Hay un malentendido que urge aclarar. Me he dado cuenta al leer el documento titulado 'Las relaciones de cooperación entre Cataluña y el Estado español', redactado y difundido por el Consell Assessor per la Transició Nacional a finales de este pasado año. Vean esta frase contenida en la justificación del informe del grupo de expertos nombrado por Artur Mas: "Sería absurdo concebir esta independencia como una vía de ruptura con España". Y a continuación, este argumento que sirve para sostenerla, junto al ya muy conocido de la interdependencia dentro de la globalización: "Tal como se desprenden de las manifestaciones explícitas y mayoritarias de los actores públicos y privados que intervienen en el proceso, hay un voluntad explícita de fortalecer los vínculos históricos y actuales, colectivos y personales que existen entre los dos territorios".
No hagan caso, por favor, a las ideas, iniciativas y eslóganes difundidas desde el propio gabinete de la presidencia; al simposio de historia titulado España contra Cataluña; a la consigna sobre política fiscal de que España nos roba; o a la celebración de 1714 en el Born, declarado 'Zona cero' de los catalanes, con ese 'Vivir libres' que señala indefectiblemente el estado de sometimiento y opresión nacional, la falta de libertad y el sufrimiento de tres siglos bajo la bota hispánica que ahora terminará con el doble o triple sí propugnado por Artur Mas. Tampoco a la solemne carta de queja a los países europeos, a fin de cuentas parte de la gestualidad retórica destinada a calentar el ambiente. El presidente catalán y el líder de ERC Oriol Junqueras dijeron hace unos meses que amaban a España, aunque no tanto al Estado español, y no se entiende muy bien por qué nadie, ni siquiera sus partidarios, les hacen caso y todos seguimos tan convencidos de que detestan a ambos, a España y al Estado.
Todo es, pues, más sencillo: el Consell de la Transició está adelantando faena. No sabemos si habrá cacería pero, además de repartir la piel del oso, ya estamos fabricando con ella abrigos y gorras. Tanto frenesí tiene una explicación. Cuanto mejor se conozca la maravilla del resultado mejor podremos vender ahora la iniciativa. La idea tan portentosa y de momenyo incomprendida de que la consulta y la independencia son buenas para España y para Europa no ha hecho más que empezar a abrirse camino. Separarnos para luego abrazarnos, según expresión del filósofo Xavier Rubert de Ventós, cuya traducción inmediata es insultarnos y arañarnos primero para besarnos y piropearnos después. Está claro que los asesores de Artur Mas han creído que si adelantamos algo en besos y piropos, será mucho más fácil el divorcio. ¡Y vaya besos y piropos!
Tiene que gustar la idea de que España tendrá un aliado fiel y responsable, con el que formará un Consejo Catalano-Español, a imitación del Benelux, para colaborar juntos en Europa. También gustará y mucho, sobre todo a los portugueses, la oportunidad que será para España la creación de un Consejo Ibérico en el que los países peninsulares se relacionarán como lo hacen ahora los países escandinavos entre sí; aunque habrá que anotar la dificultad para explicar tan magnífica idea a los nacionalistas vascos y gallegos, que se verán incluidos en España y excluidos de una relación multilateral entre iguales.
Pero lo que sin duda más gustará internacionalmente es la creación de una relación institucionalizada entre los territorios de habla catalana de cinco Estados: España claro está, Andorra, Francia, Italia y, naturalmente, Cataluña, en razón de que incluyen poblaciones de habla catalana a las que les interesará participar de una relación institucionalizada con la nación patrocinadora. Ya sabemos cuánto gustan estas iniciativas entre países vecinos, aunque a veces puedan propulsar proyectos irredentistas que, por supuesto, el Consell no nombra ni tiene en cuenta, porque naturalmente no existen o si han existido ahora no tienen importancia. Más aún, la nueva relación de igualdad permitirá además "superar lo antes posible las viejas desconfianzas por 'pancatalanismo' que han condicionado hasta ahora todos los intentos de colaboración".
Como se puede ver, con buena voluntad aparecen soluciones imaginativas a cualquier problema. Hay políticos que saben hacer siempre zumos dulces con limones amargos. No será ahora cuestión de reprochárselo.
