Primeros indicios del regreso de la violencia sectaria en Irak
El primer ministro iraquí, Nuri Al Maliki, destituye a cuatro altos mandos militares
Bagdad está en máxima alerta. Los puestos de control han extremado su vigilancia y la gente se recoge en sus casas mucho antes de que entre en vigor el toque de queda a las diez de la noche. Los combates entre los insurgentes y el Ejército han llegado a Baquba, a apenas 60 kilómetros de la capital, aunque las fuerzas gubernamentales aseguraron ayer haber recuperado el control. No obstante, la muerte de 44 suníes que se encontraban detenidos en una comisaría de esa ciudad ha despertado el fantasma de la guerra sectaria.
Durante la noche del lunes al martes, los milicianos del Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL) y otros grupos asociados lanzaron un ataque contra Baquba, la capital de Diyala, una provincia de población mixta (árabes suníes y chiíes, y kurdos) donde ya controlan varias localidades menores. Pero ayer por la tarde, el responsable de la policía, el general Yamil Kamal al Shimmari, anunciaba que sus hombres habían logrado repeler el ataque.
“Toda la ciudad está bajo control, y no se ven grupos de hombres armados en las calles”, declaró el general Yamil a la televisión estatal.
Más al Norte, sin embargo, los yihadistas lograron hacerse finalmente con la mayor parte de Tel Afar, a un centenar de kilómetros de la frontera con Siria, según un responsable del Consejo Provincial de Nínive, citado por France Presse. Además, dos grupos insurgentes sirios tomaron el control de un puesto fronterizo entre Irak y Siria en esa provincia.
Durante la última semana, los yihadistas han logrado hacerse con la mayor parte de la provincia de Nínive, incluida su capital, Mosul, que es la segunda ciudad de Irak; la ciudad de Tikrit, y comarcas de las provincias de Saladino, Diyala y Kirkuk. La ofensiva, que al parecer preparaban desde hace meses, se ha beneficiado de la complicidad de parte de la comunidad suní, absolutamente desencantada con el Gobierno; pero, sobre todo, en palabras de un diplomático europeo, de que “el enemigo no se ha presentado al combate”.
El primer ministro, Nuri al Maliki, cesó ayer a los cuatro máximos responsables de la seguridad por incumplimiento del deber. Entre los destituidos, se encuentran el comandante de la provincia de Nínive, el teniente general Mehdi Sabá Ghawari; y el comandante Hidayat Abdulrahem, que habría abandonado el campo de batalla, por lo que será juzgado por un tribunal militar.
Sin embargo, desde el domingo las autoridades intentan proyectar la imagen de que las fuerzas de seguridad han recuperado la iniciativa e insisten en que están recuperando terreno. Ese ímpetu puede quedar eclipsado si llega a confirmarse que los 44 suníes muertos en un comisaría de Baquba fueron sumariamente ejecutados.
La mayor refinería del país cierra por la evacuación del personal extranjero
El EIIL afirmó en una cuenta de Twitter que los detenidos habían sido asesinados por la policía. La versión oficial es que murieron durante el ataque de los insurgentes en el que también perdieron la vida dos policías. Sin embargo, The New York Times cita una fuente policial según la cual “fueron asesinados por los agentes antes de evacuar la comisaría”. El diario también recoge el testimonio de un empleado del depósito de cadáveres que dice que la mayoría tiene impactos de bala a quemarropa.
Llevará tiempo saber lo que realmente pasó ayer en esa comisaría. De confirmarse, sería un peligroso indicador de la vuelta a las matanzas sectarias que llevaron a Irak al borde de la guerra hace apenas ocho años. De hecho, un segundo incidente despertó la alarma tanto de la comunidad suní como de las organizaciones de derechos humanos cuando se encontraron los cadáveres de cuatro hombres de entre 25 y 30 años, con varios impactos de bala, en un barrio del este de Bagdad bajo control de milicianos chiíes.
Aunque se desconoce la identidad de los fallecidos y nadie ha reclamado sus cuerpos, el modo de proceder sigue la ominosa fórmula de las ejecuciones extrajudiciales con las que las milicias chiíes vengaban los atentados de los extremistas suníes civil a mediados de la década pasada. Es un peligro que se ha exacerbado con el reciente llamamiento a las armas lanzado por las autoridades para contrarrestar la parálisis de las fuerzas armadas ante el avance insurgente.
Mientras, el primer ministro, Nuri al Maliki, un chií al que sus rivales acusan de haber exacerbado las tensiones sectarias, acusó ayer a Arabia Saudí de estar detrás de los yihadistas que han puesto en jaque a su Gobierno. “Le consideramos responsable de la ayuda financiera y moral que reciben los grupos terroristas”, asegura un comunicado difundido por su oficina. El día anterior, Riad le irritó al pedir la formación de un Gobierno de unidad nacional en Irak porque, aseguró, Al Maliki ha llevado el país al límite con su política de exclusión de los suníes.
Al Maliki, que está al frente del Gobierno desde 2006, intenta obtener un tercer mandato tras haber conseguido que su partido fuera el más votado en las elecciones del pasado abril. Sin embargo, tras los sucesos de la última semana, muchos analistas se preguntan si es la persona adecuada.
El aumento de la violencia ha llevado a embajadas y empresas extranjeras a replantearse su presencia sobre el terreno. La mayor refinería de Irak, la de Baiji, cerró ayer debido a la evacuación de sus empleados extranjeros. Después de haber logrado repeler el avance de los milicianos del EIIL, sólo quedaban los trabajadores locales y la fuerza policial que vigila la instalación.
Tras las reducciones de personal de las legaciones de Estados Unidos y la ONU, Turquía anunció que evacuaba su consulado en Basora. La misión turca en Mosul fue asaltada por el EIIL cuando tomó la ciudad hace una semana. Desde entonces tiene secuestrados a los diplomáticos, sus familias (incluidos niños) y los policías que les protegían, en total medio centenar de personas. Además, una treintena de camioneros turcos están en manos de ese grupo desde unos días antes.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de España también ha actualizado sus recomendaciones de viaje para Irak. La nota advierte de que “la situación de seguridad en el país se ha degradado gravemente en los últimos días” y pide a todos los españoles que se encuentren en Bagdad o las provincias de Al Anbar, Diyala y Nínive, las “abandonen cuanto antes por medios comerciales”.
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