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El ‘Libro Rojo’ de la caída en desgracia

La investigación a Zhou Yongkang, exjefe de seguridad, revela las pautas de Pekín para relegar a los altos cargos incómodos

Bo Xilai, exjefe del PCCh en Chongqing, durante el proceso por soborno y corrupción que se celebró contra él en septiembre pasado. / AP
Bo Xilai, exjefe del PCCh en Chongqing, durante el proceso por soborno y corrupción que se celebró contra él en septiembre pasado. / AP

Una de las herramientas de control más importantes con que cuenta el Partido Comunista Chino (PCCh) es su secretismo. Aunque es sabido que se rige por unos estrictos protocolos y reglas, los detalles de sus procedimientos nunca ven la luz pública. Sin embargo, mediante conjeturas y reconstrucciones hechas a partir de informaciones filtradas por miembros del partido o personas cercanas a la cúpula del poder, o de analizar con detenimiento sus procesos públicos, se pueden identificar algunas pautas.

El anuncio de la investigación oficial al exministro de Seguridad Zhou Yongkang confirma que tras la caída de este alto cargo hay una coreografía silenciosa, secreta y minuciosa que parece repetir, con pequeñas diferencias, las de otros casos de líderes depuestos, como el exjefe del PCCh en Chongqing Bo Xilai o el jefe del partido en Shanghái, Chen Liangyu.

El punto de partida son las investigaciones o detenciones de personas cercanas al líder en cuestión. Estas muchas veces incluyen a subordinados, socios e incluso familiares. Zhou vio caer uno a uno a sus peones en las industrias en que había cimentado su poder: petroleras y de seguridad interna.

Desde 2009, decenas de ejecutivos de la China National Petroleum Corporation (CNPC), de la que Zhou fue director general, se convirtieron en blanco de investigaciones de los comités disciplinarios del partido. Muchas de ellas concluyeron con condenas por corrupción y desfalco.

El punto de partida siempre es rastrear el entorno y arrestar a socios y familiares

Las investigaciones salpicaron a oficiales de alto rango y su círculo más próximo. La fortuna de Zhou fue confiscada y varios familiares, incluido su hijo, detenidos por estar involucrados en “negocios ilegales”.

La historia de Zhou, su ascenso a la cumbre del poder y su posterior caída, está estrechamente vinculada a la de su protegido Bo Xilai, condenado a cadena perpetua por soborno, corrupción y abuso de poder. El proceso de Bo en 2012 destapó la olla de la corrupción en la provincia de Sichuan, donde ambos habían consolidado su poder, y desencadenó el arresto de decenas de oficiales y agentes de la policía que formaban la gran base de apoyo del entonces ministro y novena silla del Comité Permanente del Politburó chino.

Una vez rastreada la base, se abre otra fase en el proceso: la confirmación de las sospechas mediante una investigación interna y secreta dentro del partido. Esta etapa es llevada de forma privada y habitualmente acarrea cambios en las responsabilidades del líder e, incluso, la privación de sus cargos.

Zhou dejó de ser el delegado de la provincia de Hebei en el congreso, y luego resurgió como representante de la turbulenta y lejana zona de Xinjiang, escenario de reclamaciones de los uigures. Durante ese periodo se cree que fue obligado a hacer un traspaso de poderes a su viceministro de Seguridad Pública, Meng Jianzhu, abandonando sus responsabilidades como ministro.

Meses después, Zhou abandonó la primera línea con el cambio generacional de líderes. Si bien muchos continúan en la arena pública, Zhou desapareció desde octubre, fecha en la que se cree que el presidente chino, Xi Jinping, ordenó que se le investigase.

“Los casos siguen unas reglas muy precisas”, afirma Sebastian Veg, director del Centro Francés de Investigación de China Contemporánea, sito en Hong Kong. “Los sospechosos desaparecen por un tiempo antes de que se anuncie una investigación interna del partido. Cuando la investigación termina, el sospechoso es despojado de su calidad de miembro del partido y entregado al sistema judicial, donde vuelve a iniciarse una investigación que luego conduce a un juicio”.

Tras apartar de la vida pública al sospechoso, el PCCh le entrega al juez

Así ocurrió con Bo Xilai, apartado de su cargo en marzo de 2012. Un mes después, perdió su puesto en el Politburó y a finales de junio fue expulsado del partido, perdiendo toda inmunidad. Casi un año después, en julio de 2013, fue acusado de corrupción, sobornos y abuso de poder, y en menos de dos meses, declarado culpable y condenado a cadena perpetua.

En el caso de Zhou Yongkang se guardó un amplio silencio hasta el anuncio público de su investigación, el martes pasado. Su caso, sin embargo, ha ido engordando desde que desapareció en octubre y se llevó por delante a algunos aliados, entre ellos Xu Caihou, número dos en la jerarquía militar con el Gobierno de Hu Jintao, y Li Dongsheng, viceministro de Seguridad Pública, ambos detenidos y puestos recientemente a disposición judicial.

Una vez que el caso se hace público, se abre la veda de la publicidad nacional. La prensa china tiene permiso para hablar de alguien que antes estaba protegido por el poder. La pasada semana, los medios de comunicación chinos publicaron perfiles completos del antiguo zar de seguridad y lo hicieron de manera exhaustiva, con informaciones y documentos que parecían estar preparados con antelación, esperando sólo la luz verde.

La caída en desgracia de Zhou incluso se ha hecho un hueco estos días en forma de pasatiempo digital. Con el título ¿Te atreves a tocarle la cola al tigre?, el portal Tencent y el servicio de mensajería instantánea Wechat reproducían, al tocar la pantalla, una serie de cartas que ilustran las conexiones de Zhou en todos los niveles, desde la industria petrolera hasta su familia.

“En estos casos de alto perfil, la culpabilidad se decide en un nivel político antes de que la investigación comience, pues el partido no puede permitirse tener a una persona absuelta”, afirma Veg. El Partido Comunista Chino no podría poner en el estrado a uno de sus tigres si este no estuviera ya enjaulado. El matiz queda precisado al leer entre líneas el anuncio oficial del Comité Central del PCCh, donde declara que da inicio a una investigación para revisar las violaciones de Zhou, en lugar de investigar si cometió o no violaciones.

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