Comentarios
Aunque he de reconocer que hace algún tiempo que, por mero aburrimiento intelectual, he desistido de mi empeño; lo cierto es que durante los últimos dos años he procurado leer todo lo que se publicaba sobre el proceso soberanista catalán y, con todos mis respetos, he llegado a la conclusión de que o es una gigantesca operación de propaganda ignoro muy bien con qué objetivo, pues vender un producto que uno sabe que no se va a poder ofrecer está condenado a enojar a los compradores, salvo que ese enojo sea el objetivo que muy bien pudiera ser, o es un proceso creado por ilusos, ciegos o incompetentes con poca talla intelectual, pues lo del Consejo Catalano-Español borda el patetismo kirsch. ¿Es que ser nacionalista supone renunciar a la inteligencia? Si quieren crear una nación tendrán que asumir que solo hay un modo efectivo de hacerlo, que es de forma traumática, pues en España nadie está dispuesto a admitir una independencia pactada dado el Statu Quo actual, O sea que su única salida es una declaración unilateral -si es que consiguen masa crítica suficiente- y después prepararse para resistir la intervención de la autonomía por parte del gobierno español. Y si lo consiguen, cosa que dudo, prepararse para largos años de penuria para obtener un reconocimiento internacional y el ingreso en la Unión Europea. ¿Están los catalanes que han conseguido formando parte de España tener un nivel de vida superior a la media europea dispuestos para tal sacrificio o simplemente están en manos de conspiradores de oficina jugando un peligroso juego de rol?
Estoy de acuerdo con el comentario de Thibeault. Creo, además, que por ese camino de la supuesta "independencia" Europa entera se convertiría en una entidad de enanos políticos. En Alemania, sería la independencia de Baviera, Sajonia, etc.; en Francia la de Bretaña, Córcega, Alsacia, Lorena, etc; en Italia la de Sicilia, Cerdeña, Milán, etc; en la misma Cataluña, la de Barcelona, Tarragona, Girona y Lérida,.. y así para nunca acabar. No aprenden de la Historia que los pequeños países no cuentan, son meros lacayos de los grandes, los que dominan la economía mundial. La economía siempre se ha disfrazado y se disfraza de política.
Hay una realidad más notoria que 20 peñones de Gibraltar: 450 millones de personas hablamos español y solo unos cuantos millones se entienden en catalán. ¿Qué llevaría a los primeros a esforzarse en aprender catalán?
estimado amigo lluís :espero me permitas una acotación/queja.dices : "explicar tan magnífica idea a los nacionalistas vascos y gallegos..."¡¿y a los canarios?!¡¿y a los baleares?!¡¿y a los murcianos y vallekanos y...
El Sr. Bassets en su laberinto. El laberinto catalán no es el laberinto español. Las guerra modernas no persiguen la aniquilación total del otro como ocurría en la antigüedad. Las guerras de hoy consolidan las relaciones entre los pueblos, entre vencedores y vencidos. Después de la Diada, algunos nostálgicos encontraron en la guerra civil española, una oportunidad para retomar un asunto, que para ellos estaba pendiente. Para estos, la Diada ha sido malinterpretada y lo que para todos fue una derrota los nostálgicos quisieron convertirla en victoria. Empezaron celebrando una fiesta, un hecho histórico insólito, con la esperanza de cambiar el transcurso de la historia, los hechos. Manteniendo viva la esperanza. La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento de los hombres, decía Nietzsche, y no le faltaba razón. Si los catalanes hubiesen sido aniquilados, sus tempos destruidos y sus jefes tribales llevados a Babilonia, hoy tendrían argumentos sólidos para reclamar lo sustraído. En vez de eso, permanecieron en el mismo sitio y prosperaron. Esa es su identidad. Pero no la que un día perdieron sino la que hoy tienen consecuencia de los avatares de la historia. La guerra civil española, dio a estos nostálgicos sufridores, la oportunidad para librarse de su cilicio. Se convirtieron en la quinta columna. Tuvieron que esperar a que se muriera Franco, con tan mala suerte que al dictador se le ocurrió la brillante idea de instaurar la monarquía Borbónica como transición hacia la democracia. A pesar de las maniobras constitucionales del 78, no pudieron evitar el marcaje del resto. El galimatías autonómico no hizo más que alargar el sufrimiento. De tanto perseguir una identidad los nostálgicos están dispuestos a perder la única que tienen. Es una novela entretenida a la que no le faltarán capítulos.
Endesa señores... ¿Se acuerdan? "antes alemana que catalana". Mal que nos peses a todos, quizás esta sea la forma de no sentirnos huérfanos de estado, conseguir un estado que nos proteja en lugar de lincharnos... Que nos diga que el catalán es tan español como el castellano... En fin, lo que decía Maragall nieto. A ustedes progres maseteros les tocaba defendernos cuando el "Estatut" llego a Madrid. Bien, ahora se dan cuenta, no? Los 25 diputados del PSC eran de Maragall, no de ZP (miren, miren como se estampa el PSC)... Sin nosotros el gobierno de España nunca volverá a ser progresista ala buen provecho.
