Ganapierde alemán
El peso de los seis ministros del SPD y de las carteras que ocupan en el Gabinete es mayor que el que le dieron las urnas
Los liberales perdieron las elecciones y los socialdemócratas han ganado el Gobierno, que es como si hubieran ganado ellos las elecciones y no Angela Merkel. El peso de sus seis ministros y de las carteras que ocupan en el Gabinete es mayor que el que le dieron las urnas. El contrato de coalición, aunque no se sale de las políticas ortodoxas de consolidación presupuestaria, incluye el salario mínimo interprofesional por primera vez en la historia y la doble nacionalidad para hijos de inmigrantes, además de mejoras en el sistema de pensiones y jubilaciones anticipadas que afectarán al gasto. Si al anterior Gobierno de coalición con los liberales le apetecía bajar impuestos, este tendrá la apetencia contraria.
En este camino levemente escorado hacia la izquierda, ha quedado bien claro quién manda en la socialdemocracia tras años de incertidumbre y superposición de rostros insuficientemente definidos. Una buena negociación de la coalición y una consulta vinculante con los militantes de su partido, ganada ampliamente con un 78% de los votos, han dado a Sigmar Gabriel el liderazgo indiscutido que ya le sitúa en disposición de aspirar a la cancillería en una siguiente ronda.
La socialdemocracia ha ganado en los despachos sin ganar en las urnas
No queda descolgado del todo el anterior candidato del SPD, Frank-Walter Steienmeir, que regresa a la cartera de Asuntos Exteriores que ya ocupó en la anterior gran coalición con Merkel de 2005 a 2009. El ministerio de Exteriores alemán ha sido una plataforma extraordinaria donde han brillado personalidades como Hans Dietrich Genscher, Joschka Fischer o el propio Steinmeier, con un radio de acción a veces superior al del canciller, que quizás ahora es más dificultoso. Parte del fiasco liberal ha sido el pobre papel desempeñado por Guido Westerwelle, que no supo aprovechar la oportunidad, arrastrado por la concentración de las relaciones europeas en todas las oficinas del jefe de Gobierno y de los ministros de Finanzas que ha provocado la crisis del euro.
Para la canciller queda el grueso de la política europea, con el más que fiable Wolfgang Schaüble de mano derecha, y por supuesto la gloria de la cancillería en su tercer mandato, el que la propulsa hacia el Olimpo de los grandes cancilleres. Merkel ya es una canciller de tres mandatos, con 12 años de perspectiva de no mediar percances. Superó muy pronto a los dos cancilleres menores que fueron Ludwig Erhard (1963- 1966), tres años y una única victoria electoral aunque fuera el padre de la economía social de mercado, y su sucesor, Karl-Georg Kiesinger (1966-1969). Ha superado ya a Willy Brandt (1969-1974), con la apertura hacia el Este comunista que abrió el camino a la caída del Muro; a Helmut Schmidt (1974-1982), con el mérito del sistema monetario europea y la arquitectura de cumbres internacionales; y a Gerhard Schröder (1998-2005), que incorporó a los Verdes al Gobierno y reformó el Estado de bienestar alemán al precio de castigar duramente las bases socialdemócratas. Solo dos cancilleres, de su mismo color conservador, la superan todavía ampliamente en longevidad y envergadura: Konrad Adenauer (1949-1963); y Helmut Kohl (1982-1998).
Para ser como ellos debe culminar con éxito su actual periodo y vencer de nuevo en 2017, todo a costa, naturalmente, de sus socios y rivales electorales del SPD, además de realizar la proeza equivalente a la fundación de la República de Bonn del primero y de la unificación del segundo, que en su caso solo podría ser dar a Europa el primer gobierno político del euro.
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