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Tribuna
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Latinos y judíos en Estados Unidos

Ambas comunidades continuarán avanzando en la tarea de establecer alianzas y ejercer su influencia

Aquí, en la burbuja de Washington DC, los resultados de la última elección se dejan sentir con más intensidad. No es para menos, dados los impactantes resultados que desplazan a los Demócratas del control del Senado y confirman la mayoría Republicana en la cámara baja y en muchas gobernaciones. A todos nos gustaría creer que a raíz de estos cambios puede haber avances sustantivos en asignaturas pendientes tales como la reforma migratoria, la legislación ambiental y las más de 60 confirmaciones diferidas de funcionarios y diplomáticos. La única alternativa para que ello ocurra parece ser la creación de consensos en este bipartidismo imperante.

Sin embargo, el Gobierno y las instituciones políticas tradicionales han perdido hoy su legitimidad y su capacidad de acción, a los ojos de las mayorías tanto como de los contribuyentes financieros que determinan los resultados electorales. Por ello, son los grupos de la sociedad civil quienes se convierten día a día en emprendedores y dinámicos agentes de cambio.

Un mecanismo privilegiado, por diversas comunidades y organizaciones no gubernamentales, es la creación de coaliciones para promover agendas en común. La colectividad judía estadounidense ha perfeccionado este recurso por medio del cual, junto con aliados potenciales, se identifican elementos e intereses compartidos que les permitan a ambos trabajar al unísono, a la vez que ser más efectivos.

En la última década las comunidades judías y latinas han sido pioneras en la construcción de una coalición estratégica

En la última década las comunidades judías y latinas han sido pioneras en la construcción de una coalición estratégica. Desde la época de los Derechos Civiles en la década de los sesenta, de hecho, la calidad y cantidad de las interacciones y la colaboración latino-judía ha ido en incremento sostenido. Efectivamente, historias y geografías compartidas, así como consideraciones éticas arraigadas en el concepto de justicia social, continúan inspirando dichas relaciones.

Sin embargo, es el pragmatismo el catalizador más efectivo para la expansión y profundización de esas relaciones. Los latinos en este país han continuado con su impresionante proceso de empoderamiento político y económico. No obstante, y debido a la recesión de 2008 y a resabios xenófobos, se constata el incremento de desafortunadas expresiones anti-Hispanas y antiinmigrantes. Esta retórica virulenta no únicamente ha minado los esfuerzos hacia una reforma migratoria sino que, a su vez, ha tenido un efecto polarizador en la sociedad en su conjunto, exacerbando la intolerancia.

En medio de estos procesos, a través de los cuales la sociedad estadounidense está aceptando su innegable transformación demográfica, hay una mayor toma de conciencia que temas como la reforma migratoria no pueden continuar siendo postergados. Continuar con esa postergación tendrá consecuencias electorales en 2016. Y en la medida en que las brechas económicas y educativas persistan en la comunidad latina, todos nos veremos obligados a prestar más atención. El futuro de este país está irremediablemente entrelazado con los logros y avances latinos.

En los últimos años, los latinos se han percatado que para alcanzar su meta de edificar instituciones que den respuesta a las transformaciones demográficas y sociológicas, quizás la experiencia centenaria judía pueda ser relevante. Los judíos a la vez están advirtiendo que lo que debe de unirlos a la comunidad latina es la percepción de destino compartido en tanto minoría y otrora comunidad inmigrante. Así mismo, esperan que esta continúe apoyando sus metas de política exterior y eleve sus voces en contra de la expresión creciente del antisemitismo a nivel nacional y alrededor del mundo.

El futuro de EE UU está irremediablemente entrelazado con los logros y avances latinos

La reforma migratoria ha sido identificada como un imperativo de primer orden para ambas comunidades. Los latinos necesitan más voces de apoyo para fortalecer esta causa y para que la misma sea finalmente vista como una preocupación de toda la sociedad. Los judíos se identifican con ese reconocimiento por razones históricas, éticas y prácticas.

No cabe duda que la próxima frontera en las relaciones latino-judías será la de la política exterior. Llama la atención que no exista aún una organización latina cuyo mandato sea la política exterior, a pesar de que una mayoría de latinos cuenta con familiares en América Latina quienes están siendo impactados directamente por la política exterior de Washington. Por añadidura, los hispanos en Estados Unidos sirven en las fuerzas armadas en un porcentaje importante. Todo ello sugiere que pronto enfocarán su atención en la agenda hemisférica, la del Medio Oriente y de otras latitudes. El camino al empoderamiento político demandará un mayor involucramiento latino en política exterior para guiar y reforzar el papel de Estados Unidos como el actor global por excelencia.

Latinos y judíos también navegan alianzas e identidades múltiples en virtud de sus conexiones a tierras nativas o ancestrales. En la intersección de esas identidades se hallan los judíos latinos, quienes forman parte integral de ambas comunidades y que están actuando como puentes naturales e intérpretes culturales. Dado el ritmo acelerado de los esfuerzos para subrayar y articular coincidencias y afinidades, así como los logros de los últimos años, no hay duda que judíos y latinos continuarán avanzando en la tarea de establecer alianzas y ejercer su influencia en distintas esferas.

Dina Siegel Vann es Directora del Arthur and Rochelle Belfer Institute for Latino and Latin American Affairs del American Jewish Committee en Washington DC. Twitter @AJCLatino

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