La cruda realidad tras años de derroche
Los trabajadores se rebelan ante el intento del Ejecutivo de contener el gasto
El kirchnerismo contó con el apoyo de casi todos los sindicatos en los primeros siete años de Gobierno gracias a la rápida caída del desempleo (del 21% al 6%) y los aumentos salariales por encima de una inflación que nunca fue inferior al 20% anual desde 2007. Solo una parte minoritaria de la peronista Confederación General del Trabajo (CGT), la que conduce Luis Barrionuevo, se oponía. Pero en 2010 se partió la izquierdista Central de Trabajadores de Argentina (CTA) entre kirchneristas y opositores y a finales de 2011, después de la reelección de Cristina Fernández de Kirchner, la CGT sufrió otra división: Hugo Moyano, antiguo pilar del Gobierno, devino en opositor tras peleas de poder. Hoy hay dos centrales sindicales kirchneristas y tres opositoras.
Pero en la CGT progubernamental, que no se adhirió a la huelga convocada por sus rivales, también hubo gremios que se plegaron a la medida. En la CTA kirchnerista, el líder Hugo Yasky atribuyó la protesta a una maniobra del peronista opositor Sergio Massa, favorito en las encuestas para las elecciones presidenciales de 2015. Con esa opinión coincidió el jefe de Gabinete de Fernández, Jorge Capitanich, que no logra subir en esos sondeos. Detrás de Massa aparecen el kirchnerista moderado Daniel Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires; el conservador Mauricio Macri; el socialista Hermes Binner y el kirchnerista más puro Florencio Randazzo. Macri, alcalde de Buenos Aires y antiguo empresario, repudió la huelga porque “no va a cambiar la situación”, mientras que Binner la apoyó.
Los sindicatos opositores protestaron tres meses después de la devaluación del peso que impulsó la inflación del 27% anual en diciembre pasado al 32% en febrero. Esta subida ha contraído el consumo y la producción industrial en el primer trimestre del año. El Banco Central, que dirige Juan Carlos Fábrega, ha intentado controlar la devaluación desde febrero con una subida de tipos de interés, entre otras medidas. El ministro de Economía, Axel Kicillof, también ha hecho correcciones para atraer capitales, como la publicación de las estadísticas públicas reales y el acuerdo con Repsol, y recortar gastos, como la rebaja de subvenciones. Fernández procura ordenar el rumbo de la política económica y evitar un colapso cuando falta un año y medio para acabar su mandato. La duda es si podrá ajustar errores en 2014 para que en 2015 su candidato se imponga en las primarias kirchneristas a Scioli, del ala más liberal.
A la situación económica se suman otros desafíos para Fernández como la inseguridad ciudadana. Es un asunto que también afecta a Macri, a Scioli y a Binner, cuyo partido gobierna Santa Fe. En las últimas semanas se han repetido los intentos de linchamientos de ladrones, como el ocurrido el martes pasado en el rico barrio porteño de Recoleta.
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