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Tribuna
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El sueño secreto de Lula con Cuba

El expresidente quiere que el régimen de La Habana se abra siguiendo las pautas del modelo brasileño

Juan Arias
Lula, con Castro el pasado febrero.
Lula, con Castro el pasado febrero.ROBERTO STUCKERT FILHO (AFP)

El expresidente brasileño Lula da Silva, que sería hoy el más votado si fuera candidato de nuevo a la Presidencia de la República, alberga, según uno de sus consejeros próximos, un sueño secreto con Cuba.

A pesar de las críticas recibidas por algunos sectores, el expresidente Lula da Silva, está multiplicando, en efecto, sus viajes a la isla caribeña actuando como un Ministro de Asuntos Exteriores en la sombra del gobierno de la presidenta Dilma Rousseff.

El sueño de Lula es que Cuba, que inevitablemente tendrá que salir del túnel de su dictadura militar para abrirse espacios de democracia, lo haga siguiendo el “modelo brasileño” ideado por él en sus ocho años de gobierno.

Y el sueño de Lula sobre Cuba abrazaría también a la hermana Venezuela. No en vano días atrás, en La Habana, después de afirmar formalmente que “Maduro es un hombre bien intencionado que desea lo mejor para su país”, que es como decir nada y todo al mismo tiempo, añadió que “Venezuela necesita de paz y tranquilidad” para que “pueda recuperar todo su potencial en la generación de riqueza”. Y eso sí es decir mucho.

Lula es un político que sabe usar su pasado como sindicalista y fundador del mayor partido de izquierdas de América Latina (PT) para conseguir ser un interlocutor creíble en los países del eje del socialismo bolivariano. Al mismo tiempo, su pragmatismo político y su falta de ideología a nivel personal (“no soy de izquierdas ni de derechas”, es su lema), lo acercó al mundo del neoliberalismo lo que le permitió y le permite mantener magníficas relaciones con la banca y el empresariado internacional.

En su última conferencia en Cuba, Lula les explicó a los hermanos Castro cómo conseguir atraer a los inversores extranjeros. Y Brasil ha sido el primero en ofrecer estas inversiones millonarias con la ayuda a la construcción del puerto Mariel con el que Cuba podrá facilitar las actividades económicas con Rusia y China. Al mismo tiempo, el puerto es estratégico por su proximidad con el nuevo Canal de Panamá

Lula se llevó en su viaje a Cuba al llamado “rey de la soja”, el ex gobernador de Mato Grosso Blairo Maggi, para enseñarles a producir el producto con mejor calidad. Hoy Brasil produce cuatro toneladas de soja por hectárea, frente a 1,2 de Cuba.

Maggi se ha ofrecido a enviar técnicos de la Embrapa (Empresa Brasileña de Investigación Agrícola) a Cuba y a recibir cubanos dispuestos a especializarse en Brasil.

Los últimos gobiernos brasileños han seguido de cerca la evolución del régimen castrista a la espera de que pueda caer y transformarse en una especie de democracia incipiente.

Lula, que sabe que el pueblo cubano es parecido en su idiosincrasia, en su espíritu festivo y en su cultura popular, al brasileño, sueña con que Cuba pueda seguir  el modelo político y social brasileño una vez se liquide la dictadura.

Por la historia de estos decenios de dictadura y de dependencia del Estado por parte de los ciudadanos, Cuba podría imitar al capitalismo brasileño en sus primeros momentos de apertura. En Brasil conviven una fuerte dependencia del Estado con una buena dosis de nacionalismo y al mismo tiempo empieza a abrirse a las privatizaciones.

También las políticas sociales, como Bolsa Familia, que, heredadas de su antecesor Fernando Henrique Cardoso, Lula multiplicó hasta alcanzar a 15 millones de familias con un total de 40 millones de habitantes, podrían ser trasplantadas a Cuba. Eso haría que el primer gobierno nacido después de la dictadura pudiera seguir contando con la adhesión de la mayoría de los cubanos, que recibirían importantes ayudas sociales, un aumento del salario mínimo, acceso al crédito público y una mejoría general de vida junto con nuevas estructuras democráticas.

Son estos cuarenta millones de beneficiarios de las regalías sociales del gobierno los que, por ejemplo, aseguran aún hoy la continuidad en el poder del Partido de los Trabajadores (PT)

Bajo las alas de Brasil y siguiendo las huellas de los gobiernos exitosos del PT, Cuba podría recibir de este país, bajo la égida de Lula, que sigue siendo el eje de la política brasileña en la sombra, los instrumentos necesarios en los albores de su nacimiento a la democracia.

Y como Cuba no es hoy pensable sin Venezuela, Lula está también a la espera de lo que pueda ocurrir en aquel país. El expresidente de Brasil siempre apoyó a su caudillo Chávez y hoy apoya institucionalmente a Maduro, por haber sido elegido con voto popular. La idea sería así colocar a ambos países en la ruta de Brasil, que no es la del acuerdo del Pacífico, ya que tendrá siempre una vena abierta o sutilmente antimaericana, algo que seguirá formando parte por mucho tiempo del socialismo cubano- bolivariano.

Lula pretendería, en una palabra “brasilinizar” política y socialmente a Cuba y Venezuela y más tarde, puestos a soñar, quizás también a Argentina. Sería el eje Lula de la política latinoamericana.

¿Un sueño? Quizás, pero los que conocen bien al exsindicalista, que aún no ha desistido de volver a disputar de nuevo la Presidencia, creen que es un sueño a ojos abiertos.

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