El Gobierno escocés corteja a Europa
Alex Salmond avisa de que el peligro real es la salida de Reino Unido de la UE El ministro principal escocés promete su reintegración en el club comunitario antes de 2016
Escocia intenta hacerse querer en el corazón de la Unión Europea (UE). Tras varios desencuentros sobre el encaje legal de una Escocia potencialmente independiente, el ministro principal escocés, Alex Salmond, trató ayer de limar asperezas entre Edimburgo y Bruselas ante el próximo referéndum de septiembre, en el que se votará su emancipación del Reino Unido. La elección del lugar de la conferencia —el prestigioso Colegio de Europa de la Universidad de Brujas (Bélgica) del que han salido varias generaciones de altos funcionarios comunitarios— y del momento —a menos de cinco meses de la consulta y en pleno auge de UKIP, el partido populista y antieuropeo que lidera con holgura los sondeos británicos para las elecciones europeas— no es casual: Salmond trata de que cale la idea de que, con su posible independencia, la UE ganaría un socio “entusiasta” en Escocia, frente a la “amenaza” que representa una potencial salida de Reino Unido del club comunitario.
El ministro principal escocés también se esforzó en trazar una gruesa línea separatoria entre el proceso de autodeterminación que lidera y los intentos de otras regiones del continente, incluida Cataluña. Pese a las advertencias de Bruselas, Salmond dice tenerlo claro: si la consulta prospera, Escocia será uno más en el club comunitario antes de marzo de 2016.
“A diferencia de otras, nuestra campaña por la independencia es pacífica, inclusiva, cívica y constitucional”, comenzó Salmond ante cerca de 200 estudiantes de posgrado. El primer ministro escocés quiso así, poner negro sobre blanco las diferencias entre la forma elegida por Escocia para afrontar su salida del Reino Unido y el camino seguido por otros pueblos del Viejo Continente. Salmond tampoco hizo mención explícita al proceso de autodeterminación de Cataluña. Pese al intento de los sectores nacionalistas catalanes de asociar el curso de los acontecimientos en ambas regiones, el jefe del Gobierno escocés siguió el mismo camino por el que ha optado su partido (el Partido Nacional Escocés) y prefirió eludir cualquier asociación directa que se prestara a equívoco.
Sabedor de que el actual Ejecutivo comunitario cesará en sus funciones en octubre y no le corresponderá decidir sobre su anhelada adhesión a la UE, Salmond cargó las tintas sobre el presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, por su comparativa entre el proceso de independencia de Escocia y el de Kosovo. “Despertó la sorpresa e incluso el ridículo: la de Kosovo fue una declaración unilateral, mientras el proceso escocés es plenamente constitucional”, afirmó con vehemencia en el único momento en el que elevó el tono sobre las instituciones comunitarias. Más allá de ese toque de atención, propio de fin de legislatura, el mandatario escocés se envolvió en la bandera comunitaria y aprovechó su presencia en un escenario tan simbólico (el mismo en el que la exprimera ministra de Reino Unido Margaret Thatcher pronunció hace 25 años uno de sus más severos discursos frente a la intromisión europea) para lanzar un alegato fervientemente europeísta. Salmond también recordó que las últimas encuestas muestran una mayoría de escoceses a favor de la continuidad en la Unión.
Salmond trazó una línea gruesa entre la situación de escocia y la de Cataluña
Por espacio de media hora, el primer espada del Ejecutivo escocés fue desgranando una a una las bondades de Escocia en el plano fiscal —“sería contribuyente neto”—, energético —“Escocia tiene más del 60% de las reservas de petróleo de la UE”— y de organización interna —“como Estado miembro, Escocia aportará una voz de cooperación ”— y se empleó a fondo para tratar de seducir a la Comisión y al Parlamento Europeo que saldrán de las urnas el próximo 25 de mayo, que serían los encargados de negociar una potencial adhesión si los escoceses votan por la independencia en septiembre. “Las negociaciones se completarán en los 18 meses que transcurrirán entre el ‘sí’ y el logro de la independencia, en marzo de 2016”. Esta visión optimista del jefe del Ejecutivo escocés choca frontalmente con los Tratados de la Unión, según los cuales tanto Cataluña como Escocia quedarían automáticamente fuera del club comunitario en caso de independencia y requerirían del voto unánime de todos los Estados miembros para reintegrarse en la UE, algo bastante complicado habida cuenta de que el veto de un solo país daría al traste con su proceso de entrada.
La lectura que hace el Gobierno escocés de los Tratados es radicalmente opuesta a la que la Comisión ha reiterado en las últimas semanas. “Es absurdo, no hay base legal y va contra los principios fundadores de la UE. No hay ninguna definición de solidaridad que pueda provocar que Escocia vea denegada su inclusión por seguir un proceso libre, democrático y legítimo de autodeterminación”. El ministro principal escocés intentó así enviar un mensaje tranquilizador para advertir a continuación de que el peligro “real” para Bruselas proviene, a su juicio, de una potencial salida de Reino Unido. “La amenaza para la UE es el referéndum que Westminster propone para salir de la UE, no la independencia de Escocia”, concluyó Salmond.
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