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Al menos 12 soldados ucranios mueren en la ofensiva contra Slaviansk

Los rebeldes derriban un helicóptero durante las operaciones en el este del país

Decenas de muertos en un ataque en Slaviansk.Foto: reuters_live

Al menos 12 militares ucranios murieron ayer cuando fue derribado el helicóptero en que sobrevolaban los alrededores de Slaviansk durante un ataque en el este del país. Tras la cruenta batalla del aeropuerto de la capital de esta misma región, Donetsk, las fuerzas de Kiev han vuelto el fuego sobre la ciudad de Slaviansk, otro de los grandes bastiones de los milicianos que no reconocen la autoridad del Gobierno central.

Alexandr Turchínov, presidente interino de Ucrania, fue la primera fuente oficial que confirmó las bajas. “Catorce militares han muerto, incluido el general Kulchitski”, explicó en sesión parlamentaria. Un par de horas más tarde la Guardia Nacional precisaba que eran 12 los muertos (seis miembros de la Guardia Nacional y seis de las fuerzas especiales), más un herido grave.

Los rebeldes afirman que derribaron el helicóptero en respuesta a disparos de la aviación y lanzamientos de misiles terrestres. “En este momento hay acciones militares en el pueblo de Mandríchino (en las afueras de Slaviansk) y se han incendiado varias viviendas de civiles", aseguraban milicianos a la agencia rusa Interfax, al tiempo que sostenían que varias personas habían sido heridas en las estaciones de ferrocarril de Slaviansk y la próxima localidad de Semionovka.

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Con 120.000 habitantes, Slaviansk es uno de los puntos calientes del conflicto. Unas horas antes del derribo de la aeronave, Viacheslav Ponomarev, el autoproclamado alcalde rebelde de la localidad, aseguraba mantener en su posesión a los cuatro observadores de la OSCE que desaparecieron el lunes cuando conducían de Lugansk a Donetsk. Ponomarev aseguró que serán liberados en breve y sin condiciones, e insistió en que sus hombres ya advirtieron a los inspectores que no patrullaran la zona, “pero hubo esos cuatro que insistieron”. Ni la OSCE ni el Gobierno ucranio han confirmado que los observadores se encuentren en poder de Ponomarev, pero sí que están en buenas condiciones y se espera su liberación.

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Las bajas en la incursión hacia el este del Ejército ucranio comienzan a contarse por decenas. Ayer fueron 12; el 22 de mayo 17 militares fallecieron en Volnovakha y Lugansk; y el lunes murieron alrededor de 50 rebeldes en los combates para recuperar el aeropuerto de Donetsk, tomado por las milicias la noche anterior. La operación contra los rebeldes es objeto de un vivo debate en Kiev, tanto por su fondo como por el aspecto de desorganización táctica con que se comienza a percibir. En su inicio, el nuevo presidente, Petro Poroshenko, la presentó como una acción “relámpago” que debía durar “horas, no meses”, pero a medida que pasan los días las críticas internas se recrudecen. Ihor Smeshko, político y exjefe de los Servicios de Seguridad de Ucrania (SUB), deslizaba el miércoles en un encuentro con la prensa que el apartado estratégico de la operación no está bien abordado: “El presidente debe crear un consejo militar profesional. Una guerra no se gana con viejos manuales militares. Es necesario un trabajo de inteligencia, y nuestras tropas necesitan el apoyo de la población, y eso depende del presidente porque hay muchos órganos de gobierno locales con las que no se está dialogando como se debería”.

Estas críticas pueden considerarse interesadas en tanto que Smeshko es rival político de Poroshenko, pero expertos sin ambiciones declaradas en ese campo, como Dimitry Tymchuk, director del Centro de Investigación Política y Militar, coincidía ayer con algunas de esas impresiones: “Determinadas acciones y las inacciones de la operación nos parecen erróneas”.

Las estrecheces por las que pasa el brazo armado de Kiev son manifiestas. Ayer mismo, tras lamentar las bajas de Slaviansk, Anton Gerashchenko, consejero del Ministerio de Interior, hacía “una llamada a los patriotas” que quieran enrolarse en los batallones con los que Ucrania aspira a complementar un ejército en reconstrucción tras los reveses morales sufridos en los últimos tiempos, entre ellos la pérdida de Crimea. “Venid al Ministerio. Reduciremos burocracia y os entrenaremos para defendernos de enemigos externos”, promocionaba Gerashchenko. “Ya tenemos dos batallones. El primero lleva un mes combatiendo y otro se ha desplazado hoy mismo al este. Y 300 personas van a empezar mañana entrenamiento de cuatro semanas con un contrato con el Ministerio del Interior”.

Mientras el oeste del país busca una fórmula para enfrentarse a la tentación separatista, el este se sumerge en terrenos cenagosos. En el centro de la ciudad de Donetsk, rodeada por el ejército ucranio y sometida al toque de queda de los rebeldes, los periodistas reportaron ayer una disputa incruenta entre dos facciones de las milicias rebeldes. Un batallón rodeó la sede de la administración regional y obligó a los militares prorrusos que lo ocupaban a abandonarlo y subir a sus camiones. Según el Wall Street Journal, el batallón agresor contaba con presencia de chechenos y estaba muy organizado. El Gobierno de la autoproclamada República de Donetsk difundió que se trató de una acción disciplinaria para castigar un saqueo en supermercados de los muchos que se han registrado en los últimos días, como informa France Presse. Esta misma semana el Gobierno rebelde ya divulgó la condena a muerte a dos soldados por pillaje.

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