Hola, amigos. Creo que Cataluña no tiene mejores razones que cualquier otra autonomía para proclamar ningún tipo de secesión, con ánimo de formar otro Estado independiente dentro del Estado Español. Incluso con un gobierno tan desastroso, corrupto e inepto como el gobierno del señor RAJOY y sus secuaces.Hoy tenemos, por lo menos, un hilito de humo blanco con la decisión del juez Castro de imputar a la infanta Cristina. Admirable la valentía y entereza del juez CASTRO, para insistir en un fallo que ya había dado tiempo atrás, lo cual hace el asunto más claro para todos. Decir que ella no tenía responsabilidad en las andanzas de URDANGARÍN es, además, tratarla de bobita que no se entera de nada. Sabía como buena mujer cómo hacía las cosas su marido. Otra cosa es el difícil dilema en que tal vez le colocaron las circunstancias: elegir entre su marido y su conciencia. Difícil decisión que atenúa hasta cierto punto su presunta culpabilidad en los tejemanejes del duque.
En mi opinión, el malentendido que cita el Sr. Bassets parte del afán propagandistico que tiene el polo soberanista. Como es obvio para cualquiera que una separación va a repercutir negativamente en la economía y la calidad de vida tanto de España como de Cataluña, se pinta con los colores más sombríos el presente y con los mas luminosos que se puede el supuesto futuro independiente. No habrá nada de eso. Por mucho que se niegue, tanto el resentimiento que provocará la separación, como las inevitables declaraciones de los radicales, pasando por aspectos como la letra de els segadors, o la visión contraria de los libros de historia escolares, las mil polémicas cuentas que habría que echar con la separación, la competencia entre sectores y profesionales de uno y otro lado y tantas otras cosas los motivos de fricción abundarán durante mucho mucho tiempo. Con la hegemonia nacionalista Cataluña ve cada vez más a España como el enemigo secular, y eso es exactamente lo mismo que pasará con Cataluña al sur del Ebro. Será considerado no solo un país extranjero sino un vecino inamistoso, el menos adecuado para hacer concesiones de ningún tipo. Y no piensen que va a ser solo un calentón. Estas dinámicas pueden durar décadas o incluso siglos. Soy de la opinión de que incluso la relación con Portugal, cuya unión fue muy breve y cuya separación ocurrió hace casi 400 años aun no se ha normalizado del todo por ninguna de las dos partes... con eso esta todo dicho.
Qué mal nos llevamos mientras somos dependientes y qué bien cuando nos independizamos. Ocurre en las relaciones humanas y ocurre, según parece, en las relaciones internas devenidas internacionales. Eso sí, hasta que el buen rollo llega todo serán traumas, fricciones y pesadillas. Realmente, ¿merece la pena pasar por semejante calvario? Tanta independencia, tanta independencia, si a los únicos que puede interesar es a las grandes familias, que se valen de los pobres ciudadanos llanos para que les sirvan de fuerza de choque en su lucha por conseguir sus objetivos económicos y políticos. Si no fuera así, de qué iba a ser independentista radical nuestro honorable Mas. Es más, Mas es el primus inter pares entre los parias de la tierra catalana.
