“La política de los consensos tiene límites”
La única comunista en el gabinete de Bachelet, Claudia Pascual, dice que se buscará el diálogo, pero que se cumplirá el programa electoral
La ministra del Servicio Nacional de la Mujer, Claudia Pascual (Santiago, 1972), es la única comunista del gabinete del Michelle Bachelet. Su llegada al Ejecutivo representa el fin de un ciclo para su partido, que se mantuvo en la oposición desde el golpe de 1973. “Nos hemos ganado este espacio”, señala la secretaria de Estado.
Pascual tiene 41 años y milita en política desde 1985, cuando tenía 13. La herencia familiar fue decisiva: sus abuelos paternos eran obreros comunistas españoles nacidos en Madrid. En 1939 llegaron a Chile en el barco Winnipeg junto a otros 2.200 refugiados republicanos de la Guerra Civil que estaban detenidos en campos de concentración franceses. La llegada de la embarcación a la costa de Valparaíso fue una iniciativa del poeta chileno Pablo Neruda y la ministra, que tiene la doble nacionalidad, cuenta que está tratando de reconstruir en detalle la historia de sus antepasados en España.
Primera de los cuatro hijos de una profesora y un politólogo que fue dirigente comunista y actualmente no milita en el partido, se considera marxista, leninista y feminista. Antropóloga de profesión, casada con un compañero de partido y sin hijos, Pascual es desconocida para los ciudadanos, pese a que tiene una trayectoria reconocida en asuntos de género y, desde 2008, fue concejala de la municipalidad de Santiago.
La conversación se produce en su cuarta jornada como ministra, casi de noche, y se le observa agotada y especialmente seria. No ha tenido tiempo de instalar sus cosas en la oficina, a excepción de un cuadro del muralista chileno Mono González. Bachelet se ha comprometido con cincuenta medidas para los primeros cien días de su Administración y tres corresponden a este ministerio: enviar al Congreso el proyecto de ley para la creación del Ministerio de la Mujer, determinar la ubicación de 24 casas de acogida para las víctimas de violencia de género y poner en marcha el programa Más sonrisas para Chile, que devolverá la dentadura a 400.000 ciudadanas.
El desafío de mayor complejidad para Pascual, sin embargo, será cumplir con una promesa de campaña contemplada en el programa: despenalizar la interrupción voluntaria del embarazo en caso de peligro de vida de la madre, inviabilidad del feto o violación. En Chile no existe el aborto bajo ningún supuesto. Sin embargo, se realizan cerca de 70.000 de manera clandestina y tienen lugar episodios como el de una niña de 11 años que, en 2013, se quedó embarazada después de que su padrastro abusara reiteradamente de ella. No tuvo otra opción que dar a luz. Pascual califica esa situación como “tremenda”. “Lo que no puede suceder en Chile es que haya la obligación, en caso de una violación, de mantener el embarazo sin contemplar el proceso de vulneración y violencia contra la mujer que conlleva ese hecho”.
Su principal desafío será despenalizar el aborto en tres causas: peligro de la vida de la madre, inviabilidad del feto y violación
Pregunta. ¿Hay fecha para el envío del proyecto de ley?
Respuesta. No hay fecha todavía. Estamos haciendo un ajuste del cronograma y, como nos interesa que sea un debate público, lo iremos anunciando en su momento.
P. Si está en el programa de Gobierno, ¿es una certeza de que la despenalización se va a estar cumplida cuando finalice el mandato de Bachelet en 2018?
R. Es una certeza que por estar en el programa vamos a trabajar por cumplirlo.
P. Pero, ¿se va a imponer?
R. No se trata de imponerle a otro las medidas, sino de que ojalá tengan un respaldo mayoritario como lo mostró el resultado de las elecciones. Pero tiene que ser un debate y un diálogo que permita avanzar en los derechos de las mujeres y establecer estas medidas.
La despenalización el aborto ha encontrado oposición desde la llegada de la democracia en 1990 tanto por la derecha y como por parte de la Democracia Cristiana, que conforma el bloque de Bachelet, al igual que los comunistas. Cuando se le consulta por las razones para que los democristianos no se opongan en esta ocasión, la ministra señala que “todos los partidos de la Nueva Mayoría acordamos este programa y yo voy a generar todos los mecanismos y caminos para cumplirlo a cabalidad”. Pascual acota: “Hay una distinción política entre buscar acuerdos y consensos”.
“Este Gobierno de Bachelet no es el en el marco de la Concertación. Este es un primer Gobierno de Bachelet en una coalición de Nueva Mayoría, que instala un nuevo ciclo político en el país y que implica tener un programa de mayores transformaciones, urgentes y necesarias. Eso contempla dialogar para llegar a acuerdos, pero no una política de los consensos. Porque la política de los consensos tiene límites: todo aquello que nos molesta, en lo que no llegamos a un acuerdo, no se trabaja. Y aquí hay un respaldo mayoritario para un programa de Gobierno no solo por la votación de Bachelet, sino porque fue un tema de la campaña presidencial que le preocupa a mucha gente en Chile”.
En la época en que Pascual era dirigente universitaria de su partido - en los años noventa - los comunistas no creyeron en la singular alianza entre el centro y la izquierda que dio forma a los veinte años de Gobiernos de la Concertación. Entonces optaron por un camino testimonial que, en la práctica, los llevó a un aislamiento político. Desde 2005, sin embargo, emprendieron una estrategia paulatina para recuperar su papel institucional, a pesar de la resistencia de algunos sectores internos. La coronación de ese camino es la incorporación de una militante en el Gobierno.
P. ¿Observó con desconfianza las dos décadas de Gobiernos de la Concertación marcados, justamente, por la política de los consensos de la transición?
R. La política de los consensos se entiende como hacer solamente aquello en lo que estemos de acuerdo y en lo mínimo de acuerdo, entendido también con políticas no concordantes con el sentir de la gente. Eso es una gran diferencia con lo que inspira la conformación de este nuevo conglomerado.
P. La diputada Camila Vallejo, su compañera de partido, dijo hace unos meses: “Me duele un poco el estómago de hacer alianzas con sectores de la DC”. ¿Le duele a usted también en las reuniones de gabinete?
R. A mí esa frase no me representa y no me voy a pronunciar sobre ese punto.
La Administración de Bachelet espera que los comunistas, que tienen influencia en los sindicatos y federaciones de estudiantes, ayuden al oficialismo a controlar la calle. A la hora de analizar su incorporación al Gobierno, el PC sopesó el riesgo de perder influencia en los movimientos sociales. La diputada Vallejo se planeta su participación en la marcha convocada para el próximo 22 de marzo. “A mí no me corresponde ese papel”, dice Pascual.
P. Será la más oficialista de su partido.
R. ¿Y usted lo pone en duda?
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