El espionaje británico exige controlar la Red ante el yihadismo
El nuevo jefe de la inteligencia advierte de que grupos como el EI las utilizan para sus fines
Redes sociales como Twitter, Facebook y WhatsApp son utilizadas por los grupos extremistas y criminales como un arma propagandística y de reclutamiento de nuevos efectivos, pero las grandes empresas tecnológicas se niegan a reconocer esa realidad, ha denunciado el nuevo jefe del centro de escuchas del espionaje británico (GCHQ), Robert Hannigan, para reclamar una mayor cooperación de los administradores de esas redes para combatir el terrorismo.
Grupos como el Estado Islámico (EI) han convertido Internet en un “canal ruidoso a través del cual se promocionan, intimidan a la gente y radicalizan a los nuevos reclutas”, sostiene Hannigan en un artículo publicado en el Financial Times y que, según el diario, es un reflejo de la creciente inquietud sobre la amenaza terrorista por parte del Gobierno británico. La transmisión, por ejemplo, de mensajes encriptados que, en otro tiempo, eran terreno reservado de los aparatos del Estado o de los criminales más sofisticados ha devenido hoy una práctica estándar a la que recurren los extremistas bajo el amparo de la “seguridad de sus comunicaciones” que les garantizan los proveedores de la Red, añade el director del GCHQ.
Hannigan se muestra convencido de que los usuarios de Internet se sentirían “más cómodos” si la relación entre las agencias de inteligencia y los gigantes tecnológicos fuera más fluida, pero los grupos defensores de los derechos civiles le han replicado que tal cooperación ya existe. En el trasfondo de ese pulso subyace el debate que en 2013 afloró en Reino Unido a raíz de las revelaciones del exanalista de la NSA estadounidense Edward Snowden sobre la interceptación de las comunicaciones de millones de ciudadanos a través del programa estadounidense Prisma, en el que habrían colaborado los servicios secretos británicos.
Un año después, y en el contexto de la ofensiva militar aliada contra los yihadistas en Irak y Siria, Hannigan defiende una mayor intervención del espionaje británico en las redes porque éstas han devenido la plataforma “de mando y control de los terroristas”.
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