El alcalde de Berlín renuncia al cargo tras el fiasco del aeropuerto
El retraso y el sobrecoste en la nueva terminal acaban con la carrera política de Wowereit
Berlín vivió este martes un seísmo político. Klaus Wowereit, uno de los políticos más populares del país y burgomaestre de la ciudad-Estado desde hace 13 años, renunció al cargo dos años antes de las próximas elecciones regionales. “Me voy voluntariamente”, dijo el político socialdemócrata durante una comparecencia ante la prensa, concretando que seguirá en el puesto hasta el 11 de diciembre para facilitar la transición.
La carrera de Wowereit estaba en punto muerto después de su polémica gestión de la crisis del aeropuerto de Berlín, que para vergüenza nacional sigue sin inaugurarse dos años después de lo anunciado y tras un encarecimiento astronómico del proyecto. En su comparecencia de hoy, Wowereit señaló que había tomado la decisión para evitar un nuevo daño a su partido, sumido en una peligrosa discusión sobre su sucesor al frente del Gobierno de la ciudad tras asumir que el burgomaestre estaba políticamente amortizado. Wowereit admitió que no había sido fácil encontrar el momento adecuado para retirarse. “Para un político es difícil decidir el momento en que debe dejar su cargo. Para mí ha llegado ese momento”, dijo.
Con su decisión de renunciar voluntariamente al cargo, que también ocupó en el pasado Willy Brandt, Wowereit pone fin a una exitosa carrera que lo convirtió en uno de los políticos más admirados de Alemania. Su fama nacional se amplificó en 2001 durante una convención de su partido que debía aclamarlo como candidato al cargo que dejará el próximo 11 de diciembre. "Soy gay, y eso está muy bien”, dijo Wowereit, convirtiéndose así en el primer político de relevancia que salía voluntariamente del armario. La frase provocó el delirio y lo convirtió en una estrella: aclamado, admirado y festejado tanto en su ciudad como en el resto del país, su nombre comenzó a sonar como candidato socialista para desafiar a Angela Merkel en 2013.
Pero la popularidad no es eterna y la de Wowereit, que a lo largo de sus años al frente del Gobierno regional repitió infinidad de veces que no hacia política gay, sino que era un homosexual que se dedicaba a la política, comenzó a declinar poco después de obtener un tercer mandato en 2009. Su reputación quedó hecha trizas cuando tuvo que postergar, hace dos años, la inauguración del nuevo aeropuerto internacional de Berlín, que sigue cerrado sin que nadie pueda vaticinar cuándo aterrizará el primer avión.
Durante su comparecencia ante la prensa, Wowereit admitió que había debido enfrentar numerosas crisis durante su Gobierno, pero reconoció con sinceridad que el retraso en la inauguración del aeropuerto representaba una de las peores derrotas políticas de su carrera. Wowereit, embriagado por una especie de patriotismo local, cometió el error de encargar a varias empresas locales la construcción de la moderna terminal. El desastre ha sido de tal envergadura que ha provocado una larga guerra interna en el seno de su partido para buscarle un sucesor.
El candidato con mayores posibilidades de ocupar el cargo es el jefe del SPD en Berlín, Jean Stöss, un político competente y respetado, pero que carece del carisma arrebatador de Wowereit. En cualquier caso, no parece sencillo encontrar un político que demuestre tanta habilidad para acuñar frases con impacto como ha demostrado el burgomaestre saliente. Una de ellas es recordada con devoción por sus conciudadanos: “Berlín es pobre pero sexi”.
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