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El poder de la ‘presidenta Nadine’ crece en Perú más que nunca

La caída del primer ministro deja en evidencia la creciente injerencia de la esposa de Ollanta Humala en el Gobierno

Nadine Heredia y su esposo, el presidente de Perú, Ollanta Humala
Nadine Heredia y su esposo, el presidente de Perú, Ollanta HumalaMariana Bazo (REUTERS)

El sábado pasado, cuando ya se había desencadenado la crisis que terminó con la caída del cuarto primer ministro de Ollanta Humala en dos años y medio de gobierno, varios periodistas se reunieron informalmente en un restaurante del Callao, el puerto que colinda con Lima. Aunque se trataba de una reunión de amigos, uno de ellos le preguntó a otro, que trabaja en la oficina de prensa de la Presidencia, si era cierto que en Palacio de Gobierno la que mandaba era Nadine Heredia, la esposa del mandatario.

Este le replicó: “igual que en tu casa”.

La respuesta no pasa de ser un chiste, pero también evidencia una situación cada vez más aceptada por los peruanos: la idea de que, a imagen y semejanza de lo que ocurre en muchos hogares, en Palacio de Gobierno quien ejerce la verdadera autoridad no es el presidente, sino su señora.

En las calles cada vez es más común escuchar a la gente referirse a “la presidenta Nadine” (una expresión que también se le escapó hace unos meses a la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, un recordado lapsus). Incluso algunos comentaristas ya abrazan abiertamente esa tesis. “Yo creo que ella es la presidenta. Tenemos una presidenta de facto, lo dejó demostrado sacando y poniendo ministros a su antojo”, señala el analista político Ricardo Vásquez Kunze, citado por el diario El Comercio. El miércoles, un congresista del fujimorismo quiso ir más lejos y planteó que el presidente debería ser removido de su cargo por supuesta incapacidad moral. “Es inmoral que un presidente permita que su esposa gobierne abiertamente al país sin recibir el mandato de forma popular”, expresó Héctor Becerril ante las cámaras de televisión.

César Villanueva, el jefe del gabinete ministerial que fue relevado el lunes tras pasar menos de cuatro meses en el cargo, es la más reciente víctima de lo que, exageraciones aparte, ya se asume como una realidad en el escenario político peruano: el enorme (y creciente) protagonismo que tiene la primera dama en todas las decisiones del Gobierno, a pesar de que no ocupa cargo público. Sí es, en cambio, presidenta del Partido Nacionalista, una posición que combinada con las numerosas actividades públicas en las que participa como esposa del presidente y en las que, además, no tiene problemas en opinar sobre temas del Gobierno.

“Nadine Heredia es el principal operador político de este Gobierno”, señala el politólogo Carlos Meléndez. “Después de Vladimiro Montesinos [el siniestro y corrupto asesor de inteligencia del Gobierno de Alberto Fujimori, entre 1990 y 2000], ninguna otra persona que no fuera presidente de la república ha tenido tanto poder en el Perú”, agrega.

Villanueva, un político independiente de reconocida trayectoria como presidente regional, fue convocado para encabezar el gabinete en noviembre del año pasado. Su nombramiento fue saludado por todos los sectores, pero pronto quedó claro que su agenda, que tenía entre sus puntos claves un impulso a la descentralización y el acercamiento a otros partidos políticos, colisionaba con las ideas de la pareja presidencial.

El primer ministro también planteó la necesidad de hacer cambios en el gabinete, pero solo se le concedió un relevo en la cartera de Educación. Así las cosas, Villanueva no pasó nunca de ser un primer ministro opaco, en contraste con la cada vez más luminosa imagen de la primera dama. Su caída se precipitó en ausencia del presidente, que se encontraba fuera del país. El miércoles de la semana pasada, el primer ministro anunció que se estaba analizando con el Ministerio de Economía y Finanzas elevar la remuneracion mínima vital. Fue Heredia quien lo desautorizó, un día después, al declarar que ese tema “no estaba en discusión”.

El remate lo puso el domingo el ministro de Economía, Luis Miguel Castilla, señalado como gran aliado de la primera dama en el Ejecutivo y otra figura de gran poder en el Gobierno. En una entrevista televisada, Castilla también rectificó a quien supuestamente era su jefe en el gabinete. “Nunca hemos tratado el tema con el primer ministro”, enfatizó. Villanueva sintió que le habían jalado la alfombra, renunció y al día siguiente fue reemplazado por René Cornejo, hasta entonces ministro de Vivienda. En un gesto que evidenció su malestar, no acudió a la ceremonia de juramento de su sucesor, en la que se vio a Nadine Heredia aplaudir con expresión de inocultable alegría. En lugar de eso, Villanueva se dedicó el lunes a declarar a varios medios que las expresiones que precipitaron su dimisión fueron coordinadas en Palacio de Gobierno.

La intervención de la primera dama para dejar sin piso a un alto funcionario (nada menos que el número dos del ejecutivo y portavoz oficial del presidente), ha generado críticas de la oposición y, también, de otros ex ministros de Humala, que señalan que la influencia de Heredia dentro del Gobierno va en aumento. Óscar Valdés, quien fuera el segundo presidente del Consejo de Ministros de Ollanta Humala, reveló que cuando estaba al frente del gabinete tuvo que prohibir a sus colaboradores que acudan a la oficina de Nadine Heredia. “En una oportunidad encontré a dos ministros, pues el despacho de la primera dama queda en la misma ala de Palacio de Gobierno que la presidencia del Consejo de Ministros. Les tuve hacer un llamado para que no vuelva a suceder”, explicó, en entrevista con EL PAÍS.

Valdés asegura que cuando él ocupaba la presidencia del Consejo de Ministros, la influencia de Heredia en el Gobierno no era tan marcada como ahora. “Cuando yo estaba en la PCM nunca participó en un consejo de ministros”, señaló. También Salomón Lerner Ghitis, el primer primer ministro del Gobierno humalista, opinó que la influencia de la primera dama “es cada vez mayor”, y actualmente cogobierna con su marido. “Eso no le hace bien a la institucionalidad del país”, advirtió.

Ante las críticas, el peso de la figura de Heredia quedó nuevamente refrendado el miércoles con el pronunciamiento de la bancada oficialista en el Congreso, que convocó a una conferencia de prensa para respaldarla. “Su voz, su opinión es valedera, y muchas veces es tomada en cuenta por el mandatario”, sostuvo el legislador Víctor Isla.

En medio de toda la polvareda, subyace la sospecha, nunca despejada del todo, de que el nacionalismo prepara una maniobra legal para permitir que Nadine Heredia sea su candidata presidencial en los comicios del 2016, pese a que la ley expresamente lo prohibe. “Yo no lo descarto del todo, porque los poderes informales tienen a comportarse de manera informal”, opina Carlos Meléndez.

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