El Congreso aprueba una demanda contra Obama por supuesto abuso de poder
La Cámara de Representantes autoriza con los votos de la derecha demandar al presidente ante la Justicia de Estados Unidos por la aplicación de la reforma sanitaria
El Congreso de Estados Unidos, paralizado desde la victoria del Partido Republicano en las legislativas de 2010, cayó este miércoles a una nueva cota de crispación y polarización. Los republicanos, mayoritarios en la Cámara de Representantes, votaron a favor de denunciar ante la Justicia al presidente de EE UU, el demócrata Barack Obama, por abusar de su autoridad presidencial a la hora de aplicar la reforma sanitaria, uno de los mayores éxitos legislativos, y el más discutido, de su mandato.
La propuesta para autorizar la demanda se adoptó con los 225 votos a favor de la mayoría republicana y los 201 en contra de la minoría demócrata.
La demanda, impulsada por el speaker o presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, es otra escaramuza partidista —una más— en el Congreso menos productivo de la historia. Desde que los republicanos asumieron el control de la Cámara baja, hace tres años y medio, ninguna ley de calado se ha adoptado, y la actividad legislativa se ha estancado bajo mínimos. Los demócratas controlan el Senado.
“La demanda es un chiste”, dice Thomas Mann, especialista en el Congreso, investigador en el laboratorio de ideas Brookings Institution y coautor del ensayo It’s even worse than it looks: how the American constitutional system collided with the new politics of extremism (Es peor de lo que parece: cómo el sistema constitucional americano colisionó con la nueva política del extremismo). “Todo es simbólico y sin consecuencias, como todo lo que el Congreso hace estos días. Un gobierno dividido en una época de polarización partidista intensa y asimétrica es la fórmula idónea para una oposición vehemente y para la inacción".
Los republicanos defienden la demanda —una medida inusual pero, al contrario que impeachment, el proceso de destitución, posiblemente inocua— con el argumento de que Obama vulnera la separación de poderes y ha ampliado las prerrogativas de la presidencia hasta extremos anticonstitucionales.
Para los demócratas, llevar a Obama a los tribunales es pura gesticulación, un despropósito sin ninguna viabilidad ni base jurídica seria, una manera de jalear a las bases más ideologizadas a poco más de tres meses de las elecciones legislativas en las que se renovará toda la Cámara de Representantes y un tercio del Senado.
La demanda se centra en la decisión de Obama de aplazar la obligación, por parte de las empresas con más de 50 empleados, de ofrecer un seguro médico a sus empleados. Este es uno de los elementos clave de la reforma sanitaria, la ley adoptada en 2010 con el objetivo de ampliar la cobertura sanitaria a millones de personas que carecían de seguro.
El Partido Republicano cree que el aplazamiento unilateral de este elemento de la ley sanitaria refleja una tendencia de Obama a gobernar por su cuenta, sin contar con el Congreso. El presidente no esconde que, visto el bloqueo casi sistemático en el Congreso de sus iniciativas, intentará, como han hecho todos sus antecesores en circunstancias similares, gobernar unilateralmente, por medio de decretos u otras acciones presidenciales.
"[Los republicanos] han anunciado que me demandarán por adoptar acciones ejecutivas para ayudar a la gente", dijo Obama, horas antes de voto, en un discurso en Kansas City (Misuri). "De modo que están indignados conmigo porque hago mi trabajo".
"No se trata de demócratas y republicanos, sino de defender la Constitución que juramos defender y actuar de manera decisiva cuando esta se encuentre en una situación comprometida", dijo Boehner en un discurso ante la Cámara de Representantes. "¿Piensan permitir que cada presidente decida qué leyes ejecuta y cuáles cambia? ¿Están dispuestos a permitir que cualquier persona destroce lo que nuestros fundadores construyeron?"
La demanda, dice Mann, “es una manera para el speaker de redirigir una parte de la presión de su grupo parlamentario para que lance un proceso de destitución [contra el presidente]”. Sólo dos presidentes —Andrew Johnson en 1868 y Bill Clinton en 1998— fueron sometidos al impeachment, reservado para delitos graves, y ambos fueron absueltos.
En el pasado la amenaza del impeachment ha sido un arma frecuente en manos de la oposición. Obama no es la primera víctima. Los demócratas más airados por las falsedades que llevaron a la invasión de Irak esgrimieron la posibilidad de procesar al republicano George W. Bush. Hasta el punto de que, asustada porque en las urnas la acción tuviera efectos contraproducentes, la entonces speaker, la demócrata Nancy Pelosi, se vio forzada a descartar en público tal opción.
A su sucesor, Boehner, le ocurre ahora algo similar. Las bases más radicales del Partido Republicano, que recelan del pragmatismo de Boehner, quieren un impeachment contra Obama. Algunos legisladores se resisten a descartar la posibilidad. La derecha mediática lleva años agitando el espantajo. Un 57% de votantes republicanos apoya un impeachment, según un sondeo reciente de CNN y ORC International.
Pero Boehner sabe que un impeachment sería impopular entre la mayoría de norteamericanos y, peor, sólo serviría para movilizar a unos votantes demócratas apáticos tras seis años de Obama en la Casa Blanca y poco proclives a acudir a las urnas en masa —como hicieron en las presidenciales de 2008 y 2012— en las legislativas de noviembre.
La solución, para el líder republicano, es la demanda judicial. Le permite calmar a las bases radicales —identificadas con el movimiento populista Tea Party— con el mensaje de que él reacciona a los supuestos abusos presidencialistas de Obama. Pero no llega al impeachment.
Un impeachment sería un regalo para los demócratas de Obama: confirmaría los peores prejuicios sobre el sectarismo republicano y sería la mejor propaganda para que sus votantes votaran en unas legislativas en las que los demócratas temen perder el Senado. De ahí que la Casa Blanca y el Partido Demócrata hayan sido los primeros en difundir la idea de que la demanda puede desembocar en un proceso de destitución .
En los últimos días, los buzones electrónicos de potenciales simpatizantes demócratas se han visto inundados de correos reclamando donativos para la campaña con el objetivo de frenar el impeachment. Sólo el lunes, los demócratas recaudaron un millón de dólares.
“No tenemos ningún plan para procesar al presidente. No tenemos planes futuros”, ha dicho Boehner. “Miren, todo esto es un timo ideado por los demócratas en la Casa Blanca”.
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