Amnistía acusa a las milicias chiíes de Irak de crímenes de guerra
La organización internacional pide al Gobierno de Bagdad que ponga fin a la impunidad de esos grupos paramilitares
“Las milicias irrumpieron en nuestra casa mientras dormíamos. Mi hijo se despertó y preguntó qué pasaba. Le sacaron de la cama y se lo llevaron fuera donde esperaban más hombres armados y tres Hummers negros. (…) También se llevaron al hijo de nuestro vecino. Les buscamos por todas partes hasta que a la mañana siguiente encontramos sus cuerpos en una mezquita cercana”, ha contado a Amnistía Internacional (AI) la madre de Omar, un taxista de 22 años. Es uno de las decenas de casos recopilados en el informe Impunidad absoluta: las milicias mandan en Irak, en el que la organización internacional denuncia los abusos de las milicias chiíes, a las que acusa de cometer crímenes contra la humanidad.
Amnistía ha documentado el descubrimiento por todo el país de decenas de cadáveres sin identificar maniatados y con heridas en la cabeza, lo que apunta a ejecuciones extrajudiciales sistemáticas. De su investigación se desprende un aumento de la actividad de las milicias desde el pasado junio, cuando el autodenominado Estado Islámico (EI) se hizo con el control de amplias zonas del norte de Irak. El texto sugiere que han estado secuestrando y matando a jóvenes suníes en Bagdad, Samarra y Kirkuk, en venganza por los ataques de ese grupo.
“Si agarramos a esos perros [suníes] que bajan desde Tikrit, los ejecutamos. Vienen a Bagdad a cometer atentados terroristas y tenemos que impedírselo”, oyó un investigador de AI a un miliciano en un control al norte de la capital iraquí.
Los asesinatos de Omar y su vecino se produjeron el pasado 6 de junio en Samarra y, según la organización internacional, ese día hubo al menos otros 35 casos similares sólo en dicha ciudad y sus alrededores. Desde entonces suman 170 y muchos más en todo el país. La víspera los yihadistas del EI habían hecho una breve incursión de varios barrios del este, donde algunos vecinos les pudieron dar apoyo o al menos la bienvenida. No hay sin embargo ninguna información que permita vincular a las víctimas con esas acciones.
“Incluso si alguno de estos hombres hubiera estado implicado con el EI, podían haber sido detenidos y entregados a las autoridades, como lo prueba la facilidad con que fueron aprehendidos. Matar deliberadamente a personas que han sido capturadas está absolutamente prohibido [por las leyes internacionales] y, en estas circunstancias, constituye un crimen de guerra”, asegura el informe.
Amnistía afirma que el creciente poder de las milicias chiíes ha contribuido al deterioro general de la seguridad y a crear una atmósfera de desgobierno. La organización identifica a los grupos responsables como Asaib Ahl al Haq (Liga de los Rectos), Brigadas Badr, Brigadas de la Paz (el nuevo nombre del Ejército del Mahdi) y Kataeb Hezbolá (o Brigadas del Partido de Dios). Sus miles de miembros van uniformados y operan como si de unas fuerzas armadas regulares se tratara, pero no están sujetos a ninguna ley ni a mecanismos de control. A menudo, aprovechan la impunidad de que disfrutan para practicar la extorsión secuestrando para obtener rescates.
No obstante, el informe recoge testimonios de personas que fueron asesinadas después de que sus familiares pagaran miles de euros para conseguir su libertad. Tal es el caso de Salem, un empresario de Bagdad, de 40 años y padre de nueve hijos, que fue secuestrado en julio. Dos semanas después de que su familia pagara el equivalente a 50.000 euros, hallaron su cadáver en el depósito, maniatado y con la cabeza destrozada. De muchos otros, se desconoce su destino semanas e incluso meses después de que las milicias se los hayan llevado. AI responsabiliza al Gobierno de Bagdad, que las arma y respalda.
“Al dar su bendición a milicias que perpetran este tipo de abusos atroces de forma habitual, el Gobierno iraquí está autorizando crímenes de guerra y fomentando un peligroso círculo de violencia sectaria que está destrozando el país”, ha declarado Donatella Rovera, asesora general de respuesta a las crisis de Amnistía.
La organización, que también ha recogido testimonios de torturas por parte de las fuerzas de seguridad, pide al primer ministro, Haider al Abadi, que actúe poniendo coto a las milicias y estableciendo el Estado de derecho.
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