Kiev y los separatistas anuncian un alto el fuego en el este de Ucrania
La tregua, según la OSCE, entró en vigor a las 17.00 hora de la España peninsular del viernes
La guerra en Ucrania, el conflicto que ha causado el mayor enfrentamiento entre Occidente y Rusia desde el final de la guerra fría, echa el freno: este es el principal resultado de la segunda jornada de negociaciones del Grupo de Contacto que se reunió el viernes en Minsk, la capital de Bielorrusia. Las partes en conflicto, es decir, el Gobierno central de Kiev y los separatistas del Este firmaron un protocolo de 12 puntos para alcanzar la paz, el principal de los cuales fue la declaración de una tregua inmediata, efectiva a partir de las seis de la tarde, hora local del viernes (las cinco en la España peninsular).
Tanto el presidente ucranio, Petró Poroshenko, como los máximos dirigentes de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk (Alexandr Zajárchenko e Ígor Plotnitski) se apresuraron a dar a sus tropas las órdenes correspondientes. A partir de ese momento, sólo se escucharon disparos ocasionales en las zonas rebeldes, informa Reuters.
El acuerdo, que incluye, además de la tregua inmediata, el intercambio de prisioneros —todos por todos, sin condiciones previas— y la retirada de la artillería de las cercanías de las poblaciones civiles, se hizo posible después de que Poroshenko y su homólogo ruso, Vladímir Putin, debatieran telefónicamente el miércoles pasado las vías para alcanzar un cese de las hostilidades en las provincias de Donetsk y Lugansk y de que el líder ruso, acto seguido, presentara un plan de paz concreto que incluía siete puntos.
Los principales aspectos del plan de Putin han sido recogidos en el acuerdo firmado el viernes, cuyos 12 puntos fueron consensuados en el curso de negociaciones en las que participaron el expresidente Leonid Kuchma, en representación del Gobierno central de Kiev; los citados líderes de las provincias rebeldes, el embajador del Kremlin en Ucrania, Mijaíl Zurábov, por la parte rusa; y la suiza Heidi Tagliavini, en representación de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), organismo que actúa de mediador.
El presidente ruso ha desempeñado un papel clave para inclinar a los rebeldes a firmar la paz cuando desarrollaban una exitosa ofensiva en el frente de combate. Así lo reconoció el mismo Poroshenko, quien en su mensaje para ordenar el alto el fuego a las Fuerzas Armadas ucranias hace mención expresa del llamamiento de su colega ruso a los separatistas para que cesen las hostilidades.
“Ucrania está cansada de la guerra y hará todo lo posible para que la paz vuelva a nuestra tierra”, había declarado Poroshenko el jueves en Cardiff (Reino Unido), adonde había viajado para participar como invitado en la cumbre de la OTAN.
El presidente ucranio debe afrontar ahora una campaña electoral para las legislativas extraordinarias que ha convocado para el 26 de octubre. Esta circunstancia puede haber influido en su decisión de apostar por el alto el fuego a pesar de las presiones internas que debe soportar, algunas provenientes de influyentes políticos como el primer ministro, Arseni Yatseniuk.
La tregua pone fin, al menos temporalmente, a cinco meses de combates que han provocado más 2.600 muertos y más de un millón de desplazados, además de una gran destrucción en numerosas localidades del este de Ucrania, sobre todo en los bastiones rebeldes de Donetsk y Lugansk.
El acuerdo de Minsk representa una excelente noticia que permitirá aliviar al menos un poco la tensión entre Europa y Rusia, que había alcanzado su punto más álgido desde la desintegración de la Unión Soviética. Pero representa solo el comienzo de un largo camino que todavía deben recorrer las partes en conflicto.
Tanto en Kiev como en las provincias rebeldes del este de Ucrania hay fuerzas políticas que presionan en favor de posturas extremas. De momento, las posiciones de fondo siguen siendo diametralmente opuestas: los separatistas abogan por la independencia mientras el Gobierno central no se aviene ni siquiera a ofrecer una pequeña autonomía a las regiones rusohablantes de esa zona.
Plotnikski, el líder de Lugansk, reiteró el viernes que lo que realmente desea es crear un Estado independiente —y haber acordado el cese de las hostilidades “no significa de ninguna manera” una renuncia a esa aspiración— mientras que Zajárchenko, el máximo dirigente de Donetsk, reconoció que en los debates no se trató el problema del estatus futuro del este de Ucrania, pues lo primordial era detener el derramamiento de sangre. En las reuniones futuras, sin embargo, este tema pasará a convertirse en central y todo indica que no será fácil encontrar un compromiso que satisfaga a ambas partes.
Queda por ver ahora si sobre el terreno las tropas de ambos bandos cumplen las órdenes dadas por sus líderes. El problema principal es que los dirigentes no controlan todas las formaciones armadas, lo que es particularmente cierto en lo que se refiere a Kiev. No solo tropas regulares del Ejército combaten a los separatistas en el este de Ucrania, sino también batallones de voluntarios nacionalistas que no obedecen a instituciones estatales, sino a sus comandantes y partidos.
La UE cierra el acuerdo para redoblar las sanciones
A pesar del alto el fuego, los Veintiocho ultimaron a última hora del viernes el acuerdo político que permitirá la puesta en marcha de una nueva batería de sanciones sobre Moscú, informa Ignacio Fariza. Tal y como publicó este diario el miércoles, Bruselas rebajará de 90 a 30 días los plazos de vencimiento de acciones o bonos emitidos por bancos estatales cuya compraventa ya está prohibida para personas físicas o jurídicas europeas y prohibirá a las entidades financieras del continente participar en créditos sindicados solicitados por bancos o empresas participadas en más de un 50% por el Estado ruso. Para que este nuevo castigo, pactado por los embajadores en la capital comunitaria, se convierta en definitivo, aún debe recibir el visto bueno el lunes de los ministros de Exteriores de los Estados miembros, que apurarán el fin de semana para comprobar si el alto el fuego pactado entre el Gobierno ucranio y los rebeldes prorrusos se consolida.
Por primera vez desde la escalada de tensión entre Occidente y Rusia, las sanciones cerrarán definitivamente el acceso a los mercados internacionales de capitales a las compañías semiestatales rusas y afectarán de lleno a dos gigantes energéticos en los que participa el Kremlin: Gazprom y Rosneft. Bruselas, en coordinación directa con el resto de socios del G-7 (el grupo de países más industrializados del planeta), incluirá en la lista de sancionados a 24 personas más del entorno del presidente Putin.
De recibir el visto bueno de los ministros, las medidas se sumarían a las ya aprobadas en julio –prohibición a la compraventa de acciones o bonos emitidos por bancos estatales, veto a la exportación de cualquier tecnología extractiva y embargo sobre la venta de material militar– y redoblarán la presión para que el Kremlin cese en la desestabilización de las regiones del este de Ucrania.
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