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ANÁLISIS
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Una advertencia de Al Qaeda a Irán

Hezbolá y Líbano son los eslabones más débiles en la cadena de intereses en el conflicto sirio Las viejas diferencias sectarias se han agrandando a medida que El Asad ha ganado terreno

Un cuerpo calcinado entre los restos de un coche tras el atentado en Beirut.
Un cuerpo calcinado entre los restos de un coche tras el atentado en Beirut.Hussein Malla (AP)

La intervención directa de Irán y la milicia chíta libanesa Hezbolá en la guerra siria, que le ha permitido al régimen de Bachar el Asad ganar terreno en los pasados meses, comienza ahora a tener sus consecuencias más graves. El eslabón más débil en esa cadena de intereses es Hezbolá, que aunque controla el gobierno de Líbano, se enfrenta a una creciente oposición en la población suní de su país y se ha visto como objetivo de una serie de ataques en su feudo en la Dahiya, en las afueras de Beirut. Quienes le hacen la oposición, como el Movimiento Futuro, ya han acusado a la milicia chiíta de ser causante indirecta del último ataque en Beirut de este martes con al menos 23 muertos, por su cada vez más abierta y desafiante implicación en la guerra civil del país vecino.

La inacción de los poderes occidentales, incapaces hasta la fecha de apoyar con armas o con intervenciones militares limitadas a los rebeldes moderados ha permitido la casi desintegración de ese bando, fagocitado por una serie de milicias yihadistas con idearios muy variados pero una común lealtad a Al Qaeda. Precisamente un grupo afiliado libremente a esa organización terrorista, las brigadas Abdullah Azzam, ha reclamado en las redes sociales la autoría del ataque de este martes contra la embajada iraní, cerca de la Dahiya, el feudo que controla y desde el que opera Hezbolá. Al Qaeda lucha desde hace meses en Siria y parece decidida a llevar sus métodos, sobre todo los ataques suicidas, a otros países en la región. Y mientras más avanza Al Qaeda, más refuerza a El Asad y a su régimen en Siria.

El régimen inició el fin de semana una gran ofensiva para asegurar definitivamente la carretera que une Damasco con la costa mediterránea meridional. La excusa, circulada de forma no oficial por varios altos funcionarios sirios, es poder tener una vía de evacuación de los arsenales químicos cuya destrucción supervisa la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas. En la práctica, sin necesidad de usar armas químicas, con artillería, misiles y batidas aéreas, el gobierno sirio sigue ganando terreno en una guerra que dura ya más de dos años y medio y que ha provocado seis millones de desplazamientos. Una ofensiva sobre Qara, una localidad siria fronteriza hasta ahora controlada por los rebeldes, ya ha empujado a 10.000 refugiados a Líbano, que en el transcurso de esta guerra ya ha acogido a otros 800.000.

Hezbolá no ha escondido su participación en la guerra vecina. Ha enterrado públicamente a sus milicianos muertos en Siria, llorándoles como mártires. La semana pasada, su líder, Hasán Nasralá, dijo en un discurso que sus hombres lucharán en Siria “tanto tiempo como hayan razones para ello”. Su patrón, Irán, ha mantenido un perfil mucho más bajo, aunque numerosos rebeldes y grupos observadores sirios han informado de la presencia de comandantes de su Guardia Revolucionaria entre las tropas y grupos paramilitares sirios. Hasta hoy, pocos riesgos directos había en esta guerra para el régimen de los ayatolás, ocupado negociando con occidente sobre su programa nuclear. El atentado contra su embajada en Beirut es una advertencia y un testimonio de lo grandes que son ya los abismos sectarios en Oriente Próximo, entre el eje chíta y los radicalismos suníes.

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