Dobrica Cosic, escritor y padre de la Federación Yugoslava
Estrecho colaborador del mariscal Tito, sus obras fomentaron el nacionalismo serbio
La trayectoria política de Dobrica Cosic, escritor y primer presidente de la Federación Yugoslava, se solapa con su obra literaria. Comunista, miembro de la resistencia contra los países del Eje durante le Segunda Guerra Mundial y entre los más estrictos colaboradores del mariscal Tito al acabarse el conflicto, de su pluma salieron obras entre las más destacadas de la literatura serbia, antes partisanas y nacionalistas después. En los noventa su postura política se alineó a la del entonces líder de la Federación yugoslava Slobodan Milosevic, inspirado por un nacionalismo serbio que muchos consideran arraigado en las novelas de Cosic. Nacido en Velika Drenova, un pueblo de 5.000 habitantes hoy serbio y entonces parte del Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, falleció el pasado 18 de mayo en Belgrado, a los 92 años.
Su carrera política empezó en las filas del partido comunista yugoslavo, del que llegó a ser un alto dirigente. Orgullosamente serbio, Cosic reconocía al croata Josip Broz, líder de la antigua Yugoslavia y más conocido como el mariscal Tito, la capacidad de mantener unidos los seis estados que componían la República, en aquel entonces federal y socialista. Apoyó además su política de neutralidad internacional (Belgrado no formaba parte de la OTAN ni del Pacto de Varsovia y fue uno de los países que más impulsó el Movimiento de Países No Alineados). Pero el idilio se rompió en 1968, cuando el escritor se quejó por la situación de los serbios en la provincia autónoma de Kosovo, poblada por una amplia mayoría albanesa. Tito lo destituyó de su cargo en el partido, pero Cosic reaccionó con ironía: en una entrevista concedida al rotativo estadounidense The New York Times en 1990, agradeció al mariscal por haberlo apartado y dejarle así “más tiempo para escribir”.
Escribió la trilogía El tiempo de la muerte, considerada un hito en la narrativa serbia contemporánea, que relata el sufrimiento de su pueblo durante la Segunda Guerra Mundial. Pero no fue su única obra. Figura entre los autores de un memorándum de la Academia serbia que acusaba a los albaneses residentes en Kosovo de un presunto genocidio. Sus obras fomentaron el nacionalismo serbio y le propiciaron tanto enemigos como nuevos aliados. En unas declaraciones al diario oficialista Politika, en 1991, Cosic sostuvo que “la neutralidad, hoy, con una guerra contra el pueblo serbio, representa una mentira y la cobardía moral. Si no hay un acuerdo entre yugoslavos, el pueblo serbio tendrá que crear su propio espacio étnico”.
Tanto esas palabras como las impresas en algunos de sus libros le valieron un acercamiento al líder nacionalista Slobodan Milosevic, que se coronó con la elección de Cosic a primer presidente de la neonata Federación Yugoslava, el 15 de junio del 1992. La guerra estaba destrozando los Balcanes y en el nuevo país quedaban solo Serbia y Montenegro, pero en su discurso de aceptación Cosic afirmó que su objetivo como presidente era buscar “paz y cooperación con todos los países vecinos, con Estados Unidos y con la entera comunidad internacional”.
En marzo de 1993, Cosic rechazó tajantemente el plan de paz para Bosnia-Herzegovina ante la Comisión de Exteriores del Parlamento europeo. No se cortó en su ataque a las instituciones comunitarias, que acusó de haber causados a los serbios “miseria, humillaciones, y desesperanza como nunca había sucedido antes en la historia”.
Unos meses después, sin embargo, aceptó junto con Milosevic el plan para pacificar la región propuesto por Estados Unidos. “Las condiciones son dolorosas y el plan es imperfecto e injusto, pero nos ofrece la posibilidad de conseguir nuestros objetivos a través de la paz y no de la guerra”, declaró frente al Parlamento serbio. “El mundo está contra nosotros, y no podemos continuar está guerra hasta cometer un suicidio. No tenemos la fuerza necesaria, no podemos seguir este conflicto”.
La Asamblea, por lo contrario, no aprobó la medida. Y menos de un mes más tarde, en una sesión convocada para afrontar los problemas de política exterior del país, destituyó al escritor. Solo los parlamentarios del Partido Socialista Serbio de Milosevic y del Partido Radical del ultranacionalista, y exprotegido de Cosic, Vajislav Seselj tenían constancia de que el orden del día incluía la destitución. Fue acusado de conspirar con el Ejército para poner en marcha un golpe militar y de criticar la postura de los dirigentes montenegrinos por tacharlos de separatistas. Considerado como el padre de la Federación Yugoslavia, perdió un cargo que según muchos historiadores Milosevic le otorgó solo para inflar el prestigio de su nueva patria.
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