Los árabes recelan del plan de Obama
Ni Irán ni los países árabes se suman de momento al grupo de la OTAN para combatir al Estado Islámico
Sólo el Gobierno de Bagdad ha abrazado de inmediato la propuesta de EEUU de formar una coalición para luchar contra el Estado Islámico (EI). A pesar de que todos los vecinos de Irak han denunciado la amenaza que ese grupo terrorista supone para la seguridad regional, ninguno ha dado aún un paso al frente. Los países árabes se han limitado a consensuar una declaración de intenciones, mientras que Irán se escuda en su histórica desconfianza hacia Washington para evitar el precio político de hacer público su apoyo. Tal reacción, fruto de sus tensiones e intereses contrapuestos, adelanta las dificultades para combatir los yihadistas.
“Damos la bienvenida a ese proyecto. Hemos pedido repetidamente ayuda a nuestros socios internacionales porque esta amenaza es una amenaza mortal… no sólo para los iraquíes o la gente de la región, sino también para Europa, Estados Unidos y la OTAN”, declaró el ministro iraquí de Exteriores, Hoshyar Zebari. “Es básicamente nuestra lucha… pero necesitamos apoyo porque nuestra capacidad es limitada”, admitió.
Con cerca de un tercio de su territorio bajo control del EI, Irak afronta mucho más que un desafío militar. Está en juego su existencia misma como país. Las potencias regionales, con Irán y Arabia Saudí a la cabeza, han reconocido ese peligro y mostrado su preocupación por la capacidad desestabilizadora de ese grupo yihadista que ha llegado a sus fronteras. Sin embargo, por distintas razones, ninguno de ellos se ha sumado hasta ahora a la coalición propuesta por EEUU y que ya cuenta con el Reino Unido, Francia, Australia, Canadá, Alemania, Turquía, Italia, Polonia y Dinamarca.
“La ironía de la situación es que los principales países de Oriente Próximo quieren que los miembros de la OTAN ataquen al Estado Islámico, mientras que la OTAN quiere que esos países participen de forma activa en la operación”, interpreta Theodore Karasik, del Institute for Near East and Gulf Military Analysis (INEGMA) en Dubái. De ahí, “las largas discusiones sobre quién va a unirse a una coalición contra un enemigo que puede devolver el golpe a sus integrantes”, explica a EL PAÍS.
La Liga Árabe respaldó el domingo una resolución presentada por Irak por la que sus miembros se comprometen a “coordinar y cooperar con todos los esfuerzos internacionales, regionales y nacionales para combatir al Estado Islámico y otros grupos terroristas”. No está claro en qué va a traducirse ese gesto, aunque puede servir de cobertura si algún país decide unirse a una acción bélica.
Los responsables iraníes, por su parte, reconocen abiertamente que están facilitando asistencia militar y expertos a sus vecinos iraquíes, pero niegan que eso signifique ningún tipo de coordinación con Washington. Como sucediera antes con el derribo de Saddam Husein en Irak y del régimen talibán en Afganistán, a Irán le beneficia que EEUU le quite de en medio al EI. Sin embargo, quiere nadar y guardar la ropa. Después de 35 años sin relaciones diplomáticas con Washington un repentino cambio de política no resulta fácil.
“Estados Unidos no ha sido muy serio en este asunto hasta ahora. Ha ayudado de distintas formas al EI”, justificó el ministro iraní de Exteriores, Javad Zarif, al ser preguntado por el asunto durante una entrevista con la televisión estatal.
A falta de respuesta oficial, los artículos periodísticos son un buen termómetro en una zona del mundo donde la libertad de los medios de comunicación oscila entre la mera tutela y el control estatal. Una idea se repite de Teherán a Riad, pasando por Abu Dhabi: la acción militar no es suficiente para acabar con el EI. Eso es todo lo que dan de sí las coincidencias.
Irán espera que la crisis sirva para poner en solfa a Arabia Saudí, a quien el ultraconservador Kayhan responsabiliza de estar detrás del EI, pero incluso fuentes más moderadas atribuyen la propagación de la ideología salafista en la que se apoya. “Los saudíes, que han intentado derribar a algunos dirigentes de la zona apoyando a los terroristas, temen ahora que sus protegidos se vuelvan contra ellos”, asegura el editorialista en referencia a Siria, donde ambas potencias regionales se alinean con los dos bandos enfrentados en la guerra civil. De hecho, la inclusión o no del régimen de Bachar el Asad en ese combate marca la línea divisoria.
Mientras, el Reino del Desierto y Emiratos Árabes Unidos quieren asegurarse de que la derrota del EI no refuerce ni a El Asad ni mucho menos a los Hermanos Musulmanes. Es a estos últimos a quienes perciben como la amenaza más directa a sus gobiernos. De ahí que el columnista Abdulrahman Al Rashed defienda en Al Sharq Al Awsat que “el único aliado sirio dispuesto a luchar contra el EI y el resto de los grupos terroristas es el Ejército Libre de Siria (ELS)”, cuya falta de cohesión y querellas internas cuestionan el apoyo popular que le atribuye. Propone que la alianza contra el EI apoye al ELS, de forma que pueda deshacerse de El Asad y formar un nuevo Gobierno que acabe con terroristas y mercenarios, algo que Irán nunca va a aceptar.
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