La diplomacia del baloncesto
Dennis Rodman junto a otras antiguas estrellas de la NBA disputarán un partido de exhibición para celebrar el cumpleaños del líder norcoreano Kim Jong-un
Dennis Rodman considera que Corea del Norte “no está tan mal”, razón por la que desestima las críticas que le hacen quienes consideran que le está haciendo el juego al brutal dictador del último país estalinista del planeta, Kim Jong-un, que no solo ejecuta a familiares a discreción si no que condena a su población al hambre, la encierra en campos de trabajo y la somete a brutales palizas, violaciones y asesinatos indiscriminados.
Pero la Corea del Norte que Rodman, antigua estrella del baloncesto estadounidense, visita por cuarta vez –la última el pasado mes de diciembre- es diferente. “La gente dice muchas cosas negativas sobre Corea del Norte”, declaró el deportista del labio cincelado con un pendiente a un periodista de la agencia Associated Press en Pekín, camino de Pyongyang. “Quiero que el mundo sepa que no está tan mal”.
Al esfuerzo inútil de relaciones públicas y campaña publicitaria, Rodman lo ha denominado “diplomacia del baloncesto”, a pesar de no contar con el beneplácito del Departamento de Estado y de que sus visitas sean criticadas porque a su vuelta nunca ha hecho una sola mención a la situación de los derechos humanos, descrita por los activistas como una de las peores del mundo.
Rodman aterrizó este lunes en la capital de Corea del Norte junto a una docena de antiguas estrellas del baloncesto, entre ellas Vin Baker, Kenny Anderson, Doug Christie y Cliff Robinson. Las exfiguras de la NBA disputarán un partido de exhibición para celebrar el cumpleaños –no se sabe qué número- del líder norcoreano, que acabó el año ejecutando a su tío Jang Song-thaek, el segundo hombre más poderoso del país, acusado de traición e intento de derrocar el régimen. Tras la ejecución, el joven, del que se supone tiene unos 30 años y lleva dos en el poder tras la muerte de su padre en 2011, se limitó a declarar que se había eliminado “escoria”.
“Es mi amigo y le quiero”, aseguró Rodman, tocado con un pañuelo fucsia y sus ya habituales gafas de sol. Ingenuo o ignorante, el hombre que está en el Hall of Fame deportivo de EE UU dijo confiar en que el partido que se disputará para conmemorar el nacimiento de Kim Jong-un sirva para abrir la puerta al diálogo “sobre ciertos temas”. ¿Temas como el programa nuclear de Pyongyang? ¿Como la detención desde 2012 del misionero norteamericano Kenneth Bae en un campo de trabajo acusado de realizar actividades ilegales?
Parece ser que no. Rodman ha declarado que no piensa leerle ninguna cartilla al heredero del trono de la dinastía comunista asiática. “No voy a sentarme ahí y decirle: ‘Eh, lo estás haciendo mal. Esa no es la manera de hacer las cosas”. “Solo intento conectar a los dos países”, insistió Rodman, amigo –a día de hoy- del líder norcoreano, a quien se considera seguidor de los Chicago Bulls, y cuya amistad se fraguó durante el rodaje en febrero del año pasado de un documental que realizó Rodman.
“De alguna manera nos tenemos que llevar bien, no importa qué discrepancias o desacuerdos tenganos en la vida”, dijo Rodman, que entonces comparó su amistad con el joven dictador con lo que sucede en los Juegos Olímpicos. “Cuando todo el mundo se junta para los Juegos no hay problema. Pues eso es lo que yo estoy haciendo. Eso es todo lo que estoy haciendo”.
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