Irán se reinventa en el 35º aniversario de su revolución
El presidente Rohaní trata de reintegrar a su país en la comunidad internacional para salvar la República Islámica
Los iraníes conmemoran este martes el 35º aniversario de la revolución que convirtió su país en una República Islámica. Los festejos coinciden este año con el intento de Irán de reintegrarse en la comunidad internacional de la que lo alejó su enfrentamiento con EEUU, sin renunciar, al menos formalmente, a los valores de aquella revolución que muchos consideran fracasada. La clave para conseguirlo es la negociación sobre el programa nuclear que, para una parte del régimen, constituye la garantía de su perpetuación, pero cuyo mantenimiento a toda costa es el responsable de las sanciones que ahogan su economía.
En su primer discurso por la efemérides, el presidente Hasan Rohaní ha calificado hoy martes esas medidas de “brutales, ilegales y equivocadas”. Tras asegurar que los países vecinos no tienen nada que temer de Irán, ha descartado el abandono del programa nuclear y reclamado unas negociaciones “justas” con las grandes potencias. “Vamos a continuar el camino (…) hacia la cumbre del progreso y la ciencia, en especial de la tecnología nuclear civil”, ha asegurado Rohaní ante las decenas de miles de iraníes que como cada año han acudido a la plaza de Azadí (Libertad, en persa).
Sus palabras buscaban sin duda contrarrestar las acusaciones de quienes le acusan de estar claudicando ante Occidente. Desde su llegada al Gobierno el pasado verano, se han hecho evidentes las tensiones y contradicciones que afronta. Hace apenas cuatro días, la máxima autoridad del país, el ayatolá Ali Jamenei, ha vuelto a sentir la necesidad de pedir tolerancia a la oposición conservadora que no deja de criticar la negociación nuclear con las grandes potencias. Ya se ha convertido en habitual que ante cada pequeño gesto o avance, los duros del régimen se lancen a atacar al presidente o al jefe negociador y ministro de Exteriores, Mohammad Javad Zarif.
"Hace sólo unos pocos meses que el Gobierno ha tomado las riendas. Hay que dar tiempo a que sus miembros lleven adelante sus planes", declaró el líder supremo ante los mandos de la Fuerza Aérea. El mensaje iba claramente más allá de esa audiencia militar.
Apenas una docena de presos políticos han quedado en libertad
Los rivales políticos de Rohaní, que inicialmente guardaron silencio sobre sus discrepancias, ya han empezado a ponerle zancadillas sin disimulo. Una de las más obvias se produjo el pasado miércoles cuando una anunciada intervención televisada se retrasó más de una hora, oficialmente por "problemas técnicos". Sin embargo, Rohaní acusó al responsable de la televisión estatal (uno de los centros de poder que controlan los conservadores) de obstaculizar su "debate con la gente". Al parecer, hubo diferencias sobre el periodista que iba a entrevistarle.
Durante su comparecencia, el presidente defendió el plan de acción firmado en Ginebra con las potencias y lo calificó de beneficioso para ambas partes. Sus oponentes aseguran que lo que Irán ha ganado con ese pacto transitorio (un levantamiento parcial de las sanciones durante seis meses para negociar un acuerdo definitivo) no compensa lo que ha comprometido a cambio (una congelación de su programa nuclear).
Significativamente, Rohaní dio cuenta de sus problemas con la televisión iraní a través de su cuenta de Twitter, cuyo acceso en Irán está prohibido. Desbloquear las redes sociales es una de las promesas electorales que el presidente aún no ha podido cumplir debido a la oposición de los ultraconservadores. Estos insisten en que se trata de instrumentos de captación ideológica y cultural de Occidente.
Del mismo modo, sus intentos de cerrar las heridas abiertas por la represión a las protestas de 2009 están encontrando muchos obstáculos. Aunque durante la campaña prometió liberar a los encarcelados por aquellas protestas, incluidos los líderes reformistas, Mehdi Karrubí, Mir Hosein Musaví y la esposa de éste, Zahra Rahnavard, apenas una docena de presos políticos han quedado en libertad. La semana pasada, un hijo de Karrubí anunció en su Facebook que las autoridades habían permitido regresar a casa a su padre, desde la residencia oficial donde le detenían, pero sigue bajo arresto domiciliario.
Tampoco ha logrado el presidente la reintegración a la universidad de los miles de estudiantes expulsados por sus simpatías reformistas a partir de 2009. En septiembre, ordenó que se readmitiera a aquellos apartados entre 2011 y 2013, pero los conservadores bloquearon su decisión en el Parlamento. El mes pasado tres diputados presentaron una queja contra el ministro de Ciencia, Investigación y Tecnología, Reza Faraji-Dana, por la decisión de su departamento de permitir que 400 estudiantes marcados con las ominosas estrellas reanudaran su educación. También han amenazado con presentar una moción de confianza contra el responsable por haber sustituido a los rectores más conservadores.
Aún así, Rohaní, un clérigo del sistema con un enfoque político pragmático, parece empeñado en sacar adelante el pacto nuclear para garantizar la supervivencia de la República Islámica. Ayer, en una reunión con embajadores y enviados extranjeros con motivo del 35º aniversario de la revolución reiteró que su país está listo para un acuerdo definitivo con las potencias sobre el asunto. Muchos analistas se muestran convencidos de que sólo con esa carta en la mano podrá llevar a cabo las reformas internas que prometió.
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