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Dos colombianos en Washington

Las ‘vidas paralelas’ del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y del BID, Luis Alberto Moreno, convergen en EE UU

Eva Saiz
Juan Manuel Santos y Luis Alberto Moreno.
Juan Manuel Santos y Luis Alberto Moreno.JIM WATSON (AFP)

En 2005, una llamada temprana de Juan Manuel Santos despertó al entonces embajador de Colombia en Estados Unidos, Luis Alberto Moreno. En ella, Santos le comentaba a su compatriota que acababa de soñar que era candidato del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a lo que Moreno le contestó que también había tenido ese sueño pero con él mismo como protagonista. El sueño de Moreno se cumplió ese mismo año, Santos acabó siendo presidente también, pero de Colombia, cinco después, justo cuando el responsable del BID era reelegido en su cargo.

Santos y Moreno una vez soñaron lo mismo y los rumores apuntan a que éste último también ha soñado, en alguna ocasión, con ocupar, como Santos, la Casa de Nariño. Los sueños no son lo único comparten ambos dirigentes. Colombianos, de familias acomodadas, cosmopolitas, empresarios, políticos y periodistas, bilingües, educados en Estados Unidos, ambiciosos y finos estrategas, como si de los protagonistas de una versión colombiana de las Vidas Paralelas se tratara, esta descripción podría aplicarse perfectamente a ambos.

Este miércoles ellos y sus sueños, compartidos o no, se han vuelto a encontrar en la sede del BID en Washington, donde han comparecido juntos para glosar la buena situación económica de su país. En la reunión, ambos han mantenido la cordialidad propia de quienes saben que comparten una trayectoria y ciertos intereses similares. Una sintonía en la que se intercalan varios desacordes, como su relación con el expresidente Álvaro Uribe, de quien Santos se ha convertido en su némesis y al que Moreno se ha referido en varias ocasiones como un “mentor” a quien, como él mismo ha reconocido, le debe, en buena media, su puesto en el BID.

En los últimos meses, el nombre de Moreno había sumado enteros como posible candidato de Uribe para disputar a Santos la presidencia. Su prestigio internacional, sus contactos en Estados Unidos, su experiencia en temas sociales y económicos y el hecho de no estar mancillado por las luchas internas de la política colombiana lo situaban en una posición privilegiada para retar en las urnas al actual presidente. Moreno nunca se postuló públicamente. Hábil en el manejo del tempo político, muchos creen que el colombiano quiere esperar a la siguiente legislatura para dejar que, mientras tanto, su destreza en la gestión del BID cale suficientemente en su país y gane el reconocimiento a nivel popular que aún le falta.

La foto de ambos en Washington ha permitido a Moreno empezar a ganar la visibilidad doméstica que desea, al aparecer junto al presidente de su país, y ha servido a Santos para neutralizar la sombra de rivalidad de su compatriota. Esa imagen evidencia otra de las semejanzas que comparten, la astucia política y la habilidad para esconder sus cartas y jugar sus bazas -Santos es un reputado jugador de póker- en aras de una ambición que ninguno oculta.

VIDAS PARALELAS

Desde que llegó a Washington como embajador de Colombia en 1998, Moreno se ha hecho indispensable en los círculos de poder político y social de la ciudad. Logró relanzar la maltrecha relación bilateral entre ambos países, heredada de la Administración de Ernesto Samper, y logró el apoyo bipartito del Congreso para el Plan Colombia. Durante su negociación, trabó una buena amistad con el presidente Bill Clinton que todavía se mantiene. El fallecido senador Ted Kennedy llegó a parar su coche camino del Capitolio sólo para apearse a saludarlo. Son varios los que aseguran que The Washington Post cuenta con su consejo para sus editoriales sobre América Latina, en otro ejemplo más de la influencia que se ha ido labrando en estos años.