A mí lo que me divierte de Thiebault o de otros nacionalistas españoles que uno se encuentra en esos foros es la mala imagen que tienen ellos de su amada España. Según ellos, los españoles serían unas personas fanáticas y revanchistas, con un ansia de venganza irrefrenable, que estarían dispuestos a castigar a todos los catalanes (incluyendo a sus correligionarios nacionalistas españoles) con la ruina más absoluta por el pecado de haberse independizado de España. Tanto da que esas medidas vengativas fueran igualmente muy negativas para la economía española y el bienestar de los españoles, Thiebault (y tantos otros) asumen que el gobierno español las tomaría sin dudarlo, con el aplauso de sus conciudadanos, que en teoría son no nacionalistas pero a la hora de vengar las afrentas a la nación son de lo más feroces. Y si un catalanista le dice que considera que los españole son seres racionales, y que si Catalunya se independiza serían capaces de mantener una actitud constructiva y defender sus intereses ante todo... le responden que eso es "renunciar a la inteligencia". Lo más divertido es que los catalanistas, esos que según dicen, odian a España, tienen un concepto de España mejor que el que tienen los nacionalistas españoles.Y para más inri, esos nacionalistas españoles que describen a los españoles como fieras irracionales ávidas de venganza, al mismo tiempo quieren convencer a los catalanes de que estarían mejor en un estado con esos españoles fanáticos, antes que en un estado independiente. ¿Realmente crees, Thiebault, que la España que describes es una España atractiva para formar parte de ella? Miedo me daría verte como consultor matrimonial.En fin, ése es el nivel de argumentación de los nacionalistas españoles. Luego, curiosamente, se extrañan de que los catalanes no compartan sus razones y se hagan independentistas. Incomprensible, ¿verdad? ;-)
Se ve que el sr. Bassets tenía mono de su cruzada contra el independentismo, después de tantos días hablando de temas internacionales (en un blog de Internacional, ¡qué disparate!). O quizás es que desde El País le han hecho notar que no estaba colaborando con la campaña del periódico, que parece que es obligatoria para todos los colaboradores salvo la cuota catalanista.El caso es que el sr. Bassets ha vuelto... y lo ha hecho peor que nunca. Quiero pensar que le han obligado a escribir sobre el tema y no tenía ganas, porque su falta de argumentación o racionalidad es bastante penosa. Aúnque su ideología a veces se lo impida, el sr. Bassets es capaz de hacerlo mucho mejor.En el caso en que nos ocupa, sea por desgana o por desliz, no hace más que recurrir al nacionalismo español ofendido (¡esos soberanistas catalanes atreviéndose a insultar la gloriosa historia española, que es bien sabido que los españoles siempre han tratado a los catalanes mejor que bien, y decir lo contrario es delito de lesa nación!) y seguir la consigna de que los catalanes soberanistas odian a España (el sr. Bassets sólo dice "detestan", que él es más fino que los de Intereconomía, aunque al final diga lo mismo que ellos). Y a partir de ahí, a burlarse sin argumentar (¿para qué?) de las propuestas de que una Catalunya independiente tenga unas buenas relaciones con sus vecinos, incluyendo España. Al sr. Bassets, eso le parece un disparate.Sí, sr. Bassets, eso es lo que ud. dice: para ud., que una Catalunya independiente tenga una buena relación con España le parece un disparate. Sin hacerlo explícito (que hay que distinguirse de los otros opinadores que no son progres, aunque sólo sea en las formas), el sr. Bassets se apunta a la tesis de la España vengativa y rencorosa que ya comentaba respecto a Thiebault y otros. Y se queda tan ancho el sr. Bassets. ¡Olé!
@Ciro, muchos catalanes, probablemente la mayoría, sí que creen que vale la pena. Quizás es porque ellos creen que la situación actual y sus perspectivas son lo bastante malas como para afrontar esas (supuestas) desdichas necesarias para cambiarlas. Obviamente, los españoles que no sufren esa situación actual ni esas perspectivas (más bien muchos las disfrutan y las alientan) no quieren que haya esos traumas... aunque luego son los primeros que amenazan con ellos, y los que los crearán (al menos eso dicen ellos mismos). En realidad, esos traumas son fácilmente evitables, o como mínimo es posible disminuirlos muchísimo. Bastaría con permitir que los catalanes votaran libre y democráticamente, y si deciden independizarse, hacer un proceso negociado y pactado que lleve a una situación de buena vecindad. Todo eso se puede hacer, todo eso lo querrían hacer los soberanistas catalanes. Si no se hace será porque los españoles no queréis.¿Vale la pena que causéis todo eso, Ciro?
@Ciro, por cierto, lo de que "a los únicos que puede interesar es a las grandes familias" es un topicazo que ya resulta cansino y penoso, que sólo muestra la pereza (o incapacidad) intelectual de los opinadores españoles.Primero, porque las grandes familias catalanas son en su gran mayoría, defensoras de la indisoluble unidad de la sagrada nación española (igual que vosotros, mira por dónde). Eso es un hecho fácil de ver, pero a pesar de ello, seguís repitiendo el topicazo como un dogma de fe.Segundo, porque sigues asumiendo que la mayoría de los catalanes son una manada de borregos idiotas a los cuáles les han lavado el cerebro. Ni se te ocurre pensar que sean personas tan inteligentes como tú o como cualquier nacionalista español, y que si creen que lo mejor para ellos es la independencia es porque tendrán sus razones. Razones que pueden ser equivocadas, pero que es más fácil que sean acertadas que las tuyas, puesto que se refieren a algo que conocen mucho mejor que tú o que la mayoría de opinadores españoles: Catalunya y los catalanes.Ah, y al mismo tiempo que asumes que los catalanes son unos borregos, asumes también que los españoles (y los catalanes unionistas) por algún extraño milagro están libres de manipulación. Ni te planteas que seáis tú y los nacionalistas españoles en general los que estáis sujetos a la manipulación de unas pocas familias, que os usan para conseguir sus intereses, ¿verdad? Noooo, eso es imposible, los manipulados sólo son los catalanes.En fin, Ciro, con argumentos como esos, o los de Thiebault de presentaros a los españoles como irracionales fanáticos vengativos, ¿te extraña que cada vez más catalanes quieran independizarse de vuestra España? ¿Te extraña que cada vez más estén convencidos de que la única manera de tener buenas relaciones es de igual a igual, sin tener que luchar por los recursos o las competencias, como buenos vecinos que pueden colaborar en los intereses comunes? Y si eso no fuera posible... pues mejor tener malas relaciones con un estado propio, que estando en un mismo estado y sometidos a esa gente con la que (según tú y Thiebault y demás, recuérdalo) es imposible tener buenas relaciones. ¿No te parece?
