e imponen sus reglas más estrictas. Los habitantes de Derna, conocida en su día por su ambiente cultural, huyen. La autoridad política, caótica en todo el resto del país, hace tiempo que abandonó a su suerte la ciudad.

Human Rights Watch ha documentado en un trabajo presentado esta semana con precisión, sobre el terreno y tras hablar con testigos locales que aparecen siempre protegidos, tres ejecuciones sumarias y 10 flagelaciones públicas en Derna desde el verano. El Consejo de la Shura se instaló en la localidad en abril, donde ya estaban en disputa otras dos milicias islamistas (Ansar al-Sharia y los Martíres de Abu Saleem), pero fue en verano cuando se adhirieron a la doctrina violenta del Estado Islámico.

Desde entonces no han dejado de ganar poder y ahora dominan el entorno con todas sus consecuencias. “Controlan Derna en ausencia de cualquier autoridad del Estado y han desatado un reino del terror”, advierte Sara Leah Whitson, responsable de HRW para Oriente Medio y el Norte de África. “No hay duda, han tomado Derna explotando la ausencia de autoridad y la porosidad de las fronteras”, reafirma el exdiputado Othman Ben Sassi.

HRW reclama a Naciones Unidas que actúe, investigue y fije una comisión internacional sobre el terreno para que los yihadistas sepan que esas actuaciones podrían acabar ante la Corte Penal Internacional.

La situación en Derna hace tiempo que es terrorífica. La ciudad nunca se plegó a los designios autoritarios de Muamar el Gadafi durante los 42 años de su dictadura. Ya entonces fue castigada. Luego, tras su caída en octubre de 2011, fue de nuevo olvidada. En 2013 ya se registraron los asesinatos de cinco jueces y fiscales y de dos mujeres (una abogada y una agente de seguridad) por asaltantes no identificados. Durante este tiempo han sido normales los ataques y destrozos en tumbas de las mezquitas, incluida en la histórica al-Sahaba.

El Consejo de la Shura ha fijado su propio código de conducta, el Diwan al-Hisbah, “para promocionar la virtud y evitar los vicios”, sobre la base del estricto cumplimiento de la ley de la Sharía del Estado Islámico. Residentes en Derna han expicado a HRW que algunos de esos autoproclamados jueces de conducta son extranjeros. Las ejecuciones han sido datadas el 25 de julio (un egipcio nacionalizado), el 27 de ese mismo mes (un libio) y el 19 de agosto pasado (otro egipcio nacionalizado y asesinado en un estadio de fútbol). Tres miembros del Consejo de la Shura se reunieron en privado para hacer los interrogatorios y dictar sentencia. Esta última sentencia fue grabada y leída en un vídeo de seis minutos por un hombre enmascarado.

Varios testimonios han relatado que el pasado 25 de octubre dos hombres del Consejo de la Shura con la cara cubierta llegaron a la plaza de la mezquita vieja de Al-Sahaba y pillaron a un grupo de ocho chavales bebiendo alcohol celebrando una fiesta de bachillerato. Les propinaron 40 azotes desde los hombros y hasta los pies. El Consejo ha facilitado a los medios de comunicación fotografías de otras tres ceremonias de azotes en público frente a la denominada Corte Islámica a hombres que habían bebido alcohol.

También se han producido asesinatos políticos. HRW ha contabilizado 250 casos en Derna y Bengasi, la segunda ciudad del país, desde comienzos de este año. Entre las víctimas se incluyen miembros actuales y antiguos de las fuerzas de seguridad y militares, cinco jueces y fiscales. Todos atacados por asaltantes encubiertos, nunca identificados y cuyos asesinatos nunca han sido investigados.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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