Santos no ha sido embajador, pero se postuló, sin éxito, para dirigir la misión diplomática en Washington durante el Gobierno de Samper. Sin ser tan conocedor de la ciudad como Moreno, durante su visita a la capital de EE UU se ha desenvuelto con bastante soltura. La Fundación Buen Gobierno, que él creó en 1994, le ha servido como plataforma para entrar en contacto con líderes mundiales. En 1999, Tony Blair no dudó en prologarle su libro La Tercera Via: una alternativa para Colombia, en la que Santos teorizaba sobre la aplicación de la visión política del Primer Ministro británico en el país sudamericano. En la capital, el presidente ha hecho gala de su dominio del inglés, no sólo en la entrevista y el almuerzo con su homólogo estadounidense, Barack Obama, o en sus reuniones con los líderes de la Cámara de Representantes, sino en su encuentro con los empresarios norteamericanos de la Cámara de Comercio de EE UU, en su discurso en la universidad de Charlottesville, Virginia, o, a primera hora de la mañana, en el televisión norteamericana en la programa de análisis político, Morning Joe, de la cadena MCNBC.

Nacido en el seno de una influyente familia -es sobrino nieto del expresidente Eduardo Santos e hijo de Enrique Santos, antiguo propietario del periódico El Tiempo, que por aquel entonces dictaba la corriente de opinión del país-, Santos fue educado para ejercer el poder -editorial o político-. Estudió Economía y Administración de Empresas en la Universidad de Kansas y ha cursado masters en Harvard, Tufts y la London School of Economics. Moreno, por su parte, estudio Economía y Administración de Empresas en la universidad Florida Atlantic -a donde se mudó su familia desde Filadelfia, donde nació el presidente del BID- y, posteriormente, hizo un MBA en escuela de negocios Thunderbird School of Global Management. En 1990, Fundación Nieman le concedió una beca por su trabajo periodístico en la universidad de Harvard, la misma que años antes también recibió Santos.

CONVERGENCIA POLÍTICA Y PERIODÍSTICA

La educación estadounidense es uno de los muchos cruces en las sendas paralelas de Santos y Moreno. La periodística es otra de ellas. El primero asumió la subdirección del periódico familiar El Tiempo, en 1981. Un año después, el segundo asumía el cargo de director ejecutivo del programa TV Hoy, por el que, en 1983, obtuvo el premio de periodismo Rey de España. En 1985, Santos también lo recibió, en calidad de editor, junto a uno de sus hermanos, por una serie de artículos sobre la Nicaragua sandinista.

Sus trayectorias volvieron a coincidir durante el Gobierno de César Gaviria, donde ambos compartieron gabinete, Santos como ministro de Comercio Exterior y Moreno como titular de la cartera de Desarrollo Económico. Con la presidencia de Andrés Pastrana, íntimo amigo de Moreno, éste ocupó altos cargos en su Administración, antes de trasladarse a Washington como embajador, mientras que Santos se convirtió en su ministro estrella, al frente del ministerio de Hacienda.

Hasta los desafectos de Pastrana comparten Santos y Moreno. El contencioso en La Haya por las reclamaciones limítrofes de Nicaragua supuso la ruptura entre Pastrana y Santos y el hecho de que de Moreno accediera a continuar en el cargo de Embajador con Uribe, provocó un enfriamiento en su estrecha relación.

La figura de Uribe es, más allá de sus diferencias ideológicas, el mayor punto de divergencia en unas trayectorias tan parejas, pero hasta en eso pueden converger. Santos no era uribista pero se arrimó a él para asegurarse la candidatura dormida que le dio la presidencia. Moreno tampoco lo es, pero el apoyo de Uribe le consiguió el BID y podría catapultarlo a la Casa de Nariño. Las vidas paralelas de estos dos colombianos se han encontrado este miércoles en Washington. Ya se han cruzado antes y todo augura a que lo seguirán haciendo en el futuro.

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Sobre la firma

Eva Saiz
Redactora jefa en Andalucía. Ha desarrollado su carrera profesional en el diario como responsable de la edición impresa y de contenidos y producción digital. Formó parte de la corresponsalía en Washington y ha estado en las secciones de España y Deportes. Licenciada en Derecho por Universidad Pontificia Comillas ICAI- ICADE y Máster de EL PAÍS.

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