Polonia: cómo hacer dinero en Europa
Los polacos ven como algo muy lejano todo lo relacionado con la Unión Europea
"Un trabajo tranquilo, donde uno no se mata, con vuelos en clase business (por supuesto, gratis), un sueldo que ronda los miles de euros y la posibilidad de poder subir la prestación por jubilación. Solo un loco renunciaría a una vida semejante". Podríamos citar hasta la eternidad descripciones parecidas de la vida de un diputado al Parlamento Europeo en los medios de comunicación polacos.
En un libro publicado hace poco, el eurodiputado Marek Migalski describe de forma detallada cómo se puede sacar dinero del Parlamento Europeo. El tabloide Super Express ha hecho una comparativa del patrimonio del diputado, antes y después de su mandato. A lo largo de cuatro años, ha conseguido cerca de 1,4 millones de zlotys adicionales (unos 300.000 euros), una vivienda más, valorada en 500.000 zlotys (120.000 euros), y un nuevo coche de clase media.
"Los políticos polacos se las ingenian como pueden para sacar dinero de Bruselas. Engañan a menudo a la administración en Bruselas y se han especializado en ello hasta tal punto que nadie es capaz de pillarles en sus engaños", comenta el periódico, que describe minuciosamente cómo los políticos de Polonia engañan en lo que se refiere a los reembolsos por la vivienda, los hoteles, las oficinas, las dietas y los billetes de avión, y cuánto se puede ganar con ello. Cada euro cuenta. Algunos incluso duermen en los sofás en las oficinas del Parlamento Europeo, recibiendo al mismo tiempo, cómo no, el dinero destinado al alquiler.
Durante los mandatos anteriores los partidos trataban a menudo al Parlamento Europeo como un cómodo lugar de exilio para los políticos de primer orden que habían tenido problemas en sus propios partidos o habían perdido la lucha interna por el poder. De este modo llegaron al Parlamento Europeo Wojciech Olejniczak; el expresidente del izquierdista Alianza de la Izquierda Democrática (SLD); Zbigniew Ziobro, el ex ministro de Justicia previsto para suceder al presidente de Ley y Justicia ( PiS); Jarosław Kaczyński, que tuvo un conflicto con él (y poco después de las elecciones fundó su propio partido). En el polo opuesto se encuentran los candidatos peculiares que participan en las elecciones principalmente porque son conocidos. Ahí tenemos a la ex modelo de Playboy y jefa del club deportivo Izabella Łukomska-Pyżalska, o al boxeador Tomasz Adamek, quien durante la campaña se dejó conocer principalmente por su oposición a los matrimonios entre personas del mismo sexo, al aborto y a los homosexuales (manifestó que necesitan tratamientos y que hay que parar los "ataques a la Iglesia y el pecado en general"). La izquierda iba a proponer como candidata a la famosa modelo Natalia Siwiec, conocida básicamente por sus grandes pechos.
La pensión para los activistas veteranos o bien un festín para pícaros y vagos: la imagen del Parlamento Europeo a los ojos de la opinión pública polaca oscila entre estos dos estereotipos. El cinismo que rodea a las elecciones es tan común que casi todos los candidatos se sienten obligados a declarar, como Adamek, que "participan en las elecciones sin ánimo de lucro".
No es de extrañar que los polacos valoren negativamente el trabajo de los eurodiputados y que, en general, no tengan la menor intención de acudir a las urnas. Según el sondeo llevado a cabo en marzo por el Centro de Estudio de la Opinión Pública (CBOS, por sus siglas en polaco), la participación en las elecciones podría ser incluso más baja que en 2009, cuando alcanzó el 24,5%. El 71% de los entrevistados expresó su total falta de interés por las elecciones, dato que establece un record. Según el mismo sondeo, la mayoría de los electores polacos cree que "los eurodiputados no tienen mucho que hacer". Casi nadie sabe lo que hace un eurodiputado y qué depende de sus decisiones. Sin embargo, todo el mundo sabe que sale caro.
En la actitud frente al Parlamento Europeo en Polonia influye también la debilidad del debate polaco sobre la Unión Europea. Los políticos polacos dicen muy poco acerca de lo que Polonia puede aportar a la Unión, y se muestran reacios a debatir los desafíos mundiales a los que se enfrenta Europa en el siglo XXI. Quizá suponen que dichas cuestiones no interesan a los votantes con un punto de vista pragmático. En cambio, hablan extensamente de cuánto dinero "han conseguido" de Bruselas y de cuantos kilómetros de la red de alcantarillado, gimnasios y piscinas ha sido posible construir gracias a estos fondos. Por supuesto, aquí se da una incoherencia: si como país estamos pensando principalmente en la cantidad de dinero que podemos conseguir, ¿por qué nos quejamos cuando nuestros diputados piensan lo mismo sobre sus carteras?
Adam Leszczyński es periodista de Gazeta Wyborcza.
Traducción: News Clips
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