@Castilian dice: "Como es obvio para cualquiera que una separación va a repercutir negativamente en la economía y la calidad de vida tanto de España como de Cataluña, se pinta con los colores más sombríos el presente y con los mas luminosos que se puede el supuesto futuro independiente." Ni te das cuenta de que en una sóla frase has conseguido acusar a los soberanistas de una cosa y al mismo tiempo hacerla tú mismo, ¿verdad? ¿No has visto que eres tú quien acaba de pintar en tonos sombríos la independencia y luminosos la no independencia? Que el que tú lo veas obvio no quiere decir que sea cierto, y quien hace las afirmaciones contrarias quizás las ve tan obvias como tú... y quizás acierte más que tú.Sobre el resto, sólo decir que ese resentimiento existirá sólo en el grado en que los españoles y catalanes quieran. Los catalanes quieren muy poco (por mucho que lo ridiculize el sr. Bassets, ahí están esas propuestas para evitar el resentimiento). ¿Asumes tú que los españoles querrán ese resentimiento? Y no, no digas que es inevitable, porque no lo es. Es una elección.En cualquier caso, si a lo que se llega es a ser un estado "vecino inamistoso" del estado español, eso sería mejor para los catalanes que ser una "región inamistosa" del estado español, como ahora se les tiene. Como mínimo, teniendo un estado propio los catalanes tendrían las herramientas para defender sus intereses que ahora no tienen, y que harían que hubiera cuestiones en las que al estado español le interesara colaborar con ese vecino, inamistoso o no, para defender sus propios intereses.Por poner un ejemplo puntual, una Catalunya independiente podría construir su tramo del corredor mediterráneo. Y eso probablemente haría que el gobierno español tuviera más interés en hacer su parte, no para beneficiar a los catalanes, sino a españoles andaluces, murcianos y valencianos. Tú puedes asumir que el rencor español les haría seguir dejando de lado ese corredor y dedicarse con afán al corredor central para evitar la pérfida Catalunya (y quizás acertarías, visto lo visto) pero tú mismo aceptarás que eso sería irracional, y también es posible creer que predomine el comportamiento racional, ¿no?
No, si borreguismo, Fuss, hay en todos lados, incluido en el supuestamente 'nuestro' en oposición al 'vuestro'. Es cierto que el recurso de las grandes familias me salió por herencia de lo que suele escucharse y no lo he interiorizado de forma razonada ni tengo datos para afirmarlo. Cogido, pues, pero qué más da. Tantas veces ocurre que se habla por boca de otros, pero es que es tanto lo que se escucha que al final uno acaba por creerse algunas máximas. La desorientación que se nos come, por desgracia. Pero dicho esto, no acabaremos de entendernos nunca desde el momento en que se parte de que algunos piensan que algunas decisiones son unilaterales y no multilaterales. Lo que se creó multilateralmente debe romperse multilateralmente. Podríamos seguir unos y otros que si sí y que si no, pero no llegaremos a ningún sitio. Que se respete la legalidad nacional e internacional, y si no se respeta, que se persiga al que hace del populismo barato su bandera, una bandera de conveniencia como la que utilizan algunos patrones de barco para conseguir ciertas ventajas.
Nuevos refranes: borregos somos y en el camino nos separaremos.
Independizarse, quién no quiere independizarse, que levante la mano. Ojalá fuera tan fácil independizarse de los mercados, por citar el manido ejemplo. O de la dependencia de un Rey no elegido democráticamente. O de un partido. Pobres diputados, que tienen que pedir poco menos que votar en libertad. Quién hay hoy que sea independiente sin que le corten la mano tan pronto la levante. Esto parece un país de mancos.
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Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).