EE UU confía en que Ginebra facilite el acercamiento entre Ucrania y Rusia
Washington llega a la reunión sin grandes expectativas mientras sopesa la extensión y el momento adecuado para imponer nuevas sanciones a Moscú
Pese a que la tensión en Ucrania no hace sino recrudecerse, Estados Unidos sigue convencido de que la diplomacia es el único camino viable para resolver la crisis ucrania. Sin grandes expectativas sobre el éxito de la reunión a cuatro bandas –Washington, Moscú, Bruselas y Kiev- para abordar el conflicto en ese país que el jueves se celebrará en Ginebra, la Casa Blanca considera, sin embargo, que, servirá para que Rusia y del Gobierno provisional de Ucrania puedan intercambiar directamente sus puntos de vista y se pueda perfilar una senda para acabar con la inestabilidad en el Este de la nación.
El presidente ruso, Vladímir Putin, advirtió este martes por la noche a la canciller alemana, Angela Merkel, de que “la actual escalada coloca al país al borde de una guerra civil”, según la nota emitida por el Kremlin tras la conversación telefónica entre ambos. Rusia recalcó, no obstante, que ambos líderes coincidieron en la “vital importancia” de la reunión de Suiza para encauzar el conflicto “en una dirección pacífica”.
Esa apuesta por la diplomacia, además del diálogo, incluye la imposición de sanciones, “las herramientas del siglo XXI”, con las que la Administración Obama insiste en que se debe combatir el desafío de Rusia. La presión para extender los castigos en represalia por las nuevas provocaciones del Kremlin se ha cernido sobre el presidente estadounidense, inmerso en cálculos políticos sobre cuándo y cómo aplicarlos para no perjudicar las conversaciones de esta semana ni los intereses económicos de su país y sus socios europeos.
“La reunión de Ginebra va a ser una oportunidad para que Rusia pueda compartir sus preocupaciones sobre las minorías étnicas y la descentralización del país directamente con Ucrania”, ha reconocido este martes el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney. El presidente ruso, Vladimir Putin, dejó claro el lunes a Barack Obama que las autoridades ucranias debían garantizar una “Constitución con una estructura federal”, una demanda que EE UU no está dispuesto a que se imponga unilateralmente por Moscú. “Ni EE UU, ni la Unión Europea, ni Rusia deben dictar a Ucrania cómo deba ser su estructura política”, ha advertido Carney.
Frente a las reclamaciones rusas de una Ucrania federal, Washington y Bruselas acudirán a Ginebra con la intención de que Moscú retire el apoyo a los paramilitares prorrusos y repliegue sus tropas de la frontera ucrania. “No creo que vaya a llegarse a ningún acuerdo, aunque es bueno que las partes se reúnan a ver cómo la situación se les va de las manos a unos y otros”, señala a EL PAÍS William Pomeranz, subdirector del instituto Kennan del Centro Woodrow Wilson en Washington, en alusión a las consecuencias que puedan derivarse del uso de la fuerza militar contra los separatistas rusos por parte del Gobierno interino de Kiev. Una medida que la Casa Blanca ha respaldado. “La militar no es nuestra opción preferida pero Ucrania tiene la responsabilidad de mantener la paz y el orden público y esperamos que actúe de forma gradual”, afirmó su portavoz.
Carney ha insistido en que EE UU no contempla el envío de ayuda bélica a Ucrania. “Nuestro respaldo es político y económico, el presidente ha reconocido que no ve una solución militar en ese conflicto”, recalcó. En medio de esta creciente inestabilidad, la Casa Blanca reconoció el lunes la visita del director de la CIA, John Brennan, a Kiev este fin de semana, una presencia que Rusia consideró una provocación y respecto de la que demandó aclaraciones. El Departamento de Estado aseguró que se trataba de un viaje rutinario y que no tenía el propósito de coordinar operaciones de inteligencia como había insinuado Moscú.
La estrategia de la Casas Blanca pasa por mostrar su apoyo al Gobierno ucranio –el lunes se rubricó el préstamo de 1.000 millones de dólares y el vicepresidente Joe Biden visitará Kiev la semana que viene para tratar la seguridad energética del país- y presionar a Moscú a través de sanciones que minen su estabilidad económica. La Casa Blanca necesita ofrecer una respuesta firme ante el aumento de la beligerancia rusa. Washington ha reconocido que las medidas sancionatorias podrían extenderse a la industria del petróleo y del gas rusa, pero es una decisión que debería coordinar con sus aliados europeos, reticentes a tocar ese sector debido a su dependencia energética de Rusia. El presidente tampoco querría agotar esa baza en vísperas de la reunión de Ginebra y antes de que el Kremlin intervenga de manera directa en el Este de Ucrania.
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