Los brasileños votan en las elecciones más reñidas desde hace 25 años
El presidente elegido se enfrenta al difícil desafío de reconciliar un país fragmentado
Sea cual sea el resultado en las elecciones de este domingo, la mitad del país quedará insatisfecho. Desde 1989 Brasil no vive una disputa tan reñida por la presidencia de la República y difícilmente, el vencedor de las elecciones lo hará con gran ventaja. Este sábado, a un día de la votación, el Instituto Datafolha presentaba un empate técnico entre la presidenta Dilma Rousseff y el senador Aécio neves, que llegarían a segunda vuelta con el 52% y el 48% de los votos, respectivamente.
La mayoría de los colegios electorales brasileños cerró sus puertas a las 17.00 hora local (19.00 GMT), tras unos comicios para los que estaban convocados 142,8 millones de votantes para elegir en segunda vuelta al presidente para los próximos cuatro años y 14 de los 27 gobernadores. Las urnas permanecieron abiertas más tiempo en las ciudades que tienen husos horarios diferentes a los de las regiones sur y sudeste del país, que concentran a la mayor parte de la población. El estado de Acre, en el oeste de Brasil y fronterizo con Bolivia, fue el último en cerrar los colegios, debido a las tres horas de diferencia con respecto a Brasilia.
Rousseff ha depositado su voto en Porto Alegre, capital del estado de Rio Grande do Sul, poco después de abrirse los colegios y tras reconocer que la campaña electoral, la más impredecible en los últimos 25 años, tuvo "momentos lamentables" y "de bajo nivel". La candidata ha defendido los logros de su mandato y el del anterior presidente, Luiz Inazio Lula da Silva. "Brasil cambió para que las personas crezcan", ha afirmado Rouseff. "No vamos a permitir que nada en este mundo, ni la crisis ni el pesimismo" lo echen por tierra, ha añadido.
El candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), Aécio Neves, ha acudido a votar en torno a las 10.30 horas de Belo Horizonte (13.30 en España). "Estoy tranquilo, con la conciencia tranquila y la sensación del deber cumplido", ha declarado al diario O Globo a la salida del colegio electoral. Previamente, el candidato había dejado un mensaje en su cuenta de Twitter que recordaba a los votantes que llegó "la hora de la gran decisión". "El cambio ya comenzó", ha añadido.
Por su parte, la tercera candidata más votada en la primera vuelta, la ecologista Marina Silva, pidió al futuro presidente que no divida al país.
Aunque no concurre a los comicios, Lula sigue siendo uno de los grandes protagonistas del panorama político brasileño. El expresidente depositó su voto en São Bernardo do Campo (São Paulo) con la esperanza de la reelección de su "compañera Dilma". Lula cree que su sucesora ha realizado una "campaña más madura, intentando politizar y discutir los temas nacionales".
El hecho luctuoso de la jornada electoral aconteció en la localidad de Mossoro, Estado de Río Grande do Norte, al noroeste del país. Una persona que estaba esperando su turno para votar fue asesinado a tiros. Las autoridades se vieron obligadas a cerrar el colegio hasta que los forenses se retiraron. Según la policía, la víctima es un joven de 20 años. "Lo que sabemos es que miembros de varias pandillas se encontraron aquí dentro del colegio y se sorprendieron. En el intercambio de disparos, el muchacho fue tiroteado", explicó un portavoz de la Policía a medios locales, según EFE. Además, la Justicia Electoral registró 542 casos de delitos electorales y 147 personas han sido detenidas en todo el país
La insatisfacción del electorado hacia la política en su conjunto es un sentimiento que pervive
Para el Partido de los Trabajadores (PT), de Dilma Rousseff, la oposición –amparada por buena parte de los medios de comunicación- es la culpable de la fractura provocada en el país debido a la agresividad demostrada durante la campaña. Para el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), de Aécio Neves, fueron los petistas los que dividieron el país, al apostar por una campaña inspirada en la lucha de clases, en el discurso de “nosotros contra ellos”. Es probable que las relaciones familiares y las amistades sobrevivan a 2014, pero en última instancia, ¿cómo gobernar durante los próximos cuatro años como un escenario tan crispado?
No se veían elecciones tan abiertas desde 1989, cuando el entonces sindicalista, Luiz Inácio Lula da Silva (PT) disputó el Gobierno al hoy senador Fernando Collo, del PRN. En la semana que antecedió a la segunda vuelta, los sondeos de Datafolha atribuían a Collor el 46% de la intención de voto, frente al 45% de Lula. En las urnas, el resultado no fue muy diferente, Collor resultó elegido con el 53% de los votos. Lula fue derrotado con el 46%.
Desde entonces, el entorno político ha cambiado mucho. Sin embargo, la insatisfacción del electorado hacia la política en su conjunto es un sentimiento que pervive. Resulta habitual escuchar a votantes que cuentan que eligen a uno u otro candidato por “falta de opciones” o para “no dejar que el otro gane”. No es de extrañar, por tanto, que en 2010 y 2014, la candidata de la tercera vía, Marina Silva, obtuviera un 20% de los votos en primera vuelta.
“El sector que ahora grita por el cambio en Brasil son las clases medias tradicionales, que han visto como su poder disminuye con el paso de los años y son muy críticos con las políticas sociales de distribución de renta en el país. En su opinión, son los más desfavorecidos por este tipo de programas, porque pagan muchos impuestos, mantienen la mayor parte de los planes, pero no son usuarios de los servicios y todavía deben pagar por la salud y la educación. Se suman a esto las acusaciones de corrupción, los gasto de la Copa del Mundo, las manifestaciones de 2013 y la desaceleración de la economía…Salga victorioso el PT o el PSDB, el ganador va a tener que trabajar duro para pensar nuevas formas que hagan que el votante se sienta más representado”, asegura la politóloga Maria do Socorro Sousa Braga, profesora de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar).
Para ella, la carrera electoral estimula esa polarización. “Fue una campaña marcada por la agresividad, aunque la encuesta de Datafolha refleja que para la mayoría (71%) no fue así. ¿El resultado? Quien pilote Brasil hasta 2018 se va a encontrar un camino duro por delante, sobre todo en el Congreso. Ante la insatisfacción de casi la mitad del electorado, la oposición se va a hacer más fuerte. "La oposición, por supuesto, se fortalece con esta división”, concluye.
"Esta división del país es resultado del odio, los prejuicios y mentiras con los que la oposición hizo campaña, con el apoyo de los medios de comunicación, tratando de llevar a un escenario de separación entre ricos y pobres, votantes del noroeste y de São Paulo. Pero (si la presidenta reelegida es Dilma) la clase media alta y los ricos tendrán que entender que es necesario gobernar para quienes tienen menos recursos que ellos", dijo el presidente del PT de São Paulo, Emidio de Souza, quien ha encabezado la campaña para la reelección.
"La división en Brasil se da porque existe una parte de la población, en la que se apoya el PT, que es extremadamente dependiente del Estado. Creo que si Dilma es reelegida, afrontará un Gobierno mucho más difícil, porque la parte del país que no depende del Gobierno es muy infeliz ", dijo el exgobernador de São Paulo, Alberto Goldman, vicepresidente nacional del PSDB, que también coordina la campaña de Aécio.
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