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Los bastiones islamistas, en la mira

El Gobierno de Argelia distribuyó 186.000 policías, 74.000 gendarmes y 460.000 funcionarios por todo el país para las elecciones

Javier Casqueiro
Manifestantes anti elecciones y policías se enfrentaron este jueves en la provincia de Bouira.
Manifestantes anti elecciones y policías se enfrentaron este jueves en la provincia de Bouira.STR (EFE)

Argel, esta megaurbe de más de cinco millones de personas, colgada de varias colinas, evocadora y atractiva, a la que le faltan varias manos de pintura en sus fachadas, vivió este jueves una jornada electoral tan tranquila y en calma como las que suceden en cualquier otra capital de su entorno occidental. Los colegios abrieron a las ocho, los organismos públicos cerraron, las calles se llenaron de paseantes haciendo sus gestiones, y de mucha policía por todas las esquinas. Y en los cruces. Y cerca de los hoteles. Y alrededor de la Gran Post, el punto neurálgico de la ciudad, y en la principal avenida.

Tanto el ministro del Interior, que fue también el que compareció para ir goteando los datos de participación, como el viceministro de Defensa y jefe del Estado Mayor del Ejército, el general Ahmed Gaid, habían asegurado que iban a desplegar todos los efectivos que hicieran falta para evitar cualquier brote de violencia. En Argel no se observó en todo el día ni una discusión callejera ni casi en los mercados.

El Gobierno distribuyó 186.000 policías (45.000 más que hace cinco años), 74.000 gendarmes y 460.000 funcionarios por todo el país con el objetivo de transmitir sensación de control y seguridad. Por Argel sobrevoló todo el día un helicóptero policial. Incluso se permiten algunas manifestaciones, para completar el paisaje. El miércoles los impulsores del movimiento crítico y a favor del boicot a estas elecciones Barakat (Bastante) citó a los medios en el centro y congregaron menos partidarios que policías. Hubo unos gritos, unas pancartas y unas detenciones. Hay 229 periodistas internacionales cubriendo las elecciones en Argelia y la mayoría están en la capital. Todo en orden y asumible. Está en juego la fiabilidad de un régimen y, sobre todo, la posibilidad de convertir al país y sus tremendas fuentes energéticas en una alternativa al gas y petróleo procedente de Crimea y Rusia.

Pero en Argelia sí hay conflictos y problemas internos muy localizados. Este mismo miércoles murieron tres personas en la ciudad meridional de Gardaia, a 600 kilómetros de Argel, tras enfrentamientos entre las comunidades árabes suní y mozabita (bereberes ibadíes). Murieron tras sufrir golpes metálicos, precisa la agencia estatal APS. Hubo muchos heridos. Ese estallido, además, no es nuevo. Desde diciembre viene reproduciéndose periódicamente, aunque las autoridades mantienen en la zona un importante contingente que actúa según una política de muy calculada contención o contundencia. Los comercios han cerrado estos días.

Muchas tiendas también han aparecido cerradas este jueves en Tizi Uzu, en la región de La Cabilia, donde se han localizado en esta campaña las protestas más numerosas y llamativas. Tampoco son infrecuentes que se publiquen noticias en los medios argelinos con este tipo de titulares: “El Ejército mata a (un, tres o siete) terroristas en Agribs o Tizi Uzú”.

Así hasta ir sumando algunas decenas de fallecimientos al final del año. Ocurren en disputas en los bosques montañosos de esta región que reclama más autonomía, más impulso a la olvidada lengua bereber tamazight y donde se presupone el cuartel general de AQMI (la rama del Magreb islámico de Al Qaeda). Tanto en Gardaia como en La Cabilia es donde se registran habitualmente los peores datos de participación electoral.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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