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EE UU mantendrá 9.800 soldados en Afganistán y culminará la retirada en 2016

Washington debe negociar con Kabul el acuerdo para mantener las tropas a partir del 2015

Marc Bassets
El presidente Obama se dispone a realizar el anuncio en la Rosaleda de la Casa Blanca.
El presidente Obama se dispone a realizar el anuncio en la Rosaleda de la Casa Blanca.KEVIN LAMARQUE (REUTERS)

Afganistán no será Alemania ni Japón, donde, casi siete décadas después del final de la Segunda Guerra Mundial, siguen estacionadas decenas de miles de tropas norteamericanas. El presidente Barack Obama ha anunciado este martes las retirada completa de las fuerzas armadas de Estados Unidos del país centroasiático a finales de 2016.

Si el calendario se cumple, Obama habrá cumplido la promesa de acabar durante su presidencia con las guerras que empezaron tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.

“Es hora de pasar página tras más de una década en la que nuestra política exterior estuvo demasiado dominada por las guerras en Afgansitán e Irak”, dijo Obama en la Rosaleda de la Casa Blanca. El presidente recordó que, cuando él llegó al poder en 2009, EE UU tenía casi 180.000 miembros de las fuerzas armadas en combate; en unos meses tendrá menos de 10.000.

EE UU se retiró de Irak en 2011, tras fracasar el intento de EE UU de acordar una presencia más prolongada de las tropas norteamericanas en el país. La misión de combate en Afganistán —la guerra más larga de EE UU— termina oficialmente a final de 2014.

El plan que ha presentado Obama, y que deberá negociar con el presidente afgano que salga de las urnas en las elecciones de 14 de junio, contempla una presencia de dos años más con una misión doble: formar a las fuerzas locales y participar en operaciones antiterroristas.

Ahora hay unos 32.000 militares de EE UU desplegados en Afganistán. El próximo enero, cuando concluya la misión de combate, quedarán 9.800, según la propuesta de la Administración Obama. En diciembre de 2015, este número debe reducirse a la mitad y concentrarse en la capital, Kabul, y en la cercana base de Bagram. Un año después, semanas antes de que Obama abandone la Casa Blanca al final de su segundo y último mandato, no quedará ni un militar norteamericano, más allá del personal habitual en la embajada.

"No había ningún motivo militar para fijar una fecha final en particular. La fecha final coincide con el final de su mandato en el cargo. Y esto no es una estrategia militar sino política", se quejó, ante un grupo de periodistas, Robert Kagan, adscrito al laboratorio de ideas Brookings Institution e identificado con el movimiento neoconservador.  "Obviamente el trabajo no está hecho", añadió Kagan. "Su sucesor tendrá que asumir las consecuencias. Cuando Al Qaeda vuelva a establecerse en Afganistán, otra persona será presidente de Estados Unidos".

Obama adoptó la decisión de escalonar la retirada definitiva tras una visita fugaz a la base de Bagram, el domingo y en vísperas de un discurso, este miércoles, en el que quiere presentar su visión de política exterior. El fin de las guerras de Iraq y Afganistán y la decisión de dar prioridad a la lucha antiterrorista —mediante comandos especiales o aviones pilotados a distancia— ha sido uno de los ejes de su presidencia. El repliegue refleja el hartazgo de los ciudadanos con el intervencionismo de su antecesor, George W. Bush, pero ha sembrado dudas sobre la influencia de la primera potencia.

Obama cree que Al Qaeda —el grupo terrorista cuya presencia en Afgnanistán originó la intervención norteamericana— está debilitada y que las fuerzas afganas están adiestradas para combatir con los talibanes. Más de dos mil norteamericanos han muerto en Afganistán desde el inicio de la guerra en 2001.

El calendario para la retirada definitiva de Afganistán está sujeto a la aprobación del ganador de la segunda vuelta de las presidenciales, que enfrenta a Abdulá Abdulá y Ashraf Ghani. La Casa Blanca confía en que el vencedor firme el acuerdo que permita la presencia de tropas dos años más allá del final de los combates en diciembre de 2014. El actual presidente, Hamid Karzai, se oponía.

El obstáculo principal es la petición, por parte de EE UU, de que Afganistán garantice la inmunidad judicial de sus tropas. Sin acuerdo, los norteamericanos deberán abandonar el país a finales de 2014, como ocurrió con Irak en 2011. Dos años y medio después, la violencia, el sectarismo y la corrupción siguen dominando el país árabe.

“Los americanos han aprendido que es más difícil acabar guerras que empezarlas”, dijo Obama. Como Iraq, Afganistán habrá terminado sin gloria, sin la capitulación del enemigo ni desfiles de victoria con confetti y banderas. Sin victoria.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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