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Rajoy busca el paraguas de la OTAN para apoyar a Estados Unidos

España se queda fuera de la coalición contra el Estado Islámico

Miguel González (ENVIADO ESPECIAL)
Rajoy, tras la comparecencia que ha dado al finalizar la cumbre de la OTAN
Rajoy, tras la comparecencia que ha dado al finalizar la cumbre de la OTANAlberto Martín (EFE)

El pasado jueves, en los prolegómenos de la cumbre de la OTAN, el presidente ucraniano, Petró Poroshenko, se reunió con los mandatarios de EE UU, Francia, Alemania e Italia. Mariano Rajoy no fue convocado. El viernes, en los márgenes de la misma, el secretario de Estado de EE UU, John Kerry, y el de Defensa, Chuck Hagel, se reunieron con sus homólogos de nueve países de la OTAN. Tampoco se contó con España.

Estas dos reuniones fueron, probablemente, las más importantes en Newport (Gales, Reino Unido) durante el cónclave atlántico, ya que abordaron —sin el encorsetamiento de las sesiones oficiales— los dos asuntos que más afectan a la seguridad de Europa: el conflicto de Ucrania y la expansión del Estado Islámico (EI).

La ausencia de Rajoy en la primera cita se compensó, en parte, con la breve entrevista bilateral (de unos 20 minutos) que mantuvo el viernes con Poroshenko. Además, aunque solidaria con sus aliados del este, España no se siente directamente concernida por la amenaza rusa.

Menos explicable es su ausencia del foro del viernes, dedicado a un problema —el terrorismo yihadista— sobre cuya gravedad alertó el propio Rajoy en una cumbre que parecía predestinada a obsesionarse con Moscú. De la cita salió, en palabras de Haguel, la “coalición base” para combatir al autoproclamado califato. Y en ella no está España.

En la rueda de prensa al final de la cumbre, Rajoy no explicó por qué España no forma parte de la “base” de la coalición y restó importancia al hecho de que no fuera invitada a su asamblea fundacional. Alegó que el tema se trató ampliamente en la cena que los 28 mandatarios, incluido el estadounidense Barack Obama, celebraron el jueves en el castillo de Cardiff. “Lo importante es que hubo coincidencia en el diagnóstico: todos estuvimos de acuerdo en que estamos ante una gravísima amenaza para la estabilidad regional que también amenaza la seguridad de todos”, advirtió.

Lo que no aclaró es qué se debe hacer a partir de este diagnóstico. Rajoy eludió explicar por qué España no se ha sumado a la operación para entregar armas a los kurdos iraquíes, pero fuentes gubernamentales insistieron en el riesgo que supone armar a unas milicias irregulares, sin olvidar el trauma que supuso la guerra de Irak para la sociedad española y el recelo a alimentar un movimiento potencialmente independentista.

Eso no quiere decir que España no vaya a colaborar. Rajoy ha abierto la puerta a participar en tareas logísticas, de ayuda humanitaria, inteligencia y adiestramiento, aunque prefiere hacerlo al amparo de la OTAN, más que de una coalición encabezada por Washington. “Esto no es una operación de unos pocos países. Es una operación de todos los miembros de la OTAN. Se está estudiando qué es lo que puede y debe hacer la OTAN y también cada uno de sus miembros”, ha alegado.

Lo único que se plantea la OTAN es coordinar la entrega de armas, facilitar el intercambio de información y resucitar la misión de instrucción y adiestramiento del Ejército iraquí que quedó en suspenso en 2011, tras la salida de las tropas estadounidenses. Ahí podría colaborar España. Y también prestando asistencia militar a algún país de la región, como Jordania.

Pero Rajoy no ha querido “adelantar acontecimientos”, según su respuesta habitual. “Vamos a ser solidarios y vamos a ver qué es lo que se nos pide y qué responsabilidades tenemos que asumir”, ha contestado. Para remachar: “Vamos a actuar todos conjuntamente”.

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El presidente tampoco ha querido anticipar cuál será la aportación española a la nueva Fuerza de Intervención Inmediata, con hasta 5.000 efectivos, preparados para intervenir tanto en la frontera con Rusia como en el flanco sur, en un plazo de pocos días. Ha recordado que no se trata de algo nuevo sino de una actualización, con requisitos más exigentes, de la Fuerza de Acción Rápida (NFR) que existe desde hace más de una década y a la que España asigna unidades de forma rotatoria. Finalmente, se ha declarado “cómodo” con el objetivo de destinar el 2% del PIB a los gastos militares, aunque España está en el 0.9%, ya que se trata de alcanzarlo “a medida que se vaya produciendo la recuperación económica” y “en el horizonte tentativo de una década”. La OTAN aprieta pero no ahoga.

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Sobre la firma

Miguel González (ENVIADO ESPECIAL)
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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